En ese momento sentí el verdadero terror, no era para menos si me estaba jugando la permanencia al prometer que no haría ninguna fechoría más, nuestro pacto estaba hecho y no quería romperlo.
— ¿Alumno Martinez que hace arriba de esa silla?
Mire a todos lados buscando una respuesta, cuando me proponía a inventar una excusa adecuada, uno de mis compañeros casualmente al que más fastidiaba dijo:
— Taquila, Perez y Echegaray escondieron el cuaderno de Vasleshka arriba del armario y Laskoni estaba buscándolo.
— Si directora — todos me apoyaron
Le tomo poca importancia a lo que escucho y siguió con lo que venía hacer.
— Guarden sus cosas y dejen todo en el salón, el encargado vendrá a cerrarlo con llave y bajen a formar en orden.
Entregué el cuaderno a Vasleshka como quien da un ramo de rosas a su amada
El momento llegó.
Mientras los demás bajaban a formar, los que representaríamos al salón nos íbamos hacia la parte trasera del estrado.
Vasleshka que era la encargada de nosotros, nos daba ánimos y recordaba lo que a cada uno le tocaba hacer.
— Vamos grupo, hagámoslo por la maestra y nuestros padres.
Cuarto D ra ra rà — decía la bulleraEl maestro de ceremonias que es también el profesor de computación dio inicio al espectáculo.
Estábamos nerviosos incluso la maestra, ella vino de intercambio a nosotros y se adaptó rápidamente gracias a su vocación de servir.
— Chicos relájense hagan lo mejor que puedan — me miró fijamente y todos nos abrazamos.
Unos se vestían para algún tipo de baile tropical y otros repasaban sus guiones, eso me hizo pensar en repasar el mío. Tome determinación y me sentí confiado en que lo que diré no pertenecerá a nadie más, solo bastara con expresar lo que siento.
Ya casi era nuestro turno teníamos preparado 3 números, una actuación interpretando la labor de las amas de casa, un cortometraje para contrarrestar la violencia familiar y mi parte.
Nos dieron el pase en medio de aplausos.
Vasleshka junto con 3 compañeros más salieron al frente y empezó todo.El patio estaba repleto o era yo el que recién no podía creer que toda esa gente cabía en el colegio por perderme de esta clase de eventos todos los años.
Cada quien en sus posiciones.
Ricardo era el encargado de interpretar el papel del padre hostigoso
Beteta la hija caprichosa
Dayana de la Madre y Vasleshka en una esquina se disponía a cantar.
El intro sonaba y todos miraban atentamente, se venía algo verdaderamente triste.
Sonaba sayonara no kanaLa madre fregaba los platos ante la impaciencia de su hija, estaba vestida con un mandil amarillo y el cabello desaliñado, de verdad lucia agotaba, tanto que se le olvida apagar la cocina y el almuerzo se quemaba. La niña sigue llorando por su comida ocasionando más desorden, se le cae un plato por tratar de solucionar el problema de la comida sabe que en cualquier momento podría llegar su esposo, iba tras un trapo para limpiar todo. La niña seguía interrumpiendo sin darse cuenta de lo que provocaba, la excusa perfecta para entrar en el cuarto y llorar por la monotonía de los días, lucia golpes en los brazos y una venda en el cuello que era cubierto por su cabello, de rodillas miraba al cielo y suplicaba por una esperanza, su hija desde la puerta observo todo y no evito romper el juguete contra el suelo por ir corriendo hacia su madre. Abrazados entre sí en cuando Vasleshka levanta la voz en una dulce melodía de éxtasis. Ambos hablaban acerca de lo mucho que se quieren, no era el momento para abrazos, pero aún no podía quitarse el miedo en que cualquier momento podría llegar el hombre de la casa, la niña arreglaba lo que antes había desordenado, parecía otra persona. El padre apareció y su hija se interpuso ante él, la madre desconcertada no hizo más que retroceder ante su llegada, imponía mucho temor la silueta del hombre y esas pintas que traía, todos lo comenzaron a abuchear. Mientras más se acercaba la música era más alta como también profunda, se arrodillo ante ella y empezó a pedirle perdón, esto era una sorpresa para la madre, las lágrimas totalmente reales de todos se dejaban ver, también Vasleshka se echó a llorar en cuando una de las heridas de la madre era curadas por el quien las provoco, se paró y fue a la cocina, cogió del mortero y se provocó a sí mismo un moretón en el brazo para sentir lo que ella sintió. Las madres lloraban y los padres abrazaban a sus parejas tan fuertemente que muchas veces no reconocemos que no todo trabajo físico es trabajo duro y ellas lo saben.
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Caminos entrelazados
Teen FictionPese a las advertencias de su gran amiga, pronto descubrirá que la chispa que lleva dentro no es compatible con el lugar en el que da a parar, impaciente llamará por ayuda y solo el verdadero amor podrá salvar lo que ya se había perdido. Esta histo...