22.- Ayudame.

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Abrí los ojos con pesadez, no podía ver nada, todo estaba muy borroso; sentía mi mejilla contra el suelo, había un insoportable olor a sangre y no solo eso, también a carne quemada y a fuego, hacia un calor insoportable. ¿Qué demonios era este lugar? Y ¿Qué estaba pasando? Me hubiera gustado no enterarme jamás.

Apoyé mis manos en el suelo y me levante con mucha dificultad, mire a mis lados, lo que veía me obligo a abrir los ojos como platos; estaba en un cuarto que era consumido por las llamas, no era mío o alguno de la casa de Alvaro por suerte. Me pare y comencé a toser fuertemente, puse mi antebrazo cubriendo mi nariz y boca, entrecerré los ojos y me puse a caminar con cuidado. El olor era horrible; madera quemandose, carne de la misma manera y sangre, mucha sangre. Me di una pequeña inspección y me horrorice al ver que mi ropa tenia sangre, no era mía.

Mis piernas flaquearon y me tuve que apoyar en la cama, al instante se cayo el suelo junto con la cama, me tuve que balancear hacía atrás de inmediato para no caer junto con el.

-¡Maldición!

Mire el hoyo, había dos pisos; comencé a buscar las escaleras, al salir de el cuarto vi un infierno frente a mi, todo estaba envuelto en llamas, el humo hacia un poco imposible ver algo.

-¿Hola?- me aventure a gritar, aguarde un momento pero nadie respondió- ¿Hay alguien?

Encontré las escaleras, se veían muy inseguras, puse un pie en la primera y luego puse un poco de fuerza, al instante se cayo.

-Maldita sea, ¿Ahora por dónde voy?- pregunte en voz alta.

Tosí más y me dirigí a otro de los cuartos, cuando me asomé solté un grito, había dos personas; dos personas quemándose, muertas, con las caras completamente desfiguradas y con sangre alrededor suya.

-¿Qué es este infierno?- pregunte con la voz quebrada.

Me adentre más al cuarto y vi una cuna. Me prepare para lo peor y me asome, había un bebé, asesinado de la misma manera que sus padres, un pobre bebé, un alma que no tenia ningún pecado, muerto.

-Oh Dios- susurré con lágrimas resbalando por mis mejillas- tengo que salír.

Me volteé y vi una ventana, corrí hacía ella con mucha precaución, la abrí y me asomé, logre ver unas escaleras de mano y de inmediato las use, baje con precaución ya que las lágrimas no me dejaban ver nada y un paso en falso podría hacer que cayera y me rompiera las piernas.

Seguí bajando pero me distraje y mi pie se resbalo justo cuando el otro estaba apunto de bajar. Cerré los ojos para no sentir el impacto pero no llegó, abrí los ojos y vi a un chico de mi edad sosteniendome con fuerza, como si fuese una princesa, tenía un ojo completamente negro y el otro lo tapaba su cabello, su piel era tan blanca como la mía y le caía en los hombros un pelo castaño y liso, se veía más grande que yo.

-¿Estas bien, Chris?

-¡¿Quié...?!

-Ahora tenemos que irnos- me dijo mientras me dejaba en el suelo con cuidado.

-Pero...

-¡Sígueme!

Se echo a correr por la calle, era una noche fría y los faroles hacían que su sombra se viese enorme. Tuve que seguirlo, tenía preguntas que hacerle por ejemplo: Cómo me conocía.

Corrimos unas cuatro cuadras más y llegamos a una esquina donde había una casa abandonada, él se paro en seco y me hizo una señal para que entrará.

-¿Ahí?- mire la gran puerta, parecía de película de terror.

-¿Quieres hablar de "eso" aquí fuera?

¡No puedo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora