Capítulo 9

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"Yefaltun" Encargar

Aquella mañana junto con los rayos de Antú, un grupo de guerreros del sur iniciaba un viaje. Su destino un misterio, movidos solo por la convicción que el Espíritu Sagrado le hablaría a Neuquén cuando fuera necesario. Lo único claro era que debían ir hacia la Gran Cordillera, un lugar de misterios y leyendas, peligros que contrastaban con la belleza de sus parajes. Los informes decían que los kalkus merodeaban esos lares, dando a entender que ya sabían de sus intenciones y del propósito de su viaje. Kurrakewün avanzaba a todo galope, siguiendo el camino que le habían indicado hasta las cercanías de la Cordillera, iba acompañado de Menchengëru y cuatro hombres más. Sus rostros rudos y miradas toscas intimidaban el corazón de Neuquén. Junto Neuquén iban Linkokewün, Alon, Ayun y el resto de sus compañeros de rehue.

-No te preocupes. – Comentó Linkokewün mientras cabalgaba junto a Neuquén – Yo he venido para protegerte, no dejaré que nada te suceda.

-Gracias. – Respondió el muchacho. Las palabras del hombre, aunque reconfortantes, no lograban apaciguar el temor que acompañaba su alma.

-Pero procura no separarte mucho de mí y de mis hombres. – Observó por sobre su hombro -Kurrakewün puede ser muy peligroso si es que te llega a considerar su enemigo.

A Neuquén le resultaba difícil creer en que alguien pudiera ser tan temible, en especial un toqui, un hombre que debía cuidar y proteger a su gente. Pero también sabía que existen muchos hombres que buscan alcanzar el poder, sin importar los medios que debieran utilizar. Llevaban un día de viaje cuando, desde adelante del grupo, se escuchó un grito, en realidad una queja. No logró entender qué decían, ni qué ocurría. Kurrakewün y sus hombres iban a la cabeza, dando a entender que no respetaban el liderazgo del muchacho. Únicamente cuando los alcanzaron supieron el motivo de los gritos. Una bifurcación en el camino, ese era el primer obstáculo que debían pasar. Ambos dirigían a sectores muy diferentes. Ahí se encontraba Kurrakewün con sus hombres, esperando. Su mirada era la personificación de la burla, mezquindad y cinismo. Era evidente que esperaba ver cómo Neuquén decidía qué camino seguir. La verdad era que esperaba que no tuviera idea y que debieran retornar.

-Dinos qué camino debemos tomar, dignísimo toqui, poseedor del cuerno de Nahuelquin. – Mientras el toqui hablaba hizo un ademán indicando las rutas, acompañado de una enorme sonrisa sus palabras, una que llenó de incomodidad al joven.

Las miradas se fijaron en él. Unos a modo de duda, otros escépticos, solo un par de ojos negros y profundos miraban confiados en que sería capaz de tomar la decisión correcta. Tomó un tiempo para pensar qué hacer. La verdad era que no tenía ni la más mínima idea de qué camino tomar. Las miradas se cruzaban y la duda del sentido de la misión y de las habilidades de Neuquén para dirigirlos, comenzaban a surgir. Bajó de su kawell y comenzó a caminar entre una y otra ruta. Alon y Ayun lo observaban deseando que escogiera con sabiduría. Linkokewün se encontraba evidentemente preocupado y Kurrakewün disfrutaba cada instante, anhelando volver al campamento y dar la noticia de que la idea de Minchekewün había sido un fracaso. De pronto, el joven tocó el cuerno; sólo un leve roce de su mano sobre éste y un pensamiento vino a su mente.

-Por la derecha. – dijo mientras alzaba su mano.

-¿Estás seguro? – inquirió Linkokewün.

-Sí, lo estoy. – respondió con una seguridad que pocas veces se veía en él.

-Me parece que adivinas. – agregó Kurrakewün con un despectivo tono en su voz.

-Si lo desea puede volver mi Nidol. De lo contrario, siga el camino que le indico. – respondió con una mezcla de respeto y autoridad.

El primer guerrero de Negunechen "Camino Sagrado"Where stories live. Discover now