Capitulo XLVI

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Los ensayos para la nueva obra teatral de la compañía Stratford se hacían mas tediosos día con día, eso contando los rumores que una estrella del tamaño de Eleanor Baker había visitado al director Robert Hathaway para hacer unas cuantas modificaciones en la obra o porque probablemente quería el protagónico, de eso nadie sabia nada.

Karen estaba al borde de la histeria o tal vez de renunciar... ninguna opción era buena, su relación con Robert Hathaway se había deteriorado desde aquel momento donde no le puso un freno a los deseos de Sir Oliver Winthrop y sus pomposidades, era un tipo nefasto y por puro capricho le había quitado su lugar dándoselo a Susana. Si bien su relación con el señor Hathaway se basaba en los beneficios, el le ayudaba en su carrera y a cambio conseguía una muchacha bonita que calentara su cama, era claro que Robert tendría una fila de candidatas para ocupar su lugar, los rumores de la señorita Baker habían terminado por convencerle.

A Karen no le importaba que la tomaran por una mujer fácil, en una carrera como la suya nadie se podia dar el lujo de ser una santa, o santo...

Y aun teniendo a su tío, un doctor muy influyente de Florida, aun así, no bastaba, Karen tenia que rascarse con sus propias uñas.

En ese gremio como seguramente en otros tantos, se escuchaban historias aberrantes, como la de aquel muchacho que se había suicidado hace un par de años, las actrices que un día habían sido muy bellas pero que cuando su luz se apagaba terminaban en las calles porque no podían dejar la bebida y para ese entonces ya habían dilapidado su dinero de maneras estupidas, Charlie le había comentado que ese Sir Oliver tenia fama de seducir muchachos, era todo muy... tórrido.

Y uno se podia dejar llevar por esa marea si no se sujetaba bien.

Con un papel menos que secundario, que era todo lo que tenia, Karen se escapo de los ensayos por un rato y decidió salir por la puerta de atrás del edificio que daba a un callejón, ahi se sentó en los primeros escalones y se puso a fumar pensando en sus posibilidades.

Que no eran muchas, pero últimamente tenia esa idea loca de mudarse a California para hacer cine mudo, no era tan prestigioso como trabajar en Broadway pero le habían ofrecido una película y ella no iba desperdiciar oportunidades cuando estaba en la flor de su juventud.

No señor, ella no iba a dejar que le cerraran las puertas en las narices.

No muy lejos, diviso a un chico recargado sobre la roja pared de ladrillo dandole una calada a su pitillo al igual que ella.

Era Terry.

No sabia si su compañero se encontraba igual de decepcionado, pues debido a que la obra seria la nueva version de Pygmalion, de George Bernard Shaw, Susana interpretaría a la pobre vendedora violetas, la señorita Doolittle y el odioso Sir Oliver interpretaría al Señor Higgins, el experto en fonética que se encarga de hacer de la señorita Doolittle todo una dama, Terry tenia el papel de Freddy, el admirador empobrecido, lo cual no eran muchas lineas como para figurar en una obra, y viéndolo como ella lo veía, le daban ganas de sugerirle que renunciaran.

Desafortunadamente para actores tan nuevos como ellos, quedarían a los ojos de los otros como unos ingratos y ademas de talento y belleza, en esta carrera había que besarle el culo a mucha gente o tachaban tu nombre de sus listas.

Cuando Terry noto su presencia, asintio con la cabeza a lo que ella palmeo el lugar vacío junto a ella para que se sentara a su lado y Terry no rechazo la oferta.

Era extraño, porque había notado como ese Sir Oliver no le quitaba la mirada de encima a Terry desde la primera vez que ensayaran, Terry, quien trataba de ignorarle olímpicamente y se resumía a hacer su trabajo, apenas contaba con unas cuantas lineas pero cuando era su turno, Oliver brincaba a su lado y le explicaba el tono que debía usar, la postura que debía tomar, todo mientras trataba desesperadamente de hacer algún contacto físico a como diera lugar.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora