Cuando no estás - Gasdela (Cande y Gas)

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Los rayos de sol se colaban por la ventana de esa calurosa tarde de Octubre. La primavera se hacía notar en todo su esplendor, el clima era óptimo, las flores estaban radiantes y el amor estaba presente en el aire.

“Cuando no estás
O me encuentro en otro lugar del mundo
Cuando no estás
Me equivoco cada medio segundo”

En la televisión estaba sintonizado un canal de videos musicales, pero Gastón no le estaba prestando atención. Él estaba muy ensimismado con su teléfono celular, mirando viejas fotografías que tenía guardadas en su tarjeta de memoria. En todas estas fotos, había una persona muy especial: Cande. Y eso lo hizo ponerse nostálgico. Muy nostálgico.

“Cuando no estás
La soledad me aconseja mal
Cuando no estás
No se abre el paracaídas y salto igual
Y me pierdo en habitaciones vacías”

Gas miró cada una de esas imágenes con detenimiento; observó el lugar en el que se encontraban y centró su mirada en las expresiones de los rostros de ambos. Podía notar las sonrisas, para nada fingidas, y las miradas. Él siempre creía que una persona podía mentir muy bien en sus palabras y hasta en sus muecas, pero no había nada qué hacer contra la mirada. Los ojos eran el reflejo del alma. Por ejemplo, si alguien lo viera a él en ese momento, se daría cuenta de que estaba vacío, de que le faltaba su otra mitad. Había tristeza en sus ojos. Muy diferente era su mirar en esas fotos. Allí podía vérselo completo, feliz, y con un brillo que no había vuelto a estar presente desde que Cande se había ido.

“Cuando no estás, cuando no estás conmigo
Cuando no estás
La casa vacía pregunta ¿Cuándo volverás?
Y escribo versos crueles conmigo”

Los ojos de Cande también demostraban felicidad, y se preguntó por qué era así, tan veleta, por qué a pesar de amarlo y ser feliz había decidido irse por segunda vez.

La primera vez que Cande se había ido, Gas se sintió abandonado. Ella dijo que necesitaba un tiempo, que necesitaba encontrarse con ella misma, que no podía hacerle bien si ella misma no lo estaba. De todos modos, este distanciamiento no había durado más de un mes. Gas contó uno por uno los treinta días que pasaron hasta que ella apareció nuevamente en su puerta esa noche de lluvia, totalmente empapada.

“Cuando no estás
Estoy esperando que vuelvas
Cuando no estás
Me paso el día contando minutos”

Justo el día en que cumplían un año y tres meses de aquella reconciliación, o dos años y siete, si es que contaban desde el principio, Cande volvió a decirle que se iba. Que la relación no daba para más, y que esta vez no iba a volver. Que él no era más que una diversión en su vida, y que ya estaba aburrida. Así de despiadada, así de cruel, Candela, tan desconsiderada que ni siquiera había contemplado irse después del aniversario.

“Cuando no estás
O me pierdo en un laberinto oscuro
Cuando no estás
La soledad me aconseja mal”

Ciento diecisiete días habían pasado. Gas los llevaba contados nuevamente, y se preguntaba si esta vez sería cierto que Cande no volvería. Si ya había encontrado a alguien que haga brillar esos ojos tanto como alguna vez lo había hecho él.

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