Capitulo Xll

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No había habido ningún pago como la señora de la taquilla le había prometido a Candy.

Terry se encontraba en una joyería en el bajo Manhattan, porque era ahí donde la gente pudiente se surtía de toda la orfebrería más fina y exclusiva. Aunque el solo estaba tratando de desprenderse de un reloj que le había regalado el duque para su cumpleaños, nada importante, recibía uno cada año, pero este era muy bonito....y costoso.

Hubiera vendido el prendedor primero, pero Candy se había encaprichado con este, diciendo que era un recuerdo de su familia y que si él no lo quería ella podía guardarlo un tiempo y devolvérselo cuando entrara en razón.

El soltó un bufido.

No tenía muy buenos recuerdos de los Grandchester y aquel prendedor no podía importarle menos, pero no se podía quejar, había vivido lleno de comodidades toda su vida. Tenía la ligera sospecha que más bien ella lo quería para su colección de broches de familias rancias, no le importaba, aún conservaba las otras preseas que guardaba en su beliz y si de sentimentalismos se trataba, todavía tenía el reloj de bolsillo con el grabado de su padre.

El dependiente de la joyería acomodo sus lentecitos de montura dorada y admiro la pieza, después sonrió al chico.

Llevaba casi una hora con el joyero quien había mordido el reloj cantidad de veces y también le había examinado con sus extraños artilugios sin decir una sola palabra, su escasez de cabello y su figura raquítica lo hacían ver un poco extraño.

— ¿Quieres venderlo o empeñarlo?

— Venderlo estaría bien.

El hombre alzo una ceja dubitativo — ¿Es tuyo?

El muchacho asintió.

— No. No creo que sea tuyo, ¿No eres un poco joven para tener algo de tanto valor? –cuestiono el hombrecillo subiendo el tono de su voz.

Aquel comentario de inmediato atrajo las miradas de otras personas que se encontraban también en la joyería, pero al dependiente no le importó y puso una sonrisa maliciosa.

— Creo que no puedo comprártelo, pero tampoco te lo puedo regresar.

Y su sonrisa se torció más.

— ¿De qué está hablando?

— Fuera de mi joyería antes de que llame a la policía...

Terry achico los ojos y por dentro estallo de coraje, era el cuarto lugar a donde iba y aquel individuo estúpido había sido el más grosero hasta ahora, un verdadero idiota ¡Y por si fuera poco se quería quedar con lo que era suyo! Sentía el deseo de golpear al sujeto en ese instante.

—Vete.

El muchacho se mordió los labios. No podía hacer escándalos, pero tampoco permitiría que le trataran así, no era su intención llamar la atención de un montón de extraños aquella mañana y mucho menos sin conseguir lo que quería.

Pero en una decisión rápida y sin dejarse llevar por su impulsividad, deicidio que lo más inteligente era marcharse con su reloj sin más drama, ya encontraría otro lugar donde ofrecerlo y esta vez sería más cuidadoso.

En un movimiento rápido trato de arrebatarle el reloj pero el hombre se dio cuenta antes y lo tomo primero que el joven.

— Devuélvamelo.- Chillo el castaño montando en cólera.

El que se enoja pierde.

El joyero volvió a sonreír.

Era cuestión de segundos para que tirara el primer golpe, después no sabía en que terminaría todo.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora