Definitivamente estaba preocupada, mi esposo tenía días tosiendo de manera exagerada, pero no había ningún síntoma de resfriado. Seguía saliendo por las tardes, aunque ayer fue diferente. No había salido, pero recibió una llamada, así que salió a contestar. Cuando regresó estaba decaído y muy distraído.
- Ya te dije que estoy bien, cariño, puedes quedarte tranquila -fue lo que me respondió cuando le pregunté si todo estaba bien-.
Suspiré. Algo me estaba ocultando.
Ayer por la tarde, encontré un sobre blanco debajo de la cama, estaba abierto, pero no había nada dentro. Lo dejé en mi mesita de noche y cuando quise preguntarle a Bruno, el sobre ya no estaba.
- Iré a ver a los niños a la sala, Abbs -se acercó a mí, me besó la frente y se fue, cuando creí que se había ido, asomó la cabeza por la puerta de nuevo- ¿podemos comer pizza hoy? Se me antoja la de Liru Sisah.
Rodé los ojos pero asentí, intentar corregirlo era tiempo perdido. Me lanzó un beso y se fue a la sala.
Bueno, tenía claro que Bruno jamás me ocultaría algo que me hiciera daño. Él era muy cuidadoso con lo que ocultaba y por lo regular, siempre eran cosas que me terminaba diciendo cuando él consideraba que era necesario u oportuno.
De repente, una idea me vino la cabeza. Un recuerdo de David y Bruno Junior hablando sobre un viaje en familia me dio una idea muy buena. Con el ánimo por las nubes, llamé a Erika. Quizá esto podría levantarle el ánimo a Bruno.
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- ¿Un viaje en familia?
- ¿Todos?
- Si hay internet sí voy, quiero seguir hablando con Amanda lo más que pueda.
- ¿Crees que es buena idea que yo vaya en un auto con el inútil?
Suspiré y cerré los ojos un segundo. Esto se había planeado en 10 minutos. Pero ya teníamos una reservación en un hotel para todos y tendríamos que salir mañana por la mañana. Los niños faltarían a la escuela tres días (y créanme que yo odiaba que faltaran), pero estaba segura de que valdría la pena.
- Es buena idea porque nunca hemos ido todos juntos y nosotros somos viejos, así que nunca se sabe. Sus papás pasarán por ustedes en 10 minutos para que arreglen sus maletas, así que vayan a buscar sus cosas y nos vemos mañana.
Todos los niños se fueron a sus habitaciones entre risas y grititos emocionados.
- Sigo pensando que no es buena idea, Abbs.
- ¿Por qué no, cariño? A mí me llena de ilusión ir con todos.
Miré a Bruno con pura confusión en el rostro, él era el que hacía locuras cuando estábamos más jóvenes, el que me convenció de estar juntos, el que se divertía en cualquier lugar ¿por qué no quería hacer una locura justo ahora?
- No entiendo Bruno, siempre dices que me tengo que relajar, que todo va a estar bien, que tenemos que hacer locuras para tener qué contar cuando estemos aún más viejos.
Sus ojos me miraban con una angustia aplastante. Inmediatamente me puse nerviosa.
- ¿Hay algo que yo no sepa?
- Sí. Y te lo diré hoy por la noche, cuando los niños se vayan. No quiero que escuchen esto.
Mierda. Bruno jamás se enteraría de que dije esto, ¿eh?
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- ¡Adiós, Carlitos! Los veo mañana a todos, lleguen temprano, eh. Yo no espero a nadie.
Todos asintieron con una ligera risa y se metieron a sus autos para ir a sus respectivas casas. Este viaje me tenía emocionada, sin embargo, yo aún tenía una charla pendiente con Bruno, quién me esperaba en la cocina con una taza de café en las manos. Luego de despedir a los muchachos y sus familias, cerré la puerta de la entrada con llave y me dirigí a la cocina para preparar la cena y hablar con mi esposo.
- ¿Te parece que cenemos pan con café? Olvidé ir a comprar más huevos y se terminaron hoy por la tarde, cariño.
- Sí, no importa, Abbs... -tomé la bandeja con pan que habíamos comprado por la mañana y la coloqué en la mesa, después puse a hervir un poco de agua para el café, tomé dos tazas y las llevé a la mesa.
- En cuanto terminemos de cenar, iremos a hacer maletas, no quiero que nos agarren las carre... -agarré dos platos, Bruno comía como gallina y si no quería morusas por todos lados, los platos eran necesarios.
- Tengo cáncer, Abby -los platos que tenía en las manos se me resbalaron y se estrellaron contra el piso, rompiéndose-. Mierda, Abbs, ¿estás bien?
Se me acercó con cuidado de no pisar ningún vidrio. Intentó tocarme, pero me alejé.
- ¿Eres pendejo?, Con eso no se juega, Bruno. Casi me matas del susto.
Lo miré con enojo, esperando que la típica risa saliera de sus labios. Y que luego viniera a abrazarme, contentándome en el proceso. Olvidándome de la tontería que había dicho.
Pero no pasó. Sus brazos cayeron sin vida a cada lado de su cuerpo y su mirada...Estaba llena de miedo, de angustia, de dolor, de tristeza.
No.
No.
No.
Empecé a temblar, esto no podía estarme pasando. Mis ojos se llenaron de lágrimas y algo en mi pecho dolía; dolía tanto que no me dejaba respirar. ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me lo había dicho? ¿Qué tan grave era?
Imágenes de mi esposo pasaron tan rápido por mi cabeza que por un momento me sentí mareada. Su manera de mirarme cuando nos conocimos, sus bromas tontas en cada cambio de clase, su manera de pedirme que me casara con él, la manera en que conocí a sus padres, el nacimiento de Erika, él jugando con nuestros nietos, él riéndose de Alex. Todo en mi cabeza era él. Él.
- ¿Des-Desde cuándo? -levanté la mirada que sin querer se me había ido directo al piso. Había pasado por todo... ¿solo?
- Desde que nací, supongo...Es una larga historia. Ven, siéntate, te lo voy a explicar.
Y entre lágrimas, esa noche me explico por qué no había llegado a nuestra cita aquella vez.
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Me dolió escribir esto. No saben cuánto me dolió. 💔
Volví, pero ya nos queda muy poco en este camino...
Espero que les esté gustando. No olviden votar y comentar <3
Nos leemos luego.
Con mucho lof, K.❤🤞
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Porque si no preguntas, no respondo.
Teen Fiction- Te pones muy sentimental cuando hablas de nosotros, pasita. Yo lo mato. Mis nietos rieron cuando oyeron el apodo que me había puesto, que no era para nada original, si se me permite decir... - Eres un viejo chismoso y feo, vete, déjame seguir con...