Capitulo II

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¿Huir? ¿Había dicho huir? ¿Huir juntos?

Candice White Ardlay se sintió violenta, su corazón había comenzado a palpitar muy rápido y se había quedado muda ante aquella descabellada propuesta, pero sin embargo él estaba ahí afuera esperando por una respuesta que ni ella sabía.

 ¿Huir? , ¿Es que era tan tonta que no podía entender el significado? , pero vaya que solo fingía y pretendía inocencia, dios sabía que ella no ignoraba lo que implicaba el huir.

Huir era algo que quería hacer hace mucho tiempo.

O al menos cuando las cosas no eran demasiado prometedoras, solo que ella nunca lo hacía, tenía la costumbre de enfrentar cualquier cosa que se le presentara, inclusive cuando esta fuera casi imposible de resolver.

Aunque no le desagradaba del todo la idea....

Pero no era sencillo, o tal vez era que era sencillamente fácil, mas su código moral le decía que se abstuviera y tomara todo como lo que seguro era: una broma , Terry a veces bromeaba mucho y seguro esta vez no era la excepción, una broma que en este momento rayaba en lo cruel.

"Huir"

Huir con con el...

Huir juntos.... Con Terry.

No podía.

Debía quedarse y aceptar las consecuencias de actos que no había cometido o por lo menos unos muy inocentes y un poco arrebatados, aunque tales actos no merecían semejante castigo, nuevamente volvería ser una paria de la sociedad, pero no le importaba , lo enfrentaría y saldría por sus propios medios con la cabeza en alto y nadie diría que Candy White no sabía mirar adelante.

Una vez más volvería al hogar de poni, no sin antes darle las gracias a las personas que la habían ayudado y un adiós a las que ya no vería, ya podía ver a la inmadura de Eliza Leagan y su hermano riéndose en su cara, bien, Eliza y su hermano podían ahogarse en su risa tonta, ya después el destino se encargaría de devolverles sus actos malsanos.

No es que ella les deseara el mal, ya no le incumbía esa gente.

Aun así ella no debía huir.

No podía.

Pero al mismo tiempo una parte de ella deseaba lo contrario, deseaba la aventura, una ola de excitación la invadió, Terry tenía razón, ¡al diablo con el castigo!, ¡al diablo con todo!, eran jóvenes ,sí, pero al diablo también con eso , la pregunta había quedado en el aire y no había vuelto a oír el timbre de su voz , pero sabía que estaba ahí, él estaba ahí, esperándola, esperando su respuesta.

La cuestión era ser valiente, porque sabía que si se negaba su vida no sería la misma, como tampoco lo sería si ella accedía a aquella loca proposición, porque eso era, una loca proposición, una proposición que ella moría por aceptar.

Por un momento se preguntó qué pensarían los Andley de ella, ¿sería una gran deshonra la que les causaría? , sería que los hermanos Leagan y su madre se regocijarían en el triunfo de verla manchar el buen nombre familiar, la tía Elroy le voltearía la cara definitivamente y los hermanos Cornwell probablemente a ellos no los volvería a ver, como tampoco jamás volvería a Lakewood y no podría encontrar a su amigo Albert que tanto le gustaba aquella vieja cabaña.

Annie y Patty seguramente seguirían siendo amigas y tal vez con el tiempo la olvidarían también.

Y aunque le daba tristeza el tal vez no volver a ver a sus amigos, sabía que esa vida no le pertenecía, aquel pensamiento de no encajar siempre la había acechado y hoy se apoderaba de ella más que nunca.

Ella no estaba hecha para ser la heredera del bondadoso tío abuelo, aquel misterioso viejecito que probablemente jamás conocería, no estaba hecha para los zapatos de una chica rica que debía actuar siempre a favor de los elogios absurdos de la sociedad, su vida no estaba ahí, tenía que encontrar su lugar en el mundo y sabía que si se quedaba, entonces algo en ella se habría perdido para siempre.

Algo que tal vez mas tarde descubriría.

-¿Terry?- llamo la chica con voz suave pero al mismo tiempo audible sin soltar a su coatí que parecía más fatigado y apesumbrado que ella que lo traía en brazos.

-Terry...- llamo por segunda vez pero él siguió sin contestar.

El silencio reino por instantes que parecían casi tan largos como un año.

Se había marchado, lo había hecho, al final había sido una broma, mañana cuando saliera expulsada no le dirigiría la palabra, el muy cretino se había burlado de ella, mañana que saliera lo miraría indiferentemente como si .....

Pero se mentía así misma, pues la vida parecía más brillante a su lado.

Y por alguna extraña razón se sintió demasiado triste como para pensar en el día de mañana que en pocas horas vendría a ella, era una tristeza mezclada con la decepción, debería aprender a no tomar muy enserio a la gente , a ser menos confiada, si hubiera sido lo último jamás hubiera estado encerrada en esa espantosa celda.

-¿Cuándo te vas a decidir?- su voz la sobresalto entre sus pensamientos grises.

-¡Terry!

-¿Y bien?

-Creí que ya te habías ido, te he llamado y no me contestaste- dijo ella en algo que sonaba casi a un reclamo.

Terry Grandchester hizo una sonrisa torcida y se encogió de hombros- te has tardado demasiado-comento con aquella voz sedosa y con su natural tono de broma- creo que tengo más de una hora esperando a que me respondas.

-Lo siento, ¡pero ya me he decidido!-se apresuró la rubia a decir - es verdad....¿es en serio lo que me has dicho?

-Lo siento señorita pecas pero te has tardado tanto que he cambiado de parecer y la propuesta ha expirado.

-¡Terry Grandchester!- chillo la chica haciendo mohines que él ya se podía imaginar mientras afuera la carcajada del muchacho llegaba a los oídos femeninos y la hacía sonreír.

-Te estoy tomando el pelo, pero si no me contestas ahora, creo que me echare para atrás, así que dime, ¿cuál es tu respuesta?

Las mejillas de la rubia se colorearon aun adentro de la fría celda mientras emitía una respuesta cargada de timidez - ¿tenemos un plan?

La sonrisa del muchacho se ensancho- improvisaremos pecosa, improvisaremos.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora