Capitulo XLII

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No hay manera de salir intactos de esta vida...

Terry tenia muchos malos recuerdos, algunos todavía muy vividos y otros que se habían fragmentado, aislandose del resto, bloqueándoles para no reavivar nada y por consiguiente evitar crear mas dolor, de poder recordar por completo la emoción seria tan intensa que tal vez ya no hubiese prolongado su estancia en el mundo.

A menudo estas memorias borrosas, los recuerdos fragmentados, a menudo vuelven a su mente, sobre todo cuando esta a punto de dormir o cuando ya lo hace, como un rompecabezas tratan de re armarse y hacerle recordar, son escenas muy vividas, son como escenas e imágenes aun peores de lo que posiblemente ocurrió, por el día trata de desechar sus pesadillas, por la tarde se siente mas optimista, pero cuando llega la noche, cuando llega la noche, la oscuridad le envuelve y no le deja escapar.

Desde que llego a Nueva York lo primero que ha hecho es irse a encerrar en su buhardilla, donde aun hay cosas de Candy por todas partes o que le recuerdan a la muchacha, al final no ha podido compartir con ella todo lo que hay en el porque no tiene mas que sentimientos negativos y no quiere que ella cambie, no quiere arrastrar a nadie con el y no quiere que un día le mire y le diga por fin lo mucho que se arrepiente de haberse quedado a su lado, no quiere cargar con los lamentos de nadie, los suyos ya le pesan mucho y le han roto por dentro.

Es curioso como en estos días no ha pensado mucho en Candy, el dejarla con Albert le tiene en paz, aunque le duele saber lo que eso significa.

Tampoco ha podido evitar pensar en su padre y en su madrastra, a veces incluso también llega a soñar con esa señora y el todavía es un niño, la duquesa le grita y le zarandea y el pequeño Terry llora, llora hasta que un día se rebela contra ella y le bautiza con el nombre de "cara de cerdo", es la primera vez que toma un cierto control sobre si y siente un tipo de orgullo torcido por defenderse a sí mismo, el duque no sabe de los maltratos solo de su mal comportamiento, quererle explicar es como hablar con una pared, nunca le deja hablar, no tiene tiempo para el, en cambio le dirige esa mirada que es solo para Terry y que conoce muy bien, es una mirada llena de decepción y tristeza, como si sospechara que Terry es mas problema de los que vale, como si ya estuviese demasiado cansado del chico.

El muchacho iracundo empieza a tomar y a fumar en respuesta a ello.

Nadie esta con el, están contra el. Pocos recuerdos guarda de su madre, tiene una fotografía y su dirección, se pregunta porque ha dejado pasar los años sin buscarle, sin pelear por el, por qué prácticamente le ha regalado, la duquesa le mira con burla y le asegura que es porque no le quiere, nadie le quiere, después se aleja sin poder contener la carcajada. Sin embargo, Terry esta convencido de que no es así.

Esa es su única fuerza. Saber que su madre donde quiera que este, piensa en el y le ama.

Entonces un día el muchacho se arma de valor. Si ha podido deambular por las calles de Londres, si se las a apañado para beber en las tabernas al lado de mal vivientes, se mete en peleas saliendo airoso en el colegio, maneja un automóvil, (algo muy raro incluso en los de su clase), la gente aun prefiere la seguridad que les significa un carruaje, tienen miedo a conducir una maquina, pero no Terry, el tiene que ser independiente, si puede hacer eso y mucho mas, entonces también puede cruzar el océano el solo, para reunirse con su madre.

Por fin.

Al menos tiene la suerte de contar con los recursos sin tardar meses para juntarlos con trabajo, así que, un día, en un arrebato, en una discusión acalorada con su padre, en un malentendido de tantos, Terry se va, hace una pequeña maleta y compra un boleto a America, lo malo de las decisiones tomadas en momentos de emoción es que no están planeadas correctamente, Terry ha escogido el peor momento del año para viajar.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora