Capítulo 30

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"León de la montaña" Puma

Lejos del Bucalemu, la ancestral bestia contemplaba al joven como si en él encontrara una presa indefensa, lista para ser devorada, para apretar sus con sus fauces las carnes del guerrero. Un par de aves se hicieron sentir como si anunciaran que había llegado el momento de atacar. Los alwës se hicieron presentes, gimiendo, gritando, con chillidos en vez de rugidos. Por su parte el muchacho cerró los ojos, apretó su hacha con ambas manos, afirmó su postura y se alistó a dar la lucha.

-Si he de morir que sea luchando. – dijo a la vez que tomaba aire y se preparaba para lo que fuera a venir.

Si unos días atrás le hubieran dicho que estaría dispuesto a morir a mano de un puma no lo habría creído. La verdad era que siempre se había sentido un cobarde, al menos eso le decían desde el día en que su hermano murió. Pero ahora todo era distinto, en su interior habitaba un nuevo valor, uno que iba más allá del que pueden dar los años de experiencia en combate y la destreza con las armas. Era un valor que provenía de una convicción, que pasara lo que pasara todo estaba en manos de Negunechen. Un silencio acompañó la escena, un viento recio intervino entre el joven y los alwës, mientras que el puma blanco observaba presto a dar el primer golpe. Las criaturas se lanzaron sobre el joven. Neuquén vio como volaban hacia él dejando a la vez ver que trataban de sujetar sus carnes con fauces y garras. Poco o nada pudo hacer, antes de realizar el más mínimo movimiento el puma voló sobre Neuquén, interponiéndose entre éste y sus atacantes. En cosa de un instante el animal se encontraba luchando con los alwës; sus garras cayeron sobre una de las bestias quien respondió arrojando una lluvia de arañazos. El resto de las criaturas se dejó caer sobre éste haciendo todo lo posible por acabar con su vida, solo uno de ellos se lanzó sobre Neuquén. Ambos se observaron, cara a cara, frente a frente, en ese momento supo que ya no podía seguir huyendo, que había llegado su momento de pelear. Tomó la posición de batalla que Kurrakewün le había enseñado, para su impresión la bestia fue más rápida y en cosa de un movimiento lo embistió haciéndolo volar por las aires, para luego dejarse caer propinándole una lluvia cortes con sus garras. Por un instante pensó que moriría; sin embargo, pese a todo lo esperado se percató que la fuerza de su enemigo no era tan descomunal como creía. Fue así que extendiendo ambas manos tomó al atacante por el cuello y dando una vuelta lo arrojó hacia unos arbustos, de un salto se colocó en pie, apretó su arma y arremetió, desplegando un poderoso golpe sobre su cuello. El cuerpo cayó al suelo dando sus últimos espasmos. Neuquén había ganado. Suspiro muy profundo, esbozo una sutil sonrisa. No lo podía creer había logrado vencer a un alwë una bestias conocida por su fuerza y brutalidad. Miro a su espalda, tras de él, otra lucha se desarrollaba entre el puma blanco y los alwës quienes apenas podían resistir el poder del animal. Un par bestias saltaron con sus cuerpos cortados a la mitad, la negra sangre caía al suelo, espesa, hedionda, putrefacta. Enroscaron sus espaldas y fallecieron sin antes dar un agudo chillido. Al ver la escena el resto de los atacantes desapareció entre la espesa foresta. El puma blanco avanzó hacia el joven, con la mirada fija en los ojos de éste, sin retirarla por un instante. Parecía que con cada paso que daba, lo estudiaba, reconociendo si su alma era pura o no. Neuquén escuchó en su mente una extraña voz que decía.

-He venido a protegerte.

El muchacho movió la cabeza, buscando la procedencia de la voz, acto seguido se percató que venía del animal. Entonces recordó las leyendas, los mitos que le contaba su abuela durante la niñez, historias de un animal puesto en el Nag mapu por los pillanes, con el propósito de custodiar las faldas de la gran cordillera; una criatura pura, limpia, sin mancha, con el poder suficiente para mantener alejados a todas las bestias oscuras de los lugares sagrados que se encuentran a lo largo de la montañas.

-Puedes hablar– afirmó el joven casi sin dar crédito de lo que oía.

-He sido encomendado para llevarte al Bucalemu– dijo el animal pasando por alto el innecesario comentario.

El primer guerrero de Negunechen "Camino Sagrado"Where stories live. Discover now