Helena
Abrí los ojos e intente adaptarme lo más rápido posible a la luz del sol. Odio el sol... Mire la ventana y al verla abierta recordé lo que había pasado anoche.
Abro grandes los ojos al recordar que no estaba en mi cama, mucho menos en mi casa, estaba donde Santiago... Y ahora que soy consciente de eso puedo ver que un brazo rodea mi cintura y automáticamente me vuelvo roja.
Me quito su brazo de encima y debido a que lo muevo un poco, también pude sentir su relajada respiración en mi cuello y aquello me causaba cosquillas... Pero se sentía increíblemente bien sabiendo que venía de él.
Y eso me daba un poco de miedo. ¿Qué pasa si me termino acostumbrando a esto y él un día solo decide irse...? Me destruiría.
- No pienses en eso - me dice mi loba -. No debes temer... No se irá a ningún lado, créeme. Te quiere tanto que tiene miedo de explotar, él también tiene miedo y es normal - me dice haciendo que me sorprenda.
Hoy es nuestra cita. Tampoco tengo idea como vaya a terminar... ¡Ni que ponerme! Carajo siempre dejando todo para última hora.
Con cuidado me salgo de la cama. Le veo unos segundos más dormir y luego salgo por la ventana... Tengo que ir de compras a algún lugar cercano porque no tengo tiempo de ir a casa y pensandolo bien, hoy tengo escuela.
Miro la hora en mi celular y prácticamente ya había perdido las clases del día de hoy. Supongo que hoy no iré... Termino mandandole un mensaje a Lea para no preocuparla y luego llamo a mamá.
- ¡Mamita querida! - digo apenas me contesta la llamada. Escucho un par de murmullos al otro lado, así que seguramente estaba con mi papá.
- ¿Qué quieres de mí, hijita? - me pregunta con el mismo tono.
- Mi tarjeta... ¿Puedo usarla? - pregunto y espero que me diga que sí.
- La ultima vez que te la di... Creo que compraste dos autos y gastaste un poco más de diez mil dolares en ropa - me recuerda.
- Era mi cumpleaños y eso paso hace mucho - me quejo porque siempre me decía lo mismo. Mientras espero su respuesta le pido a los guardias que me abran, lo hacen sin dudar y agradezco eso -. Además no gaste esa cantidad, exageras como siempre, mamá.
- ¿Para qué la quieres?
- Ropa. Tengo una cita con Santiago y no tengo tiempo de ir a casa, tampoco tengo efectivo ahora que reviso mis bolsillos, tengo solo la tarjeta. Pensé en comprar algo en una tienda y ya... Además de que quiero pasear un rato por la ciudad. ¿Entonces? - le pregunto y me dispongo a pedir un taxi. Pero al ser una zona exclusiva, no pasa ninguno por lo que tengo que usar mi velocidad sobrenatural para salir de esta zona.
- ¿Escuchaste eso? Me debes diez mil euros, lobito - escucho que dice y me confundo, hasta que soy capaz de entender todo y no me sorprende -. Amor, me hiciste ganar una apuesta... La tarjeta es toda tuya. Pero ya sabes que no me gusta que faltes a clases, por hoy te lo paso - me asegura para luego cortarme de golpe.
- Bueno, gracias... - digo aunque se que no escucho. Supongo que papá la tiene distraída.
(...)
Caminar entre humanos era un poquito extraño... Por el simple hecho que me daba hambre pasar al lado de uno. También porque era divertido imaginar la reacción de los humanos al saber que un vampiro camina entre ellos en plena luz del día... ¿Se imagina el pánico que habría?
- ¡Fíjate!
- Perdón, culpa mía - digo al chocar por accidente con una humana y mandarla al suelo -. Ven, te ayudo - digo ofreciendo mi mano, pero ella la ignora y se levanta.
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Luna de Hielo ©
WerewolfHelena no tiene la vida de un simple mortal, no es humana, nisiquiera es de una sola raza... Ella es la mezcla de dos. Heredó la velocidad de su madre y la fuerza sobrenatural de su padre, sin embargo, ella prefiere creer que solo es una mujer lobo...