12 - Recuerdos

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Uno de los amigos de la bestia era el causante de la piedra que por suerte no logro romper el cristal, el conductor acelero y pregunto si era premeditado o solo un accidente, no respondí.

Llegue a casa, fue antes de lo que esperaba. Me pase pensando en las palabras de Clarisa todo el camino.

Aunque me dolían algunas partes de mi cuerpo no podría dejar de pensar en ella, mi cuarto era un desastre como yo. Hice una limpieza general muy profunda, empecé a botar cosas que ya no iban conmigo, tirar las botellas de alcohol y tratar de remodelar un poco.

Al pasar las horas, saque todos mis cuadernos y con lo que podía me puse al día, que descuido, parece como si fuera marzo cuando ya estábamos en mayo. Así me la pase todo el día, tratando de actualizarme.

Entonces decidí también en hacer unas llamadas para disculparme con muchas personas entre ellos muchas mujeres a las que traté mal en varias ocasiones o al menos de las que me acordaba, quería estar bien con todos. Quería ser alguien diferente.

— ¿Dónde está mi celular? —. Sé que lo deje por aquí, no puede ser tengo cosas muy importantes allí, si cae en malas manos heriré a muchas personas, tranquilo has memoria. Llegaste en la mañana y te cambiaste de ropa luego alistaste tus cuadernos para el colegio... entonces el celular no lo traje conmigo, ah pues claro lo deje en casa de Clarisa que tonto soy y ni pude pedírselo.

Ya es de muy noche, nunca había extrañado tanto el colegio como ahora, al principio detestaba ir, solo pensaba en que el tiempo pasara más rápido. Ya estoy en 4to, nunca me había puesto a pensar en situaciones como esas o tener pensamientos tan profundos como esta noche, tengo ganas de llorar, tengo ganas de abrazar. Los recuerdos que me abaten, quisieran simplemente que desaparecieran, momentos verdaderamente desastrosos que pase por culpa de mi falta de carácter ¿es acaso que era esto lo que me faltaba?

Un empujón, una bofetada y que una mano secara mis lágrimas a pesar de ser el causante de muchas. Aún recuerdo como sucedió todo.

En primaria era el más aplicado de la clase, al llegar la promoción llore como nunca porque no quería que se terminaran las clases, al llegar las mañanas era el primero en asistir al colegio incluso aunque esté cerrado me sentaba al frente del portón esperando que alguien lo abriera, faltar no estaba en mis pensamientos, la pureza resplandecía mis caminos.

Al llegar a secundaria todo fue distinto, el separarme de mi vida habitual me impacto bastante, recuerdo que al ingresar al colegio solo tenía sentimientos de llorar, me sentía como un vaso frágil al cual si dirigías la palabra podría quebrarme ante tus ojos. Así fue, en los recreos me encerraba en el baño a llorar, los segundos pasaban por mi mente, del que se acabe de una vez el colegio, mejor hubiera repetido pensaba. Supongo que es normal lo que me sucedió, algunos reaccionamos de manera distinta ante diferentes situaciones que nos toca vivir y que todos pasan.

Uno de esos días, el dolor era tan grande que alguien noto que había llorado, se burló de mí y rápidamente corrió la voz contra los otros salones para que así tengan la excusa perfecta de ser el conejillo de indias, casi todos participaron en las provocaciones, ese día, algo cambio en mí. De pasar por elogios y aplausos en la primaria pase a provocaciones y burlas sin sentido. Se creó un rencor y sentimiento de venganza dentro de mí, me conocí a mí mismo por medio de la ira y la furia, miraba todo con más detenimiento, me convertí en observador. Quería enterarme de que clase de personas eran los que a mí me fastidiaban para que de una manera elegante enredarlos en sus mismas lenguas.

Pase semanas en la soledad, mis compañeros, aunque no me molestaban me ignoraban, en los estudios me fue muy bien. Mi curso preferido era CTA, al poco tiempo se dieron cuenta que juntándose conmigo podrían mejorar en sus calificaciones. Era de esperarse que los interesados no tardaran en llegar.

Caminos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora