Nunca pude estar solo - Pabdela (Cande y Pablo)

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“Si algún día te vuelvo a encontrar
Voy a decirte que no te olvidé
Algunos tragos repletos de alcohol
Ir a bailar y después a un hotel”

Pablo se acomodó para bajar en la estación Avenida de Mayo de la Línea C de subterráneos. El vagón venía repleto y había tenido que pedir permiso varias veces hasta llegar a la puerta. Cuando la formación se detuvo, él casi fue expulsado por los pasajeros que venían detrás, justo antes de que los que esperaban en la estación subieran como una tromba.

“Sabés que nunca pude estar solo
Sabés que nunca pude estar solo
Y si querés ahora, podés pasarme a buscar
Los Domingos ensayo en lo de Marce”

En el medio de la multitud, a Pablo se le hizo verla a ella. A Candela. Al amor de su vida, pero de la que hacía casi nueve años que no sabía nada. La recordaba con la frescura de su juventud, con sus joviales veinte años, con la virginidad con la que él se había quedado.

“Y si querés ahora, podés pasarme a buscar
Los Domingos ensayo en donde sabés”

No le importaron los empujones de la muchedumbre, volvió su cabeza para mirar si era ella, y es que realmente no había cambiado nada en tantos años. Seguramente tendría alguna que otra arruga, quizás peinara alguna cana, pero no había podido mirarla tan detalladamente.

Le llamó la atención que subiera en ese subte, si ella era de Merlo, del "lejano oeste" como solía decir bromeando, pero lo más posible es que en tantos años hasta su lugar de residencia hubiera cambiado.

“Si algún día te vuelvo a encontrar
Vamos a hablar de los días de ayer
De los ensayos del primer recital
De esos amigos que ya no están”

A Pablo le resultaba algo absurdo que en pleno siglo XXI hubiera perdido contacto de la manera en que lo hizo con ella, pero es que Cande terminó la relación tan enojada con él que lo bloqueó de toda red social existente, cambió su número de celular, y nunca más volvió a recibirlo. Él insistió una o dos veces y luego no volvió a Merlo, no quería quedar como un psicópata, y la distancia lo ayudó a no regresar.

“Sabés que nunca pude estar solo
Sabés que nunca pude estar solo
Y si querés ahora, podés pasarme a buscar
Los Domingos ensayo en lo de Marce”

Le hubiera gustado volver a subir al tren y hablarle, abrazarla o simplemente mirarla en silencio, pero en el momento en que tardó pensando, la formación arrancó llevándose dentro a Cande. Se preguntaba si ella también lo habría visto; de ser así seguro no lo había tomado de la mejor manera.

“Y si querés ahora, podés pasarme a buscar
Los Domingos ensayo en donde sabés”

Pablo caminó el tramo que debía hacer para combinar con la estación Lima. En ese ínterin iba recordando cómo se flecharon ya desde el primer día que se conocieron, en casa de unos amigos en común, de los que ya nada sabía. En esa época Pablo tenía una banda de rock and roll, en la cual tocaba el bajo, y Cande se jactaba siempre de ser su groupier. Ella lo acompañaba a todos los ensayos, y era la primera en recibirlo luego de cada recital. Fue su musa inspiradora de varias canciones, incluso siguió escribiendo luego de la disolución de la banda, como para desahogar esa pena que le quedó atorada el día que Cande dijo adiós sin mirar atrás.

“Sabés que nunca pude estar solo
Sabés que nunca pude estar solo
Y me llora el corazón al saber que ya no estás
Cuando escribo canciones que hablan de vos”

No pasó un día en que no se arrepintiera de haber elegido la música antes que a ella, y en especial luego de que la banda se separara, allí se dio cuenta de que en verdad no tenía nada, y que no iba a lograr ser feliz sin esa mujer que le traía alegría a su vida. Nueve años habían pasado, y nunca la había superado.

“Hablan de vos, hablan de vos
Están hablando de vos, hablando de vos
Hablando de vos (hablan de vos, hablan de vos).”

Pablo volvió al otro día, y al siguiente, y así sucesivamente a la estación Avenida de Mayo, procurando que siempre fuera el mismo horario, y se quedaba un tiempo esperándola, por si lograba volver a verla; pero a pesar de su insistencia, Cande nunca volvió a ese lugar, o al menos no en ese horario. Le quedaban sólo recuerdos, y la ilusión de volverla a encontrar en unos cuantos años.


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