CAPÍTULO VI: AL FILO DEL ABISMO (PRIMERA PARTE)

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"Persigo mi final deseando asesinarlo, con la mirada fija en el pasado que se evapora, dando la espalda al tiempo nuevo, acercándome como un ciego al filo del abismo. Completamente contagiado de muerte. Contagiado hasta la sangre. Contagiado hasta el espíritu. Contagiado hasta los huesos"

-C.V.

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A pesar del bullicio que se había formado gracias a que ese beta que todos daban por muerto, había despertado luego de meses sumido en la oscuridad, el omega no había podido quedarse a celebrar con quienes todavía quedaban en la finca. Una parte de él, esa que se negaba a marchitarse por completo, se alegraba genuinamente por la felicidad de quienes habían estado esperando el regreso de ese chico que en algún momento lo había ayudado desinteresadamente, cuando se encontraba en las Criptas, solo y perdido. Otra parte, sin embargo, esa que estaba podrida de amargura y de dolor, se había llenado de rabia y de envidia. Porque deseaba ser él quien recuperara a ese que había sido arrebatado de su lado.

Pero estaba solo. El omega que cada vez parecía más frágil y más flaco, se estaba consumiendo de dentro hacia afuera, porque ya habían pasado tres meses desde que lo habían separado de su alfa y Luka había creído sentir dolor antes, pero nada se comparaba a la agonía de estar lejos de ese hombre que le había enseñado lo que era vivir realmente. Hasta antes de conocer a Liam, Luka había estado muerto, porque no había nada comparable a la plenitud de haberse entregado en cuerpo y alma a ese alfa que le había demostrado que incluso entre la podredumbre de aquella ciudad, era posible ser feliz.

Pero se lo habían arrebatado. Habían arrancado la felicidad de sus manos. Y esa felicidad le había durado muy poco. Lo habían regresado al dolor de la soledad y del abandono. A ese lugar oscuro y húmedo en el que ya no importaba si sus pies estaban descalzos. Ya no podía sentir la tierra entre sus dedos. Solo bastaba que cerrara por un segundo los ojos, para que volviera a sentir la viscosidad de la sangre bajos sus pies.

No importaba que tan lejos estuviera de la ciudad carcelaria. Sin Liam, Luka volvía a estar de nuevo en Emira, rodeado de aquellos altos muros de concreto, respirando a diario el hedor de quienes habían muerto a su lado. En ese lugar donde lo habían roto por dentro y por fuera.

Luka jamás se había sentido tan perdido. Nunca. Ni siquiera en los días en los que siendo tan solo un niño, genuinamente se había encontrado solo, vagando por las calles de Abysso...

—No creo que sea una buena idea —replicó el pequeño alfa—. También quiero salir de aquí, pero, ¿y si alguien sale lastimado? —El omega negó con la cabeza. Solo había convicción en su mirada grisácea. Lo había decidido y no iba a dar marcha atrás. No importaba si debía hacerlo él solo, iba a irse esa noche del orfanato.

—No hay nadie en esos salones a esta hora —repitió con fastidio—. Además, solo necesitamos que la alarma se encienda. No es como si fuéramos a incendiar todo el maldito lugar.

—¡Oye! —Lo reprendió el otro niño. Tenía la misma edad que Luka y tratándose de un alfa, cualquiera pensaría que sería un poco más grande y al menos bastante más decidido. No lo era. Sin embargo, sí tenía mejores modales y mejor vocabulario. En el orfanato no estaba ni de broma permitido maldecir.

—Puedo hablar como me dé la gana. No eres una profesora —se quejó Luka. El alfa rodó los ojos. Siendo pequeños de diez y doce años, el poderío de las castas no estaba ni por asomo tan marcado. Eran solo niños planeando un escape ambicioso. Aun así, a ambos alfas les quedaba claro que aquel pequeño y escuálido omega era más altanero y revoltoso de lo que un niño de esa casta debiera ser. Su forma de hablar contrastaba por completo con su aspecto frágil y pequeño.

ANDRAS: En el corazón del infierno (Libro 2 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora