Capítulo 41

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Helena

Escuchar sus suaves gemidos en mi oído y los míos sobre los suyos, despertaban ese lado salvaje que debía ocultar la mayoría del tiempo frente a todos.

Tire mi cabeza hacia atrás mientras sonrío levemente ante las embestidas que me da mi Luna. Me abrazo a su espalda:- Me encanta, sigue, sigue.

Le pido extasiada y cuando me obedece aumentando el ritmo me siento desfallecer. A cada embestida que me da, más cerca estoy de alcanzar mi adorado orgasmo y viene dispuesto a arrasar con todo.

Finalmente siento como me corro y mi cuerpo es recorrido por varias sensaciones deliciosas.

Poco después siento que él se viene dentro mío y seguidamente sale de mí para acostarse a mi lado. Ambos quedamos mirando el techo, donde él tiene un hechizo para que parezca que no hay nada que nos cubra, las estrellas brillan más que nunca esta noche.

- ¿Nuestro bebé está bien? - me pregunta de pronto alarmado volviendo a la realidad.

No me aguanto la risa y yo asiento:- Seguro está ofendido que recién te acuerdes.

- Hijo... o hija, no me culpes, llevaba dos meses en abstinencia y tu madre me provocó - murmura pegando sus labios casi a mi barriga ya algo hinchada.

- Mentiroso.

- Siempre me provocas, no miento - asegura y se levanta para colocarse su ropa de dormir, levanta su camiseta del suelo y me la muestra:- Era Gucci.

Observó el trozo de tela que alguna vez fue una camiseta.

- Ups, luego te compro otra, ahora ven y abrázame.

Le pido sin vergüenza alguna. Él niega y se va al baño, luego sale con unas toallas húmedas y se acerca a mí:- Primero vamos a limpiarte y luego te pones algo de ropa.

- Me gusta estar desnuda si es contigo.

- Deja de jugar con fuego, mocosa.

Me río y le miro con un cariño infinito como me limpia:- Listo, debes ir a orinar, no queremos infecciones - me recuerda mientras me ayuda a ponerme de pie.

Obedezco a lo que dice, últimamente se puso a leer mucho sobre el tema de la higiene a la hora de tener sexo y me agrada, es mucho más atento conmigo.

Si es que es posible eso.

- Me voy a bañar.

Le aviso antes de ingresar la ducha. Luego de estar unos minutos bajo el agua, me salgo y enredo una toalla en mi cabeza.

Al salir del baño veo que Santiago tiene una bandeja de plata con alitas de pollo y una jarra de limonada:- ¿Es mucho o poco?

- Huele genial, debiste pedir más - paso por su lado y le robó un beso. Abro uno de mis cajones para sacar mi pijama que es unos pantalones cortos y un top deportivo.

- Bien, iré a pedir que hagan más - sale de la habitación y yo aprovecho para cambiarme.

Mi teléfono suena y yo me apresuro a contestar, era mi padre.

- ¿Cómo está mi preciosa hija y nieta? - es lo primero que pregunta.

- Estamos bien, papá. Te extrañamos mucho, ¿cuándo vuelves? - le pregunté terminando de cambiarme, me acuesto en la cama y voy agarrando cada tanto una alita de pollo.

- Estoy algo ocupado aquí, la campaña para salvar a los animales de la zona se está complicando un poco, pero seguro en tres meses me tengas de vuelta.

Luna de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora