Capítulo 20

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Helena

Yo iba en serio.

Por la diosa... ¿Iba a hacerlo?

Mire de reojo a Santiago, mi destinado, la persona que ha causado miles de sensaciones y que poco a poco, ha conseguido calentar mi corazón.

Y mi cuerpo.

Yo sabía que hacerlo significaría dar un gran paso, uno muy importante y con mucho significado, porque a través del acto, viene la mordida.

Si dejaba que me muerda, lo haría oficial, separarnos sería... casi imposible.

Estaba nerviosa, espero que mi mano derecha no este sudando, pero si la mano izquierda lo hacía... seguramente la otra también.

Estaba completamente conforme con mi cuerpo, con el tiempo aprendí a aceptarlo y amarlo tal y como era. Pero... nunca me prepare para mostrarme tan íntimamente con nadie.

Y sí, demonios, estoy diciendo que soy más virgen que el aceite.

Mi experiencia con chicos era escasa, nula y Oliver no contaba, era mi amigo, aunque me haya gustado... no llegamos a nada más que abrazos y besos cortos.

Y yo no solo quería darle besos a Santiago.

Por ende, estaba comenzando a pensar que no fue tan buena idea, pero estábamos tan cerca de su habitación en una de las torres.

¿Y si no lo hacía bien?

¿Y si no le gusto una vez que me mire desnuda?

¿Él es virgen...?

Mire su rostro nuevamente, se veía tranquilo, seguro de cada paso que daba y se veía muy determinado a llevarme a su cama.

No es virgen.

Odio tener que ser yo la que no sabe nada de como hacer... el amor.

¿Haría eso con él? ¿O solo será sexo casual...?

No, imposible, eramos mates y estaba segura de que él me quería, no solo era atracción, sino algo más y que cada vez crecía.

- Te siento nerviosa... Esta bien si nos detenemos.

Me dice deteniéndose una vez que estamos en frente de su habitación. Bien, me estaba dando la opción a elegir si seguir o no, me gustaba que se haya dado cuenta de eso y me haya preguntado antes de ingresar.

Porque estaba segura que una vez cruce esas puertas... yo sería complemente suya.

Y si la idea no me molestaba en lo absoluto, ¿Por qué detener esto? No iba a dejar que mis inseguridades lo arruinen.

Yo lo quiero y lo obtengo.

Mamá siempre me hacía repetirlo.

- Quiero tenerte.

Admito sin vergüenza. Observo la expresión de su rostro, queriendo capturar su reacción a mis palabras claras, primero sonríe y sus ojos se achinan un poco, causando que se vea adorable y sexy a la vez, una mezcla que a mis ojos solo le queda bien a mi Santiago.

Luna de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora