Capítulo 15 ¿Ya puedo salir?Parte 1

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POV Bruno

Me crucé de brazos y resoplé.

- ¿Ya puedo salir? -Miré la puerta y las sombras de los zapatos de mis nietas seguían ahí.

- No Tete.

Me recosté con cuidado en la cama mirando el techo, esto bien podía ser un secuestro y nadie lo sabía. Con una idea en mente, me levante con cuidado de la cama y me puse a un costado de ésta. Levanté el colchón y saque de la bolsa un paquete de bombones con chocolate y una paleta; guarde todo como estaba e hice mi camino hacia la puerta.

Con cuidado, me recosté en el piso, aplaste un poco los bombones para que cupieran y pase los dulces por debajo.

- Pst. Pst.

Empuje un poco con la paleta el zapato de una y así vi que tomaron ambos dulces.

- Hay más de dónde vinieron esos, si me dejan salir, les daré más.

Oí susurros del otro lado y la envoltura de ambos.

- Lo siento, abuelo, pero tenemos órdenes estrictas de Tata de no dejarte salir de aquí por ningún motivo. Pero gracias por los dulces.

- Condenadas chamacas. Es mi cumpleaños, par de carceleras.

- Lo siento, recluso.

Indignado me levanté del suelo con dificultad y regresé a la cama escuchando a las niñas comer dulces.

Los pondré en contexto.

Por la mañana todo iba bien, desayunamos, Abby me hizo un par de hot cakes con Nutella (mi favorita) y no me regaño por quitarle plátano a Dylan y comerlo yo. Me felicitaron y cuando estábamos planeando que hacer, Abby me mando al cuarto por un cotonete.

Sí, tal vez fui un tonto por creerle eso, ayer la vi limpiando sus oídos por la mañana.

El caso es que como buen esposo que soy, vine al baño de nuestro cuarto por uno cuando aparecieron Paty y Renata y cerraron la puerta. No me han dejado salir desde entonces.

- Las puedo demandar por esto, par de estafadoras.

Estando sentado en la cama me detuve a pensar un poco. Necesitaba decirle a Abby el secreto. Me mataba verla preocupada cada que llegaba de mis salidas clandestinas. Suspiré y talle mi rostro con mis manos, esto era muy difícil. No quería hacerle daño a nadie, no debería. Quizá podría decirle pronto, los niños se irían a la escuela y estaríamos solos, podría intentarlo.

La puerta de mi habitación se abrió después de (lo que me pareció a mí) 3 horas;  interrumpiendo la maraña de pensamientos que había en mi cabeza y por ella entró Abbs.

- Cariño, lamento todo esto. -Se acercó a mí y yo cual anciano emberrinchado, me crucé de brazos y miré a otro lado indignado- Oh, vamos amor, no puedes molestarte por esto, tuve una razón muy válida para encerrarte aquí.

- Me llamaron recluso.

- Sí, Alex tuvo algo que ver con eso. Acompáñame afuera, ¿si? Prometo que esto te va a gustar.

- No señora, me quedaré en mi celda, gracias.

La escuche caminar hasta que la vi frente a mí, su cabello tenía una hoja de árbol y tenía ojos de ilusión. Estaba hermosa.

- Perdón por todo esto, pero no quería que se arruinara nada. ¿puedes venir conmigo, por favor? -Me miró con cara de cachorro y me tomó de las manos, se veía preciosa.

- Iré, pero solo si me das un beso. Y un par de galletas, de paso.

Mi Abby rodó los ojos, pero asintió. Le sonreí y pare la trompa en espera de mi beso cerrando los ojos; la escuche suspirar y luego sentí una presión en mis labios. Me seguían revolviendo el estómago sus besos; era increíble cómo esta mujer podía ponerme a sus pies con una mirada, o calmarme tomando mi mano, o acelerar mi corazón con su risa. No me equivoqué, ella era para mi.

Despego sus labios de los míos y me jalo de las manos intentando levantarme de la cama, resoplé y me levanté siguiéndola a través de la puerta.

- Ese duró muy poquito, cuando éramos jóvenes no parabamos de besarnos, no es justo, este viejo quiere un buen beso de su chica.

- Callate, te van a oír.

- ¿Y que?, Si ya lo sabe Dios, que lo sepa la gente.

Se detuvo en la puerta que daba al patio y se giró a verme.

- Deja de citar canciones, payaso. Ahora, cállate y sé amable con todos.

No me dio tiempo de responder cuando se giró de nuevo y abrió la puerta. Me indicó que saliera y lo hice. Mmm. Ahora entiendo, ella sabe que no me gustan las sorpresas.

- ¡SORPRESA!

Todos mis nietos, mis hijos e incluso Evelyn y Benjamin estaban en el jardín de mi casa, con un enorme cartel de feliz cumpleaños mal colgado de uno de los árboles que teníamos alrededor del patio, cortesía de los vecinos de atrás.

El patio tenía una mesa enorme, llena de comida, había costillas, mole, frijolitos, guacamole, en el centro había un pastel con muchas velas puestas y algunos refrescos y vasos.

- Eh, papá, ¿te lo esperabas? -David se acercó a mi y me dio un abrazo- dale las gracias a las chicas, incluyendo a mamá, ellas organizaron todo, a los demás solo nos arrastraron. Feliz cumpleaños.

- Gracias, hijo.

Uno a uno, mis hijos, nietos, nueras y yerno se acercaron a saludarme y desearme un feliz cumpleaños. A todos les agradecí por todo, incluso al insolente, hasta llegar a Benjamin.

- Compadre, ¿Cuántos cumples?, ¿90?

- Pendejo, soy un año menor que tú. -Se acerco a darme un abrazo- córtate el bello de las orejas, pica cada que te acercas.

- Mientras Evelyn no me pida que lo haga no, pendejo, que mal agradecido eres, te traje una pomada para la espalda y tú me sales con esto.

A pesar de los años, Ben se había mantenido fiel a mi lado, asistió a mi boda, me sacó del quirófano cuando me desmaye por ver nacer a Erika y yo fui a sus tres bodas. Sip, tres, al final había encontrado de nuevo a Evelyn y habían decidido estar juntos de nuevo.

- Ya, está bien, gracias compadre. Ahora déjame saludar a tu esposa.

- Tengo licor escondido en el suéter, hoy nos ponemos borrachoooos. -Me susurro al oído para luego alejarse guiñándome un ojo. Este baboso no se acuerda de que somos ancianos y podemos morir más fácil que un gusano. Rodé los ojos y pase a saludar a Eve.

- Hola Bruno, feliz cumpleaños, espero que la pases bien.

- Eve, gracias por venir. Tengo que confesar que fue una sorpresa que Ben me invitara a beber, creí que lo tenía prohibido, está tomando medicamento, ¿no?

- No otra vez, gracias Bruno, se lo quitaré.

Se separó de mí y se fue caminando detrás de Ben gritando barbaridades. Estos dos eran divertidos. Negué con la cabeza y mire a la última persona que me quedaba por abrazar, mi esposa.

- No te molestes conmigo, los niños quisieron hacer algo especial, sabes que no puedo decirles que no.

- Está bien Lirio, hubiera estado bien que me llevaran comida a la habitación, pero no me quejo, gracias por la sorpresa.

- Tampoco era hotel cinco estrellas, viejito. -Suspiró- Uno más juntos, mi Bruno. -Me besó la frente y me miró a los ojos- Como alguna vez nos prometimos. 

- Uno más y los que nos queden por delante, cariño.

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Nos leemos luego.

Con mucho lof, K. 🤞❤

Porque si no preguntas, no respondo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora