Día uno: Fresas

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Kagami le había insistido en entrar a la ridícula y rosada cafetería que estaba cercas del parque donde iban a entrenar, pues aparentemente tenían un delicioso pastel de 3 leches con fresas que estaba para morirse.

Intento negarse, pero el brillo de los ojos rojos no se lo permitió. Después de todo, no podía decirle que no a su novio, además, esa sería su primera cita desde que se le confesó al pelirrojo.

- ¿No te da vergüenza estar aquí?- Habló disimuladamente, mientras hacían fila para entrar al local, al parecer había un evento, pues habían parejas y algunos grupos de amigas. Pero en su mayoría eran casi puras mujeres o chicas de preparatoria y secundaria las que estaban ahí. Realmente 2 tipos como ellos no encajaban para nada en el rosado y femenino lugar.

-Supongo...-Quiso darse una cachetada al ver la cara de desilusión que hizo Taiga por sus palabras, intentaría no decir estupideces por el resto de la cita.

Poco tiempo después los pasaron a una mesita alta, cerca de una ventana del local. Hasta el mobiliario era tierno, con un mantel blanco con bordes rosas y unas sillas blancas de madera.

Ambos se sentaron, y pronto una mesera les dio el menú.

-Buenas tardes, el día de hoy hay una promoción, en la compra de 2 piezas de pastel de 3 leches, podrán llevarse una malteada de fresa Jumbo a la mitad de precio.

Sin saber que contestarle a la mesera, se fijo en Kagami, quien dirigía su mirada hacía otra mesa, en donde una chica y su novio tomaban al mismo tiempo de la malteada.

Pudo escuchar los murmullos de otras mesas.

"Dicen que quienes tomen de la misma malteada de este lugar, estarán juntos para siempre"

"Que romántico, yo también quiero compartir una"

Oh...

Eso explica muchas cosas.

-Pediremos la promoción entonces-Kagami intentó replicar, pero parecía estar tan sorprendido que no alcanzó a formar ningúna oración.

-¿Desean algo más?

- No, eso sería todo.

Cuando la mesera se fue, pudo sentir la mano discreta del pelirrojo tocar la suya por debajo de la mesa. Volteó a verlo, para encontrarse con una pequeña sonrisa en el rostro de Kagami.

- Aomine, gracias.

- No me lo agradezcas, dios, quien hubiera pensado que serías tan cursi.

Cuando su orden llegó, Aomine reflexionó sobre la pésima idea que había sido aceptar la mesa cercana a la ventana, sólo esperaba que nadie los descubriera, no quería hacer pública su relación todavía, quería decírselo personalmente a sus padres y amigos. 

Olvido sus preocupaciones cuando Taiga acercó sus labios hacía uno de los 2 popotes de la delicada malteada de fresa. Su rostro se veía tan lindo, con los ojos brillando de emoción y sus mejillas algo rojas...

Ya quería que se dieran su primer beso.

El también se acercó, y juntos dieron el primer sorbo a la malteada. No pudo evitar cerrar los ojos de los nervios, mientras aferraba una de sus manos a su asiento.

El también quería estar con Taiga para siempre.

Tinta y sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora