Capítulo 22

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"Trafuwn" Encuentro

Sus miradas se cruzaron en lo que para muchos podría haber sido un milenio, para ambos eran los más cándidos instantes. Un sinfín de imágenes pasaba ante ellos, ambos sabían lo que el otro veía, lo que pensaba, conocían sus más profundos sentimientos, los momentos más íntimos de su pasado. Nada más existía, el tiempo, había dejado de ser, todo momento anterior a ese era una somera y tenue ilusión, un correlato de instantes que se encausaban para finalizar en ese lugar. Neuquén dudó, no sabía si hablar, si tenía que correr a sus brazos y llorar, alegrarse, reír, o sencillamente agradecer el volver a encontrarlo...

-Acércate– agregó el guía.

-Eres tú... - dudó en continuar, pero el deseo de confirmar lo que intuía lo empujaba a hablar.

Sabían que no era una simple intuición, más que un sentir o uno idea, una certeza que provenía de algo más profundo que las entrañas, era su alma la que se conmovía.

-Eres... - continuó – mi hermano.

-Así es– afirmó, su voz profunda, sabía, penetrante, hizo que el joven fijara la atención en su guía, como si en sus gestos, como si con su sola presencia revelara verdades que trascendían a las lenguas utilizadas por los hombres.

Neuquén se arrojó a los brazos de su hermano, rompiendo en un profundo llanto. Sus lágrimas eran una extraña mezcla, reflejando la suave mixtura entre el gozo y la melancolía. Por su parte aquel observaba con melancólica ternura.

-Perdóname hermano– esas eran las única palabras que lograban salir de los labios de Neuquén, las que repetía una y otra vez.

-No hay nada que perdonar, -respondió– eres tú el que debe perdonarse.

-Te dejé morir... - dijo entre sollozos – te abandoné, fui un cobarde, no merezco ser llamado tu hermano.

Acarició la cabeza de su hermano pequeño, consolándolo, mientras cruzaban sus miradas; uno no podía evitar las lágrimas, el otro lo contemplaba con serenidad.

-Por favor dime que me perdonas– rogó el joven.

-Hace mucho tiempo que te perdone– un tono cálido acompaño sus palabras.

-Nuestros padres han sufrido a causa de tu muerte– trago saliva –No lo dicen, pero me culpan de que tú murieras.

-A todos nos llega el momento de partir y ese fue el mío. Negunechen me guardo para que yo te salvara y así tú cumplieras con el propósito que te ha sido reservado.

-Solo deseo que vuelvas conmigo y olvidar todo lo que ha pasado.

-Hermano lo que ya paso no puede ser cambiado, pero no debes permitir que tu pasado te persiga. Era un guerrero valiente y has sido elegido para una misión, recuerda, jamás dejes que el dolor y el remordimiento entren en tu vida, de lo contrario te carcomerán hasta lo más profundo del alma.

Ambos guardaron silencio, no necesitaban hablar, lo único que deseaban era disfrutar aquel momento de fraternal intimidad, ese instante donde dos hermanos amados se volvían a reencontrar esta vez unidos por un sentir mucho más puro y solemne que el simple cariño. No fue hasta ese momento que Neuquén supo lo que significaba amar a su hermano.

-¿Qué debemos hacer? – su voz tranquila, reflexiva, daba a entender que su alma había recibido una paz que solo podía provenir del mismo Negunechen.

-Ven conmigo– indicó el guía.

-¿A dónde?

-Es necesario que te muestre la razón por la que estás aquí.

El primer guerrero de Negunechen "Camino Sagrado"Where stories live. Discover now