Mi caramelo - Pabniela (Daky y Pablo)

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Cuando eran sólo dos adolescentes, Daky y Pablo eran compañeros de colegio. Tenían trece años, y para Pablo ella era hermosa, única e inalcanzable. Estaban en una edad en la que se sentían mitad adultos y mitad niños, y por eso él nunca supo cómo encarar la situación. Tenía vergüenza de expresarle sus sentimientos, de hacer el ridículo frente a todos, de que sus amigos lo carguen y de que Daky se sienta terriblemente incómoda, o, lo que era peor, que no sintiera lo mismo que él.

Cuando Pablo la veía en los recreos, se dedicaba a escribirle poemas. Eran unas bellas piezas románticas que jamás le llegaron a su destinataria; él, cuando llegaba a su casa, los archivaba prolijamente en una carpeta y pasaban al olvido.

“Qué linda que estás, sos un caramelo
Te veo en el recreo y me vuelvo loco
Todas las cosas que me gustan, tienen tu cara
Y espero los asaltos, así juego a la botellita con vos”

Cuando ya habían cumplido los catorce, fue el cumpleaños de una de sus compañeras de colegio y organizó uno de los primeros bailes, casero, inocente, pero al que todos asistieron con muchas ganas. En él jugaron por primera vez al juego de la "botellita", en el que a la persona que le tocaba el pico de la botella, sus compañeros le elegían a quién debía darle un beso. No estaban seguros de si las reglas eran realmente así, pero como no hubo oposición, jugaron de esa forma.

La tercera vez que giraron la botella, el pico se detuvo apuntando a Pablo. Él estaba deseando que le toque, pero también esperaba que sus amigos supieran a quién elegir. Y así lo hicieron. "Daky" resonó en el aire en la boca de todos los varones.

Es mi amigo, no da - dijo Daky, toda ruborizada

Dale, puede ser un pico nomás - dijo una de sus compañeras - No es necesario que sea chape 

Pablo se levantó como un galán y con mirada seductora se dirigió hacia ella. Se sentó a su lado y cuando vio que ella cerró los ojos, él la abrazó, cerró los ojos y le dio un pico. Él no se despegaba, pero ella tampoco lo hacía, así que decidió darle realmente un beso, sólo de labios, pero más emocionante que un pico.

Sus compañeros empezaron a arengar y Daky se sonrojó, pero no detuvieron el beso. Ninguno de los dos aflojaba. Pablo fue más allá y le metió la lengua. Se dio cuenta que Daky no sabía qué hacer, así que trató de ir guiándola. Hasta que alguien interrumpió

¡Bueno, ya está che! ¡Después se chapan toda la noche, ahora dejen que sigamos jugando! 

El juego continuó un rato más, y luego pusieron música como para bailar. Daky se fue al patio y Pablo la siguió.

¿Te gustó el beso? –

¿Te puedo confesar algo? 

Sí, decime –

Era mi primer beso, por eso besé horrible - agachó la mirada - No le andes contando a tus amigos, por favor 

No pasa nada - Pablo levantó el hombro - No estuviste tan mal, y no voy a decir nada, quedate tranquila –

¿Y ahora... Quedamos como amigos, no? 

Sí... Amigos - soltó finalmente Pablo y entró.

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