Escuché que alguien tocaba el timbre, me seque las lágrimas y fui a ver quiénes eran tal vez era Clarisa que llegaba a su casa después de todo.
En ese momento me sentía dispuesto hasta de besar sus pies y pedirle perdón si es que era ella.
Machete abrió la puerta de la casa, varias personas hacían su ingreso. Recibió a uno de ellos con un fuerte abrazo, llegaron también varios tipos de mi colegio, entre ellos algunos que ni si quiera había visto ya sea porque no iba tan seguido al colegio o porque ellos no iban nunca. Tenían puesto el buzo de educación física.
También entraban chicas, pero ellas a comparación de mis compañeros venían en jean y minifaldas. Eran muy guapas, altas y seductoras, entre ellas venia Clarisa tan reluciente con ese cabello rojizo, como siempre diferenciándose de las demás.
El corazón me empezaba a latir con fuerza.
De amor.
El parpado derecho empezó a temblarme como desde hace tiempo no lo hacía, señal de que algo terrible iba a suceder.
Eran unas 30 personas entre hombres y mujeres, me escondí en la cocina para que no supiera que estaba en su casa, no hoy.
Necesitaba algo de gasolina, así que mejor fui al cuarto a comer en paz.
Saque de la bolsa los levantamuertos de la tía Juliana, estaba frio, pero igual no estaba para reprochar nada, me mire en el espejo y dije:
— No tienes nada que temer, no tienes nada que temer. Tú eres una roca, tú puedes, fuerte como una roca a pesar de todo.
Devoré en apenas 3 minutos semejante caldo.
Me tire un rato en la suave cama. Eran la 12pm. Descubrí que había una ventana en lo alto, me ayude con la mesa de noche y eche un vistazo.
El jardín era tremendo, la piscina estaba llena de pelotas de playa. Machete a la orilla conversaba con sus patas moviendo las manos como si arrojasen algo y después todos estallaban en carcajadas.
Tocaron la puerta, era el tipo de los tatuajes.
— Hey Laskoni ¿cierto? —Sí, así me llamo.
— Bueno campeón, como sabrás hoy tenemos fiesta, se festeja la despedida de soltero de uno de los amigos de machete.
— La verdad recién me entero.
— No importa, a lo que voy es que quiero hacerla y necesito de tu ayuda.
— ¿A qué te refieres?
— Tengo una misión para ti.
— ¿de qué se trata?
— Es simple, tienes que entretener a la dueña de la casa para que no nos malogre las previas. Sus padres viajaron a España tenemos la casa sola.
Sabía que se trataba de ella pero se me ocurrió preguntar lo obvio.
— Pero yo no ni quien será ¿y si no cae?
— Le dicen Labrava pero en realidad se llama Clarisa, estudia en el mismo colegio que tu pero hace 2 meses que no regresa después que cayó en una depresión. Dicen que, por los estudios, por amor, la verdad no me importa solo quiero hacerla hoy y que nadie me joda la fiesta ¿entiendes?
Rayos entonces este tipo no era ni su hermano ni el dueño de la casa ni mucho menos su enamorado para mi suerte.
¿Labrava? Desde cuando se hace llamar así la dulce Clarisa, era un apodo muy radical. Si no hacia lo que me pedía este sujeto de seguro me echarían de la casa.
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Caminos entrelazados
Teen FictionPese a las advertencias de su gran amiga, pronto descubrirá que la chispa que lleva dentro no es compatible con el lugar en el que da a parar, impaciente llamará por ayuda y solo el verdadero amor podrá salvar lo que ya se había perdido. Esta histo...