Capítulo 49.
Capítulo final.
-Miley no está, Justin.
-¿Qué?-las palabras llegan como balas a mi cabeza. No puedo respirar- No…no es verdad.
-Lo siento mucho, chico- me dice Erick tratando de tranquilizarme- Miley desapareció.
-¡No! ¡Mientes!- gritó sin poder moverme.
-El equipo la busco por más de media hora Justin, lo siento. Emma tiene que ser la ganadora de Citas Inesperadas.
Mis piernas se debilitan y siento como mis rodillas pegan contra el frío suelo. Tomo mi cabeza con ambas manos, jalándome fuertemente de las extremidades de mi cabello. Los gritos salen involuntariamente de mi boca seca. Siento que perdí todo, que ya no soy nadie sin ella. Las lágrimas salen incontrolablemente de mis ojos mojando toda mi cara. Nadie me escucha, todos sonríen hacia Emma que tiene una enorme sonrisa y en su cabeza se encuentra una corona. Sigo gritando con un dolor interminable en mi cuerpo. Veo que alguien se acerca a Emma, alguien que viste igual que yo y tiene mi misma complexión. Trago saliva haciendo que arda mi garganta como si me hubiera tragado una caja de clavos; soy yo con una sonrisa de enamorado abrazando a la rubia. De pronto, empieza a mover la boca, pero no logro escuchar nada, todo se vuelve borroso y apenas los puedo escuchar bien.
-Emma, te amo como nunca he amado a alguien y estoy dispuesto a entregarme a ti en cuerpo y alma para toda la vida- el otro yo se inclina frente a la rubia sacando de su saco una pequeña caja- Emma Jones, ¿Te casarías conmigo?
-¡No!- grito con las pocas fuerzas que me quedan- ¡¿Dónde está Miley?! ¡Ella tenía que estar en su lugar! ¡No lo hagas! ¡No, por favor!
Siguen sin escucharme, todos están impactados por la propuesta y Emma grita instantáneamente un “Sí” y se lanza a sus brazos. Con las manos temblando, meto mi mano a mi saco buscando la pequeña caja. Ahí sigue. La saco con esperanzas a encontrar algo en su interior. El anillo ya no está. No puedo tranquilizarme, me muevo rompiendo todo a mi paso. Aún así, nadie me escucha ni me ve.
-¡Ese no soy yo! ¡Escúchenme! ¡Necesito encontrarla! ¡Por favor!
Veo a mi madre acercarse al otro yo y tomarlo gentilmente del hombro. Corro hasta ella, pero al intentar tocarla, no siento nada. Intento tocarla nuevamente, pero sigo sin sentir nada y ella no voltea hacia mí.
-¡Madre!-grito con desesperación- ¡No, tú no, por favor!
-Sabía que tomarías la decisión correcta, hijo. Espero que sean muy felices- les sonríe cálidamente, mientras deposita un beso en la mejilla del impostor. Tal vez, tal vez estaba muerto. Tal vez ella, con su ausencia, me había matado.
Con la pequeña caja vacía en mis manos, veo como las lágrimas caían, mojándola. Corro con dirección a la habitación de Miley. Corro como nunca antes lo había hecho, subiendo las escaleras. No me canso y no paro de dar cada vez pasos más grandes, por que se que por más rápido que sea, ella no estará ahí, pero hay algo que me hace correr más rápido en cada paso que doy. Llego y la puerta está cerrada, lanzo la primera patada pero sigue sin abrirse. Aún con lágrimas en mis mejillas, pateo más fuerte hasta que la puerta cae, dejando ver mi peor enemigo.
-Te dije que no me ganarías, Bieber- sus ojos verdes, hacen que me hierva la sangre. Pero no está solo, hay alguien abrazándolo.
Es una mujer, pero no logro ver su cara porque esta volteada. Ahí, es cuando me doy cuenta que no es solo una mujer, es mi mujer, es Miley. Instantáneamente intento entrar a la habitación, pero choco con algo. No puedo entrar.