10 - Mi Brújula

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Arce ahora vuelvo, espérame.

Ni caso me hizo. Era para menos, el rencuentro entre hermanos es algo único...

— Apúrate Laskoni —dijo Clarisa.

Presentí que iba a preguntarme sobre lo que le sucedió a mi amigo. Ya en el pasillo cerca de la sala, me miro a los ojos y dijo:

— Se trata de Yeibi, ha adquirido una conducta muy temeraria después de todo lo que vivió hoy.

— ¿a qué te refieres? —dije con intriga.

— Cuando estabas con Arce en la sala —demoro un poco en lo que iba a decir— se quiso suicidar con los vidrios que rompió del espejo.

— No lo puedo creer, temía que sucediera esto. Sospecho que la drogaron para lograr que llegue hasta aquí, desde que me levante permanecía sedada bajo la cama sin que me diera cuenta, al empezar la fiesta me encerré para descansar un poco. Después ya sabes todo lo que paso. —Clarisa se proponía a decir algo antes de que la interrumpiera—.

— Eh prometido vengarme de todos los que les hicieron daño.

— No vale la pena, mejor durmamos de una vez y prométeme que no buscaras venganza.

— Está bien no buscare venganza te lo prometo. —internamente me dije— Haré Justicia.

Mire mi reloj de mano, eran las 8 de la noche. Nos dirigimos de regreso al cuarto.

— Es mejor que mi amigo duerma con su hermana. La necesita mucho, sus heridas no son tan graves. El amor es el mejor remedio creo.

— ¿y tú? ¿Cómo va tu pierna?

— Casi ni la siento, la venda ha sido de mucha ayuda.

— ¿Cómo que no la sientes? — dijo asustada.

— Es decir que no siento dolor.

— Tonto no vuelvas a asustarme así.

— ¿Por cierto donde dormiré yo? —no me contesto.

Al llegar nos dimos con la sorpresa que Arce y su hermana estaban acurrucaditos como pollitos viendo un documental sobre animales.

— ¿Arce tienes hambre? —pregunto Clarisa.

— Eh... bueno la verdad que sí, gracias.

— Ahora vuelvo, traeré pizza y... ¿te gusta el café?, claro que si gracias —contesto Arce.

— Amigo ¿Cómo sigues?

— Bien ahora que estoy con mi hermana.

— Laskoni gracias por alojarnos en tu casa —dijo Yeibi.

— No Yeibi, esta es la casa de Clarisa, es una buena amiga ¿no crees?

— La mejor que conocí.

Toc toc. Espero no estés rajando de mi Laskoni.

— Para nada.

— Traje pizza para ambos, si quieren salsa aquí tienen, también azúcar si desean endulzar más su café. Están en su casa en serio.

— Gracias por ayudar a mi hermana, gracias a ambos.

— Descuida Arce, ustedes sigan viendo la tele y traten de dormir. Mañana pensaremos en qué hacer.

— Ya vámonos Laskoni, mira nada más te estas cayendo de sueño, te mostrare tu cuarto. —desconcertado respondí— ¿eh?

— Buenas noches, que duerman bien —les dije con una seña en la mano a mis amigos. La despedida fue mutua.

Caminos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora