La Luz De Mi Vida [Goldfred]

28

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— Y-Yo, no lo sé Gold — negó el azabache.

El de cabellos claros le había explicado qué, había hablado con su abuelo y que éste quería conocerlo, pero Fred, no estaba muy seguro.

— Oh, vamos —  trataba de convencer. Tomó sus manos y las besó, acción que ruborizó  al azabache—. todo saldrá bien

— pero y si no le agrado

— ¿A quien podrías no agradarle? Sólo mírate, eres perfecto

— hablo en serio

— yo también

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El azabache estaba nervioso. ¿Conocer al abuelo de Gold? Bueno, si hablamos de conocer podemos decir que ya lo conocía, de vista claro.

Pero, que lo presentara como su pareja, ya era otro nivel, un nivel que no estaba seguro de poder superar.

¿Qué tal y no le gusta para su nieto?

¿Y si no causa una buena impresión?

¿Y si se equivoca, en algo, lo que sea?

Muchas cosas rondaban su mente y la mayoría no eran buenas.

Tenía la vista clavada en en piso del auto, mientras jugaba con sus manos.
Gold lo miraba de reojo.

— Todo estará bien, no te preocupes — susurró, llamando la atención del contrario.

— eso espero...

— así será

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— abuelo — habló el albino, quién iba del brazo del azabache.

Recién habían llegado. Los nervios de Fred, lejos de disminuir se avivaron más al estar frente aquel hombre.

— Él es Fred, mi pareja — prosiguió.

— es un gusto para mí conocerlo, Señor Golden — dijo el azabache lo más firme que pudo.

Gold había tomado su mano, apretándola entre la suya para de alguna forma darle confianza.

El hombre, sonrió luego de algunos segundos.

— El gusto es mío — dijo tomando la mano del contrario para estrecharla.— ¿Por qué no pasamos a la mesa? Ahí podemos charlar.

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La noche había Sido muy pacífica y agradable.

Los nervios que carcomian al azabache se esfumaron al ver que, el abuelo de Gold, no era como se imaginaba. Todo lo contrario. Era una persona muy amable. Le hizo entrar en confianza muy rápidamente.

Y según él, no le había causado tan mala impresión, a decir verdad no estuvo nada mal.

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¡Dios, pero que mierda!

Uff, weno, no hay nada que decir

Gracias por leer

Toma una Avellana
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