CAPÍTULO XVIII: VAGABUNDO Y ERRANTE

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"Aquel que no tiene valor suficiente para ser observado desde el otro lado del abismo, no tiene valor suficiente para mirarlo él mismo. La verdad solo puede aprenderse avanzando hacia adelante"

-Silent Hill 2

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Sentía que incluso respirar le costaba trabajo. Dio un par de vueltas en la cama hasta que se sentó y miró a su alrededor. Sabía que el espacio debía ser limitado y que ellos habían llegado a ocupar un lugar que no les correspondía, por lo que se sentía un poco culpable de que lo hubiesen dejado solo en aquella habitación en la que había tres sitios más para dormir; sin embargo, lo agradecía. Luego de lo que había sucedido un par de horas atrás, su aroma se había vuelto tan intenso y amargo, que era molesto y casi irrespirable incluso para él. Seguía sintiéndose inquieto y estaba seguro de que no era una buena compañía para nadie.

Estaba haciendo frío igual que siempre, pero incluso con eso, sentía la camiseta pegada a la espalda gracias al sudor. El agudo dolor en su vientre había desaparecido, pero seguía sintiendo como si un enorme camión le hubiese pasado por encima y lo hubiese arrastrado unos cuantos metros. Adolorido de pies a cabeza y con las náuseas amenazando en su garganta, no le quedó más remedio que quedarse tumbado en la cama con la vista fija en el techo.

Según lo que Zayn le había dicho, había quedado inconsciente por unos cuarenta minutos en los que había estado tan quieto, que su amigo había tenido que acercarse hasta su rostro para verificar si todavía estaba respirando. El alfa había tenido que poner la mano un par de veces en su pecho para comprobar que su corazón no hubiese dejado de latir. Luego de eso, Harry se había despertado con un ruidoso jadeo, y se había sentado tan de golpe, que el mareo lo había hecho desplomarse en el colchón nuevamente. Lucio lo había obligado a comer un plato de sopa porque, "necesitas algo caliente en el estómago para sentirte mejor", y Harry había luchado para pasar cada bocado sin vomitar.

Lo habían dejado solo para que descansara e intentara dormir, pero había sido imposible hacerlo con la agitación que seguía sintiendo en el centro de su pecho. Todo aquello realmente había sucedido. No lo había soñado ni lo había imaginado. No había estado alucinando producto de su intensa necesidad. Él realmente había sido capaz de escuchar a su omega. Estaba demasiado lejos para poder acudir al llamado de auxilio, pero ninguno de los dos se rindió. Seguía odiando la idea de haber estado lejos en un momento tan importante, pero saber que incluso con todos esos kilómetros separándolos, de alguna forma había podido presenciar en el nacimiento de su cachorro, lo hacía sentir un poco menos culpable por no haber sido capaz de cuidar de ellos como era debido.

Ya no podía escucharlo. Por más que cerraba los ojos e intentaba concentrarse en ese murmullo bajito que siempre escuchaba muy en el fondo de su mente, la voz de Louis ya no estaba ahí. Hubiese enloquecido por el miedo de haberlo perdido, a no ser porque la marca de su unión ardía nuevamente como una herida en carne viva... Como la primera vez que su omega había clavado los dientes en su piel. Harry se consolaba pensando en la idea de que tanto Louis como su cachorro estaban bien, y que seguramente por eso ya no había ningún llamado de auxilio resonando en su mente.

Un par de golpes se escucharon en la puerta y al segundo siguiente, el rostro de Zayn apareció a un lado del bastidor, con su mirada cautelosa y preocupada. Harry sacudió la cabeza y talló el rastro húmedo de sus ojos antes de voltear a ver a su amigo.

—¿Te sientes mejor? ¿Pudiste dormir un poco? —preguntó abriendo la puerta e ingresando a la habitación. Harry negó con la cabeza y se incorporó. Hizo una mueca cuando los huesos de su espalda crujieron como un mueble viejo.

ANDRAS: En el corazón del infierno (Libro 2 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora