Desvelado - Candeter (Cande y Peter)

197 3 1
                                    

El día que a Cande le habían dicho que Peter había muerto, había sido, sin exagerar, el peor día de su vida.

Hacía dos días que habían cortado, y ella estaba intentando reponerse de esa separación, cuando vio llegar al mejor amigo de él, con una expresión terrible. Y luego le largó la fatídica frase que hasta el día de hoy no se había podido borrar de la cabeza, "Peter se murió".

A partir de eso, Cande no podía reaccionar. Quería preguntar qué pasó, cómo fue, si lo iban a velar como para darle la última despedida; pero no lograba articular palabra. Veía todo como en una nebulosa. Y tenía una terrible culpa por haberle permitido cortar justo dos días antes de su muerte. Bueno, ¿Cómo iban a saber que él se iba a morir? Era imposible en ese momento, algo impensado.

- Tuvo un bobazo, no pudieron hacer nada - continuó el joven, como adivinando que Cande quería saberlo - Se murió adelante mío... Ya le avisé a la familia, viste que tienen que viajar desde el sur; me pidieron que me encargue de los trámites, y que lo velemos a cajón cerrado... No es lo mismo, pero va a ser una forma de despedirnos de él. Te paso a buscar -

- Gra... Gracias... - sólo atinó a tartamudear Cande.

"Ni siquiera la muerte nos va a separar"

Habían pasado tres años de ese momento y de todo lo que vino después. De Cande llorando desgarradoramente abrazada al cajón. De las horas que pasó mitigando su dolor, hablándole en voz alta a la nada misma tratando de pedirle disculpas a Peter. De esas palabras que resonaban una y otra vez en su cabeza y en sus peores pesadillas: "Peter se murió".

Para Cande el tiempo no había pasado. Estaba un poco más adulta, tenía algunas arrugas comenzando a asomarle en el entrecejo, pero su vida se había quedado detenida en aquel instante. No había vuelto a tener pareja, había abandonado sus estudios, y acudía a su empleo como un robot; estaba estancada desde hace tres años en el mismo lugar.

"Sé que pensás que no maduré
Que soy un tonto librado al azar
Hay tantas cosas que te quiero contar"

Hubo un día en el que el timbre sonó en la casa de Cande. Era Sábado, así que ella se había levantado un poco más tarde que lo habitual. Había preparado un café con leche y metido dos panes en la tostadora, cuando el ruido la distrajo. Salió de mala gana, aún en camisolín a ver quién era, de seguro un vendedor o algún religioso que quería contagiarla de su fanatismo.

"Que no puedo dejar de pensar
Vení a calmar mi mente atormentada"

Pero cuando abrió la puerta, no podía creer lo que vio. El mismo pelo, aunque ahora peinaba rastas, la misma barba, algo más larga que la última vez, los ojos verdes, inconfundibles; y el lunar, ese lunar que hubiera reconocido a kilómetros de distancia. Cande creyó que aún estaba soñando. Pero era todo tan real.

- Pe... Peter... - sus ojos se llenaron de lágrimas - ¡Peter sos vos! - él sólo asentía con una sonrisa - No... No, esto no puede ser real, ¿Estoy soñando? ¡Sí, debe ser eso! ¡Debo estar soñando! -

- No estás soñando... ¿No me pensás abrazar, Cande? -

- ¡Peter, mi amor, sos vos! - iba a tirarse a sus brazos pero se detuvo y su rostro se puso serio - No, pará, vos estás muerto, yo debo estar delirando, o todavía no me desperté... -

"Vengo desde muy lejos
Ni siquiera la muerte nos va a separar"

- Cande... ¿Puedo pasar y te explico? -

One-Shots Casi ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora