Capítulo 16

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"Pëshan" Perdido

El guillatún había comenzado, los guerreros del sur tocaban los instrumentos, en el centro del campamento se encontraba el rewe, sencillo, humilde, sin decoraciones, hecho a partir de ramas de araucarias y manzanos silvestres. Ramas de arbustos del lugar puestos en forma de cruz, junto a aquellos recipientes con alimentos como mudai, diversas hierbas y pastos, todo dispuesto como ofrenda a Wenu mapu. Mientras que a su alrededor hombres y mujeres con distintos instrumentos, kultrunes, pifilcas, trutrucas, todos y cada uno listos para cuando diera inicio la rogativa. Un grupo de hombres a kawell alrededor de la escena esperaba a que les dieran la señal; cuando fuera el momento dejarían salir toda la fuerza de sus almas en un cabalgar alrededor del rehue en el que exaltarían a Negunechen y clamarían pidiendo su dirección; esto era el awün, el momento en que los hombres expresaban sus plegarias como sabían, con la fuerza de sus manos y la valentía de sus almas. Un grupo de mujeres ya ancianas, las que durante la batalla habían cuidado a los heridos preparaban sus espíritus con sencillas y silenciosas rogativas para entonar el këmpém, canciones sagradas reveladas por el mismo Küme Püllü, con el propósito de que lo sagrado tocara las almas de los humanos y así pudieran ser abiertos sus ojos espirituales. El nombre con el que se les conocía era taiël, solo las más distinguidas, las de buen testimonio, mujeres que hubieran consagrado su vida a la rogativa y adoración a Negunechen podían ser parte de este grupo. Una sensación de sacra reverencia se percibía en el ambiente, como si el Espíritu de los espíritus estuviera presente tocando corazones, convenciendo de pecado y preparando todo para la humilde ceremonia. Minchekewün no sabía qué más hacer, ni qué sería lo que sucedería. Sin embargo, entendía que no eran ellos los protagonistas de todo lo que sucediera, era Negunechen quien debía tocar almas y cumplir con aquella promesa que Neguenpin le recordó días antes de morir; palabras que retumbaban con más y más fuerza a cada momento, como si solo en ellas hubiera salvación para su aflicción y sanidad para sus adoloridos corazones.

"El Espíritu de Negunechen está sobre nosotros, porque nos ungió y nos ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos libertad; a proclamar el año de la buena voluntad de Negunechen, y el día de venganza de nuestro Señor; a consolar a todos los enlutados, a ordenar que a los afligidos se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Negunechen, para gloria suya. Entonces, reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. Extranjeros apacentarán sus ovejas, y los extraños serán sus labradores y vuestros cultivadores de piños. Será así que los llamarán intercesores de Negunechen, ministros de los misterios de lo alto; comerán las riquezas de las naciones, y darán la gloria que es debida a su Señor. Entonces, en lugar de dolor tendrán consuelo y en vez de tristeza rebosarán de gozo. Porque Negunechen ha dicho, amo a los rectos de corazón, aborrezco al mentiroso y que derrama sangre inocente, a los que levantan imágenes en mi nombre y que no me conocen, a quienes dicen adorarme pero que con sus actos desechan mis deseos. Pero si ustedes me siguen y entregan su espíritu a mí y se dejan guiar por mis palabras, Yo afirmaré en verdad su obra, y haré con ustedes pacto perpetuo. Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Negunechen el Señor que hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones."

Esa era la palabra que su amigo amado le había entregado, una que en ese momento no logró comprender, pero que había quedado clavada en su mente como una lanza incrustada en el pecho; una promesa que a medida que se volvía cada vez más clara. Con el pasar de los días Minchekewün había comprendido algo, una verdad que su bien amado amigo le intentó explicar, pero que él no había estado dispuesto a entender; una verdad sencilla. El fuego en su ruka, el silencio que teñía la escena. Todo estaba dispuesto para que su alma comenzara a divagar en las palabras de su amigo. Extendió las manos hacia las llamas de la fogata.

El primer guerrero de Negunechen "Camino Sagrado"Where stories live. Discover now