Capitulo lll

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Empezaba a adentrarse en la adolescencia, una etapa desconocida y que amenazaba con cambios corporales que no se marcharían, su cuerpo tierno y delicado comenzaba a abandonar la candidez de la infancia y se curveaba como un reloj arena , su pecho plano crecía al extremo de no poder usar más que una sola blusa de verano sobre el cuerpo y se hinchaba cada vez que aquella terrible maldición la visitaba cada mes.

Las hermanas habían tratado el tema como algo tabú y solo le habían dicho que se llamaba "menarquia" y que esta sucedía por culpa del pecado de Eva la mujer que no había podido aguantar la tentación de la carne, era una explicación tan poco lógica porque, ¿Qué pecado había cometido ella? por lo regular cuando eso ocurría no le gustaba ser tan enérgica para no correr riesgos, se sentiría morir si alguien se enterara de su nueva situación , era por eso que solía fingir tener pereza o se dormía tanto que todos la que la conocían la tachaban de dormilona.

Sería ideal estar postrada en cama hasta que aquello terminara, pero por desgracia la gente lo ignoraba, sobre todo los chicos, siempre extrañados por su falta de energía en aquellos días, la Candy de siempre se subiría a los árboles y haría un sinfín de cosas como acostumbraba.

Pero la otra Candy prefería mirarse al espejo y toquetearse esos cambios que si bien la asustaban , no dejaban de fascinarla , a veces incluso se ponía un poco de colorete que Annie había tomado del tocador de su madre sin permiso antes de dejar América y que según ninguna monja sabia de su existencia, Candy sabía que se estaba comportando como una chica superficial, no era muy diferente a Eliza y sus amigas, aunque era tan chistoso el caso de la joven Leagan quien era evidente se ponía trapos en el pecho para llamar la atención de los muchachos, pero aquellos que eran observadores podían darse cuenta y no harían mas que reírse a sus espaldas.

Y aunque algunas chicas mostraban orgullosas esos cambios, a Candy le apenaba un poco, en el espejo se podía admirar ,pero en público prefería seguir usando las coletas y de preferencia que todos los demás siguieran pensando que era una niña.

Porque ya no era una niña, pero tampoco una mujer ¿entonces que era?

Ciertamente algo había cambiado en ella, ahora podía percatarse de las miradas mal disimuladas de los hermanos Cornwell, que aunque ambos eran guapos no eran más que sus amigos , del odioso Neal quien decía odiarla tanto que era ella a la única chica que molestaba.

Y de otros cuantos.

Pero nadie le afectaba más que Terry Grandchester quien no dejaba de producirle confusión y nervios todo al mismo tiempo, siempre mirándola con socarronería, aquel muchacho no dejaba de embromarla, en un momento podía parecer estar confesándole algo muy importante, cuando al instante podía soltar una carcajada mientras ella se sonrojaba por su tonta credulidad, aunque había cosas de él que eran privadas y el que lo encontrara en esos momentos descubría una expresión amarga en su apuesto perfil.

Terry Grandchester era tan guapo que hacía temblar sus rodillas como gelatina cuando lo sentía muy próximo, le gustaba ese porte desenfadado que decía que a pesar de ser otro miembro de la nobleza eso le importaba un bledo, esos ojos intimidantes, su cara apuesta, era alto y tenía un cuerpo mucho más atlético que la mayoría de los chicos de su edad debido a la equitación y otros deportes, le gustaba hacerla enfadar y si fuera más perceptiva se daría cuenta que el joven hostil que había conocido meses atrás en el Mauritania la adoraba.

Una parte de ella se sentía decepcionada pues no hace mucho Terry la había besado en Escocia alegando que solo trataba de ser el mismo, y ella tan niña ,tan escandalizada de semejante osadía le había dado un bofetada tan fuerte que probablemente lo había hecho desistir de ser tan autentico.

Aunque pensándolo bien, él tampoco había sido muy gentil.

Solo Terry Grandchester la hacía comprender porque Eva había pecado de esa manera y esperaba que él no se diera cuenta de sus pensamientos aunque sospechaba que ya lo hacía , sobretodo cada vez que sus ojos parecían coquetear de esa manera tan descarada, como si estuviera muy seguro de sí.

-Pero Terry , ¿A dónde iremos?- le había preguntado tratando de contener aquella excitación desconocida por la aventura, después de todo solo eran dos jovenzuelos en medio de la noche , mientras Candy cuestionaba caminando a su lado Terry cargaba dos pequeñas valijas con cosas que cada uno no había podido dejar.

Él se detuvo un momento y le dedico una ligera mirada , después se encogió de hombros y dijo resuelto- supongo que primero a Southampton, iremos a América.

-¿América?-repitió ella ante lo descabellada que había sido la noche, ya nada le podía sorprender.

Mucho antes de que ella lograra pensar algo en concreto el hablo- seré actor y tu...

-¿Yo que?-pregunto confundida y temerosa, probablemente ahí terminaba todo.

- Iras conmigo.-respondió el con seguridad y bastante satisfecho.

-Si... creo que es un buen plan-dijo sintiéndose un poco decepcionada- cuando lleguemos entonces yo iré al hogar de poni y tú te harás actor ¿eh?

-Bueno.... Yo más bien pensaba en algo distinto-dijo el sin siquiera mirarla.

-¿A qué te refieres?

-Vamos Candy.... –él se detuvo de nuevo al mismo tiempo que dejaba las valijas sobre el pavimento- ¿sabes? , lo he pensado mucho ¿Por qué esperar a que el tiempo pase? - esta vez fue el quien la interrogo mientras sus ojos buscaban desesperados algún indicio de algo que ni el mismo podía nombrar-tal vez no seamos mayores y que todavía lleves coletas no ayuda mucho , tal vez no tengo un plan en especial y no sé si he sido demasiado claro , pero Candy, quiero huir contigo.

Las palabras se trababan en su garganta mientras trataba de emplear un discurso coherente pero ya no podía pensar, ahora sin desviar la mirada de los ojos del otro sus expresiones eran tristes y llenas de anhelo, era una decisión que cambiaría sus vidas para no mirar atrás, pero de no tomarla tal vez siempre se lamentarían aunque muy en el fondo ya habían elegido, era así como se sentía la desesperación por no poder detener el tiempo, sin pensarlo mucho Candy se abalanzo sobre él y echo sus brazos al cuello masculino para después besar sus labios con la torpeza de su juventud.

¡Vaya que si hubiera sido ese un buen final!

Cuando Candy volvió en sí, parpadeo un momento y sonrió tontamente ante la idea, la verdad era que no tenía todo aquel coraje como para abalanzarse sobre un muchacho y darle un beso, menos si ese era Terry Grandchester , de acuerdo, era muy guapo, pero ella también tenía su dignidad.

En ese momento el la miraba con una sonrisa torcida en un gesto burlón- huir con un Tarzan pecoso debe ser divertido- él se acercó más y tomo su barbilla entre sus dedos -- te prometo Candy, que yo cuidare de ti y tal vez algún día esos pensamientos poco puros hacia mi persona se cumplan.

Él le guiño un ojo y ella se sobresaltó tanto que su rostro se tiño de rojo.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora