Capitulo XXVll

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Si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido.

                                                                                                                Oscar Wilde.


— ¡Pero si te has cortado el pelo! — chillo Susana, mirando el nuevo aspecto del joven. La rubia descaradamente le contempla, había que decir que era una lástima el que se hubiera cortado toda esa melena de cabellos castaños, a Susana le gustaba como se le veía, aun cuando tapaba su cara con este en sus momentos sombríos, le recordaba a una visión, casi le hacía parecer un ser andrógino, con un vestido y una peluca tal vez hasta sería más hermoso que la misma Eleanor Baker, solo tiene que dejar de hablar y algunos se podrían confundir, esconder un poco el cuerpo de muchacho, y medir menos.

Terry es agradable a la vista, es un hecho, tiene un carácter apático pero es educado, aunque las peleas de las que ha sido participe le dejan claro que Terry jamás se pondría un vestido y pelucas, así que jamás podrá satisfacer esa curiosidad malsana que le llega en los momentos de aburrición.

Ahora el muchacho lleva el cabello peinado hacia atrás, dejando el rostro despejado, un rostro que comenzaba a perder la grasa infantil, volviéndose de facciones más angulosas que lo hacían verse más apuesto. Se veía más serio, su aspecto pulcro y sobrio lo hacía lucir un poco más grande.

— Es diferente, me gusta. — dijo la chica tomándole por el brazo, a él y a Charlie mientras caminaban por la acera.

— A mi también me gusta — bromeo el novio de Susana sin retar a su chica, porque a pesar de todo, Charlie conocía el origen coqueto de ella, y también sabía que Terry jamás se lo pensaría, al menos no con alguien como Susana, porque Charlie quería a Susana pero la conocía y sabía que era demasiado superficial y caprichosa, para lidiar con ella se requería de alguien muy paciente para aceptarle. También sabía que incluso ese día de tormenta lo único que había impedido que Terry no se arrojara del andamio había sido Candy.

Después, Terry, le había hecho prometer no contarle a nadie, y Charlie había accedido algo turbado pensando en la desgracia que pudiera haber ocurrido esa tarde, teniéndolo a él como espectador principal, más tarde cuando había querido hablar con el cómo en alguna otra ocasión Terry había cambiado la conversación rápidamente. Se le notaba incómodo y Charlie no sabía que más podía hacer.

Tampoco sabía a qué se debían sus repentinos estados de ánimo, al principio cuando le había conocido en el viejo teatro Selwyn parecía un joven normal, como muchos que conocía él también había aceptado un minúsculo papel en la obra y había ensayado todos los días por muchas horas y para haber llegado de Inglaterra con Candy persiguiendo un sueño en Broadway de verdad tenía que querer aquello. Otros se marchaban al tercer día.

Charlie no sabía si lo que Terry tenía era buena o mala suerte, porque de no haberse cancelado la obra y si Sir Oliver Wintrop hubiera pisado el teatro, Charlie no tenía la menor duda que el señor Wintrop hubiera tratado de tomarlo bajo su ala, como a algunos chicos con anterioridad. Eran solo rumores, pero también se hablaba de un joven que le había rechazado y Sir Oliver se había encargado de cerrarle todas las puertas del teatro.

Y de muchas partes...

No lo dudaba. Charlie había hecho algunos chistes de ese obscuro individuo pero sabía cuándo callarse, porque si alguna vez le escuchaba también podía irle mal. Por suerte solo le había visto un par de veces y no le había agradado, el tipo siempre iba demasiado elegante con sus fracs y sombreros de copa, también era un hombre de pocas palabras, se daba aires al caminar entre ellos con bastones de empuñadoras de oro y el ridículo bigotito, tan pronto había mirado a Charlie el hombre solo emitió una mueca de disgusto.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora