Capítulo 5

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"Toquis" Los líderes

Dentro de la ruka de Kurrakewün, una acalorada discusión se desarrollaba entre él y Menchengërü. Ninguno bajaba la mirada, uno molesto a razón de que sus deseos no se veían cumplidos, el otro, molesto pues su líder no había tenido el carácter suficiente para llevar a cabo su promesa de gloria y honra para él y su rehue. Ambos de espaldas anchas, rostros toscos, brazos como troncos, torsos duros como rocas, miradas oscuras como el firmamento durante la noche. Ninguno mostraba aire alguno de temor, duda o inseguridad, sólo la fuerza propia del guerrero que siente su orgullo cuestionado.

-No permitiré que tú o cualquiera cuestione mis decisiones –enfatizó Kurrakewün mientras apretaba un cetro que llevaba como símbolo de su liderazgo.

-Cuestionaré tus decisiones hasta que se cumpla lo que me has prometido –respondió Menchengërü, colocando su diestra sobre la lanza que llevaba en su muslo– Soy el toqui de mi rehue, decidí entregarte a mis hombres y sus lanzas a cambio de que nos restituyas las tierras que nos fueron arrebatadas.

-Que tu lof perdiera tierras al enfrentarse con el lof de Minchekewün no es mi culpa, ustedes fueron débiles– el sarcasmo se dejaba entrever en su tono.

-Cuida tus palabras– respondió Menchengërü. Fijó su pierna derecha como punto de apoyo y su pierna izquierda pasó al frente; con su diestra sostuvo la base de la lanza y con la zurda tomó la mitad de ella, dejando lista el arma para encestar el golpe.

Sus miradas se cruzaron comunicando más que cualquier palabra que hubieran podido haberse dicho. Un par de chispas saltaron desde la fogata cruzando por en medio de ellos; ninguno se dejó distraer por ellas. Daban la idea que los movimientos de las chispas respondían a la ira de sus espíritus. Menchengërü no tardó ni un instante en arremeter contra el toqui. Su movimiento preciso y certero habría acabado inmediatamente con cualquiera que le hubiera hecho frente, mas no con Kurrakewün, él era diferente. Diestro en armas, experimentado en batallas, había enfrentado a cientos de oponentes. Ninguno de aquellos que habían osado desafiarlo logró salir con vida. Con un movimiento éste esquivó la lanza e interpuso su pie en el camino de Menchengërü haciéndolo caer de bruces al suelo. Con un hábil giro este último se puso en pie, pero ya era muy tarde, su oponente mantenía su báculo apuntando directamente hacia su garganta. Con un solo movimiento lo habría degollado. Supo entonces que si él lo deseaba podía acabar con su vida en un instante y lo más probable era que así lo haría. Cruzaron las miradas otra vez, uno pidiendo clemencia, el otro disfrutando la situación.

-Cumpliré lo que he prometido, tú y tu lof recuperarán las tierras perdidas– bajó su báculo y sonrió.

Menchengërü asintió con el rostro y suspiró agradeciendo el no haber sufrido a manos de Kurrakewün. Un dolor en la garganta lo dejó sin aire. Por un momento sintió que sus ojos se salían de sus cuencas y que la lengua salía por su boca. El báculo había impactado en su cuello, con la suficiente fuerza para dejarlo sin respirar por varios segundos, pero con la potencia suficiente como para que no perdiera la conciencia. Intentó toser, pero no lo logró, lo único que pudo hacer fue colocar ambas manos sobre la garganta y luchar por volver a respirar.

-Eso es para que no vuelvas a cuestionar mis decisiones- Kurrakewün dio media vuelta y agregó –Si te opones a mí te enfrentarás a fuerzas que van más allá de tu entendimiento. Ahora vete.

El humillado guerrero se levantó como pudo y salió de la ruka intentando verse lo menos derrotado posible. Los que lo vieron salir supieron de inmediato lo que había sucedido; era bien conocido que Kurrakewün no toleraba que se le opusieran y menos aún alguien que no tuviera las fuerzas para hacerle frente. Todos sabían que despreciaba la debilidad y que era un amante del poder, la honra y la gloria. La mayoría de sus hombres conocían la historia de cómo se había vuelto el toqui de su rehue, por eso mismo preferían obedecer sus órdenes antes que enfrentar su cólera. En otro lugar del campamento, una conversación muy diferente se desarrollaba entre tres líderes: Minchekewün, Neguenpin y Linkokewün, quienes debatían acerca de cómo harían para obtener las tan preciadas armas y los peligros que se avecinaban. Mientras hablaban, se pasaban mate el uno al otro en signo de comunión.

El primer guerrero de Negunechen "Camino Sagrado"Where stories live. Discover now