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ponte cómodo — dijo el azabache mientras recibía el saco del albino y lo colocaba en el perchero.

— gracias — dijo para tomar asiento en el sofá.

Bien, iré a preparar eso —  apuntó hacia donde Gold suponía, estaba la cocina. Recibió un sentimiento como respuesta y se encaminó a la puerta color blanco que estaba como a cuatro metros de distancia. — ¡Si te aburres enciende la televisión! — gritó —

Bien — contestó en un volumen más bajo.

Obviamente no iba a encender el televisor, ni que tuviera cinco años y necesitará entretenerse viendo figuras animadas.
Simplemente se reclinó en el respaldo del sofá y cerró los ojos con pesadez, necesitaba un respiro de la agotadora vida que llevaba, si es que no quería terminar enfermo por tanto estrés.

Por otro lado, un castaño que recién despertaba — claro si tienes una fiesta en la noche tienes que dormir todo el día — se extrañó al escuchar más de una voz dentro de la casa.

Tenía que investigar, pero no iba a salir en pijama por lo que primero se arregló.

Bajó las escaleras procurando no hacer ruido y pudo ver a cierto albino al que ya había tenido el gusto de conocer. Sonrió de lado y se sentó donde no lo descubriesen, después de todo fiestas hay muchas.

[•°•°•°•]

— aquí tienes~ — colocó el plato frente al albino, quién sólo se limitaba a contemplarlo. — ¿N-No lo vas a probar?

¿tan mal se veía?

¿A dónde se fue tu confianza, hombre?

mmh — observó el platillo con duda — ¿Y si me muero?

agh — rodó los ojos. — ¿Cómo creés? Si quisiera matarte — sonrió de lado — ya lo hubiese hecho~, ahora —  tomó el tenedor y con éste una porción de spaghetti — vamos, pruébalo — dijo con suavidad, mientras aproximaba el cubierto a la boca del albino quién inmediatamente se sonrojó y negó — di "ah" —  seguía insistiendo, mas Gold se seguía resistiendo  —  ¡Qué abras la boca, carajo! — ordenó. ¿Les había mencionado que a Fred le falta paciencia?. Gold se vio obligado a obedecer, y lo hizo casi al instante — muy bien~ ¿Ves? ¿Qué te costaba?

El azabache sonreía, viendo comer a su jefe...pero lo que no le pareció fue lo que vino a continuación.

Gold llevó una mano hacia su pecho y parte de su garganta.
Situación que desconcertó al azabache.

F-Fred — pronunció con dificultad, como si el aire le faltara y es que así era.

¿Sí…?

— ¿Qué le p-pusiste a l-la comida? —

— ¿Por qué? — se empezó a alterarse.

no puedo —  pasó saliva — respirar

— ¡¿Qué?! E-eres, ¡¿Eres alérgico a algo?! — preguntó con desespero al ver el estado del otro ¡No quería matarlo!. Gold asintió — ¿A-A qué? Y-Yo..yo no sabía, ¡ay por dios!

La Luz De Mi Vida [Goldfred]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora