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Tal vez se pregunten a dónde van, pues Fred también.

Esta vez no era el chófer de Gold, quién conducía era él mismo y tampoco Iban en limosina, sino en el auto del albino.

Ninguno comentaba nada. Gold tenía la vista fija en el camino, mientras que su acompañante simplemente miraba por la ventanilla para distraerse. El silencio era muy cómodo y la verdad ninguno de los dos quería forzar una conversación.

— ¿Llegamos? — preguntó el azabache, desviando la vista al mayor, cuando se dio cuenta que había detenido el auto.

así es

— qué es este lugar — dijo viendo al frente el enorme establecimiento.

Descúbrelo por ti mismo — sonrío. Bajó del auto y lo rodeo para ir del otro lado y abrirle la puerta al azabache.

Gracias

Gold dio un asentamiento.
Caminaron a la entrada y al parecer habían llegado tarde. Una chica de cabellos castaños atados a una coleta alta, estaba cerrando el lugar.

Creo que tendremos que volver algún otro día— comentó Fred. Volteando a ver a Gold, este no dijo nada y caminó hasta la muchacha.

Fred los miraba conversar. Después unos minutos el albino regresó.

¿Y bien? — preguntó el azabache con una ceja arqueada y una sonrisa en los labios.

entremos — dijo

¿Pero no estaban cerrando? — preguntó.

Conozco a la chica y le pedí que nos dejara pasar y ella accedió — explicó — así que andando — sonrió. Tomó de la mano al azabache y empezó a caminar hacia dentro del lugar.

— wow — dijo casi sin aliento al ver la enorme pista de hielo frente a sus ojos. Gold sonrió.

[•°•°•°•]

La chica que por cierto se llamaba Alexia, les había dicho donde podían pasar a tomar el equipo correspondiente.

no creo poder hacerlo — murmuró las sí el azabache. Sin darse cuenta de que el otro lo escuchaba.

vamos, es muy sencillo — animó, terminado de colocarse los patines. — son cosas que nunca se olvidan, como montar en bicicleta.

— no sé montar en bicicleta

— ... — 

[•°•°•°•]

oh vamos Fred — se quejaba el albino, mientras tomaba de la cintura al azabache y tiraba lo más que podía, tratando de hacer que soltará la barandilla de metal, pero era inútil. — ¡Estás actuado como un niño!

— ya dije que no — decía el azabache aferrándose más. — sí tú quieres, anda pero yo aquí me quedo — sentenció con el entrecejo fruncido — ¿Sabes lo que le pasaría a este rostro perfecto si choca contra el piso? ¡Se haría mierda! Eso pasaría ¿y luego qué le diría a mis fans? —  dramatizó.

por favor, tú no tienes fans

— ¿Disculpa? dijo indignado.

vamos, no voy a permitir que eso suceda — dijo pasando por alto la pregunta del ojiplata, este lo miró con los ojos entrecerrados.

¿Y eso quién me lo asegura?

— yo

  sus miradas estuvieron fijas por unos segundos.

¿Confías en mí? — preguntó tendiendo una mano al contrario, éste la miró por unos segundos y después subió la vista hasta los ojos grisáceos, para luego a sentir. Soltó una mano del barandal y aceptó la del albino, quién sonrió —. Muy bien — Fred se soltó completamente. Gold tomó su otra mano —. Paso a paso ¿Bien? — Fred asintió.

Iniciaron lento. Gold tenía mucha paciencia, todo lo contrario a Fred quién se estaba desesperado, pero igual ponía de su parte.

En cierto punto resbaló. Ya veía su vida peligrar, pero gracias al cielo el albino lo sostuvo a tiempo.
Sus miradas se volvieron a encontrar. El rojo pintó las mejillas del azabache. Gold sonrió. Dándole a entender un:

No te soltaré

Fred imitó la acción y se afirmó nuevamente de las manos del albino.

No quiero que lo hagas.

[•°•°•°•]

Pues se la pasaron de maravilla.
Fred aprendió algo a patinar y no les mentiré la verdad que sí se había divertido mucho con Gold. Éste, por su parte, también había disfrutado mucho, tanto de la compañía del azabache como de volver a realizar una de las actividades que le gustaban. Hacía ya mas de díez años que no patinaba, y no se le había olvidado cómo hacerlo.

Iban de retorno. Pasaban de las díez.
El cielo estaba estrellado y hacía algo de frío.

El azabache tenía sueño. Gold podía notar como cerraba los ojos por momentos. Aún faltaba algo para llegar a su casa, el lugar quedaba algo retirado.

Si quieres — dijo el mayor, llamando la atención de Fred. — duerme, aún falta para llegar — desvío la vista al de cabellos negros por unos instantes, para después volverla al camino — yo te aviso cuando lleguemos.

— Gracias pero creo que estoy bien

— Como gustes

Gaddiel se concentró totalmente en el camino, que se veía algo desolado a pesar de que no era muy tarde.

Suspiró. Se acomodó de mejor manera en el asiento, pues ya se había cansado de estar en esa postura y dirigió su mirada al de piel pálida, quién siempre sí se había quedado dormido; apoyando la cabeza sobre el vidrio de la ventanilla.

El ojigris sonrió inconscientemente. Miró atento al sereno rostro de Fred.
Que lindo. Pensó.
Dirigió nuevamente la atención al frente. No quería que de pronto apareciera un tráiler y se los llevará de corbata por ir distraído, como en las películas se veía que pasaba.

Claro que, de vez en cuando, miraba de reojo a su acompañante y procuraba ir despacio para no despertarlo.

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Pues hola.

Como pudieron notar, ya hay más confianza entre ellos :3

Bien, hoy por algunos contratiempos no fui a la escuela y me dediqué al capítulo ¿Por qué? Porque sino lo hacía quién sabe cuándo lo hubiese subido.

La escuela me tiene algo atareada, con decirles que hasta pensé en suspender la historia, pero fue bajo un momento de presión ; luego me llegaron notificaciones de comentarios hermosos que me levantaron el ánimo y aquí estamos :D

Toma un pudding
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La Luz De Mi Vida [Goldfred]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora