CAPÍTULO IX: SANGRE PURA (PRIMERA PARTE)

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"Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que venga yo y hiera la tierra con maldición"

Malaquías 4:6

"Pero si mostráis favoritismo cometéis pecado y sois hallados culpables por la ley como transgresores"

Santiago 2:9

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Nada te despertaba mejor que el hecho de despertarte solo... Aquella era una verdad que Louis había aprendido de una muy mala manera. No podía quejarse, no quería hacerlo sabiendo que, durante toda su vida, siempre había tenido a su madre y a su hermana para sostenerse, aunque no hubiese servido para que dejara de sentirse solo. Sin embargo, jamás se había sentido tan desolado como esa mañana en la que se despertó sin él.

Tenía meses despertando sin su alfa, pero por algún motivo, aquella había sido la mañana más dolorosa; incluso más que la primera. No había dormido en algo semejante a una cama en lo que parecían años, así que no había sido capaz de descansar lo suficiente como para cerrar los ojos y perderse en la nebulosa de un sueño tranquilo. Pero se había dormido, o se desmayado, la realidad era que no lo recordaba. Lo único que sí sabía era que, por al menos un par de horas, había recibido la clemencia de un sueño en el que volvía a estar con él... con su alfa.

Pero había sido eso, solo un sueño.

Se incorporó para sentarse en el viejo colchón en el que descansaba y miró a su alrededor. El corazón se le hundió un poco más en el pecho, porque no estaba en su casa, y sin duda alguna, no se encontraba en su hogar.

Louis estaba solo, trastabillando y buscando en una soledad interminable, con el corazón vacío. Roto. Lo peor de todo era saber que seguramente Harry estaba igual o peor que él.

La pequeña cabaña parecía muy triste, muy helada y muy silenciosa. El dolor en su pecho se volvió casi insoportable, porque por un par de segundos antes de abrir los ojos, casi sintió que iba a despertar rodeado de las paredes blancas de aquella habitación en la finca, con los brazos de su alfa aferrados a su alrededor... Con una mano protectora descansando sobre su vientre abultado.

—Ya despertaste —dijo una voz atravesando la cortina que cubría la puerta. Era Zuri, la beta que había conocido luego de llegar al campamento. Traía una taza humeante en las manos. Ni siquiera se molestó en preguntarle si quería beber algo, simplemente se la dio. A Louis le temblaron un poco las manos, pero afianzó la taza, sintiendo el agradable calor irradiando por su piel helada. Su piel parecía estar siempre helada desde que lo habían separado de Harry—. Es té. Tiene un poco de miel y creo que te sentará bien hasta que esté listo el desayuno.

Louis asintió.

—No recuerdo haberme quedado dormido —mencionó antes de darle un sorbo al contenido de la taza. Sintió su estómago rugir cuando el líquido cayó. No pudo evitar hacer una mueca. Se llevó la mano al vientre de inmediato. Su cachorrito acababa de patear en su costado derecho—. Se está moviendo —murmuró con los ojos muy abiertos.

La beta esbozó una amplia sonrisa. Negó ligeramente con la cabeza.

—Realmente sigo sin entender cómo lo has hecho. —Louis entrecerró los ojos con confusión. Alejó la taza de su rostro.

—¿Cómo lo he hecho? No entiendo a qué te refieres. —Zuri se acercó. Jaló una silla y se sentó junto a él a un lado de la cama. La beta era una mujer joven. No lo sabía, pero Louis estaba seguro que tenía poco más de treinta años; treinta y cinco quizá. Mirándola de cerca, sin embargo, podía darse cuenta de la vida dura que seguramente había llevado, incluso sin conocerla. Tenía ojeras. Su piel estaba pálida y sin brillo. Parecía más vieja de lo que seguramente era.

ANDRAS: En el corazón del infierno (Libro 2 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora