Capítulo 3

1 0 0
                                    


"Kiñepëleayün" Enamorados

Dos figuras deambulaban por el campamento. Ambos se movían con un sigilo propio de quienes han estado en batalla y saben cómo pasar desapercibidos. Ninguno llevaba armas, no las necesitaban. Pero tampoco convenía que los vieran. Aun cuando Alon y Ayun se encontraban comprometidos, había algo sabido por todo el rehue: no se veía bien que una pareja se reuniera sola, en especial a media noche. La muerte había llegado a su tierra con alas negras y sonidos de relámpagos. Al menos eso decían las ancianas. Estaban conscientes del peligro que estaba por enfrentar, pero no les importaba, mientras estuvieran el uno junto al otro todo saldría bien; al menos eso se decían siempre que podían.

-¿Alguien te vio?– pregunto ella.

-Nadie, todos están dormidos, además es mi turno de hacer la ronda.

-No deberíamos vernos, es peligroso.

-Pero no quiero dejar de estar a tu lado ni un instante.

-Yo tampoco, pero sabes que no podemos conocernos hasta el día de nuestro desposorio. – dijo ella, quien por lo general daba el comentario prudente y sabio.

-Lo sé bien– respondió mientras sonreía.

-Entonces por qué me querías ver a estas horas.

Alon no pudo dejar de contemplar el rostro de su amada a la luz de la Küyen, sus rasgos delicados, su mirada reflexiva y a momento juguetona.

-Hace tiempo que no podemos hablar, al menos no solos– comento él.

-Eso es verdad, hemos estado muy ocupados, en especial ahora que vamos al Rehuemapu.

-Debo decirte que estoy expectante.

-¿Por qué? –Sonrió con algo de burla- ¿Tienes miedo?

¿Miedo yo? –Frunció levemente el ceño– Para nada.

-Entonces qué pasa.

-Tengo una extraña sensación.

-¿Es algo malo?

-No, todo lo contrario. –Tomó aire– Como sabes cuando lleguemos al Rehuemapu Nahuelquin pasara a ser el brazo derecho de Maputoqui.

-El werken, si lo sé. Todos saben que Nahuelquin fue su maestro y ahora será nombrado como el hombre de confianza.

-Sabes lo que eso significa.

Ayun entrecerró los ojos. La verdad era que intuía a qué se refería. Era algo que habían hablado en el pasado una que otra vez, casi a modo de juego, como si planearan una infantil travesura. Una brisa acompaño la escena, una que recordaba que los tiempos de lluvia estaban por llegar y con ellos las inclemencias propias para quienes se levantan en armas. El tiempo de las decisiones difíciles, de los caídos en batalla, de los consejos sabios, de las discusiones e incluso de uno que otro intercambio de favores entre toquis era propio de tiempos como esos. Sin embargo, para la joven pareja parecía ser irrelevante. Hacía mucho que no tenían un momento para hablar, sincerarse, bromar o compartir lo que estaban pasando.

-Que van a tener que escoger a un nuevo... - guardo silencio, prefería no decirlo. Comentar la posibilidad le sonaba a traición.

-Toqui –sonrió y la luz de Küyen lo hizo notar– Tendrán que escoger a alguien que ocupe su cargo.

-Hay que ver qué guerreros son capaces de asumir esa responsabilidad– indicó con un toque de burla.

-¿A qué te refieres?

El primer guerrero de Negunechen "Camino Sagrado"Where stories live. Discover now