004. ·˚ ༘ ༉

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I need More.

Ya habían pasado algunas semanas, unas duras semanas para los tres chicos.

Jimin se encargaba de su propia empresa, tratando de terminar su trabajo, para poder estar con su novia. Apenas se hablaban, ya que siempre encontraba a la chica durmiendo plácidamente.

Hablando de la castaña, la pobre chica fue diagnosticada de depresión, su amiga la llevo, y el doctor lo confirmo, recetandole antidepresivos y citas al psiquiatra. Todo a espaldas del rubio.

—Nayeon, no le digas nada a Jimin, ¿si? No quiero causarle más problemas de los que ya tiene....— dijo la pelicastaña para mirar a la nombrada.

—Esta bien Nini, pero tarde o temprano le tienes que decirle a él....— la chicas asintió, y siguieron caminando por el centro comercial.

Los apagados ojos de Kim miraban las tiendas, recordando las salidas que tenía con la rubia.

“¿Te he dicho que te amo Nini?”

“Nini se enamoró del chico del centro comercial”

“Eres la mejor amiga en el mundo Nini”

Jennie bajo su mirada y de acomodó la capucha, y siguió caminando al lado de su amiga, quien la miraba preocupadamente. Le ponía bastante mal verla así. Y ambas siguieron su rumbo, mientras la castaña lloraba en silencio.

Una persona no comprende a una que tiene un estado depresivo, uno intenta e intenta, pero no puede. Lo que une puede hacer es darle amor y cariño, fuerzas. Como Nayeon y Jimin lo hacían con la de ojos gatunos. Aquella chica que de a poco empezó a no tener tantas esperanzas de volver a ver a su amiga.

Mientras por el otro lado del naipe, Jungkook era un caso perdido, desde que había salido del hospital, lo único que se dedicaba era a pasar tiempo solo, inundadose en soledad. Cómo sus obligaciones iban primero, iba a la empresa, trataba a sus empleados de una fría manera.

Sus empleados estaban extrañados con el repentino cambio de humor, ya no era el chico carismático. Todos estaban raros, mientras una disfrutaba el resultado. Ella era la única que entraba y salía de la oficina del castaño.

Todo se empezó a descontrolar, cuando la ahora rubia secretaria, le incitaba a beber alcohol, y como el débil Jeon, no se negó, y cada día, tomaba. Ahogando sus penas por Rosé. Cosa que Yeri aprovechaba para saciar ciertas cosas. Desde ahora, le encantaba que su jefe la embistiera en el sofá de cuero.

Él no estaba consciente de lo que hacía.

La pelinegra de melena caminaba a paso firme hacia la oficina de su amigo, necesitaba verlo, hablar con el, cuando miro la puerta, no dudó en tomar la manilla, para poder abrir. Pero una voz la detuvo.

—Él señor Jeon no quiere ver a nadie.— Chaeyoung la miró seriamente.

—Voy a entrar igual.

—Pero yo no lo permitiré.— la pelinegra se sorprendió por el tono de voz que había usado aquella chica, y lentamente se acercó a ella.

—Mira Yeri. Tu solamente eres la secretaría de Jeon, eso es lo que eres, una puta secretaría.— dijo la de melena.— para él no eres nada, ¿oíste? Nada.

La nombrada quedó mirando seriamente a la chica de melena negra y frunció un poco su ceño.

—Y el rubio no te viene, y eso no hará que llames su atención, el ya tiene a alguien en su corazón, y la ama bastante.— Chaeyoung se retiró del lugar, dejando a una dolida y furiosa rubia.

—Maldita seas tú Son y maldita seas tú Rosé.— dijo entredientes.— pero Rosé es un caso menos. Y yo haré lo que sea para que Kookir tenga ojos para mí.

Dijo para si misma y sonreír, y luego entrar a la oficina del castaño. A seguir emborrachandolo.

Sus ojos no dejaban de verse a sí misma. Era inevitable sabiendo que un pequeño bebé crecía en su interior. La rubia se miraba por su espejo su plano vientre, tenía bastante dudas sobre el embarazo.

Claro, ella solo tiene 19 años. Meses por cumplir los 20.

Salió del baño y se sentó en la cama, suspiró y cerró sus ojos. Empezando a imaginar.

Una sedosa cabellera castaña, una poca pronunciada nariz, lunares en su rostro, delgados labios y una sonrisa de conejo. Hermosas orbes de color chocolate.

Sintió algo frío en sus mejillas, y se las tocó. Estaba llorando. Su ánimo de fue por el piso y se recostó en la cama, las lágrimas seguían saliendo, pero Rosé no emitía ningún sonido. Pero en su mente era todo un caos.

Su bebé, Jennie, Kang.....

Jungkook.

Ya habían pasado varias semanas, y extrañaba sus abrazos, sus besos, su calidez. Su bella voz que trasmitía tranquilidad a todo su ser. Todas esas lindas cosas que hacía el, se robaron su corazón, cayendo ella perdidamente enamorada de él.

—No sabes cuánto te extraño Jungkookie....— dijo en voz baja y cerró sus ojos, tratando de conciliar el sueño. Algo que al dentro de poco, se quedó profundamente dormida.

Miró la pastilla dudosa, y se la echó a la boca, tomó un poco de agua, y aquel comprimido paso junto con el agua, salió del agua, y se sorprendió al ver al rubio en la habitación

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Miró la pastilla dudosa, y se la echó a la boca, tomó un poco de agua, y aquel comprimido paso junto con el agua, salió del agua, y se sorprendió al ver al rubio en la habitación.

—¿Jimin? ¿Qué haces aquí tan temprano? Dijiste que ibas a llegar tarde....— dijo la castaña para caminar hacia la cama.

—Termine antes de lo programado.— dijo el nombrado.— ¿Qué hiciste hoy bebé?

—Sali... Con Nayeon.— dijo la castaña para sonreír un poco. El mayor se sentó a su lado y acarició su espalda.— la pasamos... Bien.

—Me alegra escuchar eso Nini.— Park beso la mejilla de la castaña y se dirigió al baño.

La castaña se quedó mirando la puerta y suspiró.

—Primero fuimos al hospital, tengo depresión y este a sido un día de mierda.— y con eso, Jennie se preparó para dormir.

City Lights ²┊RosekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora