CAPÍTULO XVI: DE LA MISMA SANGRE Y LA MISMA CARNE

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"No temáis; la isla está llena de ruidos, sonidos y brisas dulces que deleitan y no dañan. A veces mil instrumentos vibrantes zumban en mis oídos... A veces unas voces que, si hubiera despertado tras un largo sueño, harían que volviera a dormirme. Y entonces en sueños creí que las nubes se abrían y mostraban riquezas. Preparado para que cayeran sobre mí, desperté. Lloré por volver a soñar".

-Silent Hill, Origins

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Aquel no había sido un buen despertar. Trató de recordar, pero por más que lo intentó, nada llegó a su mente. Sabía que el sueño había sido malo, no solo porque tenía meses sin tener un sueño tranquilo, sino porque prácticamente había hecho su espalda crujir gracias a la rapidez con la que se incorporó en su lugar. Su corazón estaba golpeándole el pecho de forma incesante y más allá de todo eso, había una desagradable sensación de vacío en su pecho que parecía no irse con nada.

Ya tendría que haberse acostumbrado.

Esperaba jamás tener que hacerlo.

—¿Todo bien? —preguntó Lucio a su derecha. No pudo distinguirlo claramente gracias a la oscuridad, pero su voz constantemente preocupada era inconfundible, y por el tono de la misma, Harry pudo darse cuenta de inmediato que no lo había despertado. Probablemente el alfa tenía toda la noche en vela; vigilando—. Deberías intentar dormir un poco más, todavía faltan un par de horas para que amanezca.

Harry negó con la cabeza. Sus ojos seguían intentando acostumbrarse a la oscuridad de aquel enorme almacén. No habían prendido ninguna luz o fogata. Estaban demasiado preocupados por ser notados por quienes pudieran estar viendo.

—No creo que pueda volver a dormir. No con esta maldita calma —mencionó. Quitó la vieja cobija que se había enredado en sus piernas durante la noche, ajustó los cordones de sus botas y se puso de pie. Hacía mucho tiempo que se había acostumbrado a dormir con los zapatos puestos... Siempre esperando que algo malo sucediera. Siempre listo para levantarse apresurado. Para correr. Para huir. Estaba harto de vivir de esa manera. Se quedó un rato viendo al piso antes de dar el primer paso, había más personas a su alrededor y no quería despertar a nadie de un pisotón.

—¿A dónde vas? —preguntó Lucio, incorporándose un poco en su lugar.

—Voy a salir un momento. Solo necesito... Será un momento.

El gemelo se puso de pie enseguida.

—Voy contigo. —No se lo estaba preguntando.

El alfa asintió porque no le quedaba de otra. Si se trataba de proteger a quienes lo rodeaban, Lucio era terco como pocas personas. Además, Harry sabía que había razón en sus palabras. Estaban en un terreno desconocido, hasta no saber a qué se estaban enfrentando, era mejor ser precavidos.

Se habían instalado en el edificio de una antigua fábrica de textiles. O al menos eso parecía. Estaba medio destruido y al estar tan amplio y vacío, sin cristales que cubrieran las ventanas, el aire corría de lado a lado, calando hasta los huesos y helándoles la piel. Por seguridad no habían querido internarse mucho más en la ciudad en busca de un mejor refugio, porque no estaban seguros de lo que se iban a encontrar. Habían llegado a Órobas a media tarde y había oscurecido rápido, por lo que decidieron que lo mejor sería resguardarse en el edificio más cercano.

—Es desesperante tanto silencio, ¿no? —Ambos alfas se quedaron de pie atrás de lo que quedaba de la cerca de malla ciclónica que rodeaba a la propiedad, intentando distinguir algún movimiento a lo lejos a través de la negrura de la noche y de las llamas que todavía crepitaban y persistían en varios edificios, creando sombras y relieves. Dando la sensación de que algo se movía en medio de la noche. Aunque no fuera así.

ANDRAS: En el corazón del infierno (Libro 2 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora