14 - La última carpeta

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Definitivamente era él...

Qué raro, lucia algo melancólico y algo era diferente en él ¿Dónde quedo el disfrutar de lo que la vida ofrece? ¿hakunamatata?

— Así que ahora es donde me vienes a enfrentar eh ¿Dónde está la gente?

— Nada de eso, ya no hay broncas, te esperé aquí para discúlpame por todo lo que te hice.

¿y este quién es? ¿Qué le sucede? ¿No estará ebrio? Pues no huele a alcohol.

— ¿Se puede saber que te sucedió? Pensé que vendrías a....—interrumpió— Nada de eso, como ahora ya no estoy en el cole, mi papá es cristiano y me empezó hablar mucho. Y tiene razón, debo ser mejor de lo que aparento.

— Anda no sabía que tu papá era cristiano, yo respeto eso.

— Necesito que me perdones, me iré de viaje.

— ¿A dónde te vas?

— A Chile

— Eso está muy lejos

— Me iré por mucho tiempo, ya estoy grande pa seguir haciendo sonseras.

— Descuida men, yo te perdono de todo, a pesar de tanto, hemos pasado buenos momentos. No eres tan malo como la gente que no te conoce cree, solo necesitabas que alguien te enseñe el camino supongo.

— Ven aquí amigo mío.

Nos dimos un largo abrazo, me dijo que si nos volveríamos a ver seria para hacer unos negocios juntos, le deseo lo mejor a pesar de que tendrá mucho trabajo por delante.

Espero encuentre a su soporte como yo lo encontré en Clarisa.

Me voltee para verlo partir, la escena era nostálgica.

En el camino a casa me puse a pensar lo afortunado que era al haberme pasado tantas cosas buenas en tan corto tiempo, no sabía lo que me preparaba mañana excepto regresarle el cuaderno a Vasleshka pero yo sentía más felicidad que estar drogado, esto era diferente a todo lo que uno que anda buscando en las fiestas un poco de felicidad, porque sabía que si despertaba mañana todo seguiría igual, incluso mejor. Me propuse estudiar toda la noche después de almorzar, tenía hambre.

Llegue a casa por fin, no estaba nadie o eso es lo que parecía, los vecinos del lado estaban discutiendo, la pequeña Lana lloraba mientras los demás no hacían nada al respecto.
Las cosas ya estaban fuera de control, de lejos llegaba un hombre. Ojalá el detenga la pelea, solo podía poner cara de furia al ver eso, al loco poco le importaba lo que sucediera a su alrededor.

La dulce parejita discutía sin importarle su hija.

— No estaba en ese lugar, por favor déjame

— Te vieron con un hombre, no me mientas maldita ramera

— Estas ebrio, vamos adentro por favor

— Dentro de casa te explicare, ya no sigas haciendo escándalo

— Vamos dame a mi hija

Los curiosos eran cada vez más, nadie tan si quiera se atrevía a meterse en el asunto

la nena no dejaba de llorar, me fastidia saber que el tipo aparte de ser un pegaron es el más respetado de todo el barrio, no se merecían esto.

Hasta que sucedió
— Ven acá maldita

le soltó severo golpe a la cara que retumbo la puerta de cristal y fierros.

Ellos a veces solían discutir, pero esto era la gota que derramaba el vaso

Caminos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora