Día veintiuno: Peces

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Cuando sus padres le dijeron que debía ir a una entrevista matrimonial, sinceramente quiso mandarlos al infierno y seguir con sus asuntos. Pero debido a la insistencia de su madre no le quedo de otra mas que asistir.


Aomine nunca había estado entusiasmado con la idea de contraer matrimonio, pues aunque no lo hubiese admitido nunca, el era gay. Si, toda esa fascinación que decía sentir por las tetas grandes nunca fue real, era una mera pantalla para que nadie se diera cuenta de lo que en realidad le gustaba eran los pectorales grandes.


—Maldita sea... ¿es realmente necesario esto?—Daiki se quejaba sin parar, mientras su madre le acomodaba el haori en tonos azules que habian comprado especialmente para la ocasion.


—Callate ya Daiki, no me has dejado de otra, nunca has intentado encontrarme una nuera.


—Pero un omiai? Solo a ustedes se les ocurre. 


—Es de lo mas normal hijo, nosotros solo queremos que te cases con una buena mujer y seas feliz. Ya tienes 35 años, no eres un jovencito. 

—Ya lo se madre...



Aomine camino de mala gana hasta la sala en donde seria la entrevista. Estaban en un lindo ryokan, justo en una habitación al lado de un hermoso estanque lleno de peces Koi, era un jardín bellisimo, lastima que Daiki no pudiera disfrutar la vista por las ganas de salir huyendo.


La chica que se presento frente a el era bastante hermosa, era la típica belleza japonesa, piel blanca, cabello negro y labios rojos. Lastima...si el fuera heterosexual probablemente no hubiera dudado ni un segundo en casarse con aquella fina mujer. 


—Buenos días, mi nombre es Hanaoka Akemi, es un placer conocerte. 

—Igualmente, soy Aomine Daiki.


Ambos hicieron una pequeña reverencia para mostrarse respeto. Luego de eso, sus padres no hicieron mas que conversar, el se moria del aburrimiento, pero la mujer frente a el parecia estar tan calmada que no podia decifrar lo que estaba pensando. 


—Oigan, ustedes están muy callados, ¿por que no van a dar un paseo por el jardín y se conocen un poco mejor?

—Excelente idea señora Hanaoka, anda Aomine, lleva a la señorita a dar un paseo.

—...—Pudo sentir un pellizco en la parte de su brazo que lo hizo dar un salto de su asiento. Al final ayudo a la mujer a levantarse y se fueron con camino al hermoso jardín japones. 

Al final terminaron platicando de sus trabajos y sus metas personales, aunque la que hablaba mas era Akemi, pues a Daiki poco lo importaba lo que ella tuviera que decir, si ella notaba tal desinterés de su parte probablemente seria rechazado y su madre se rendiría con el. 

Cuando llegaron al puente de regreso a la habitación, la chica se paro y se puso a mirar a los peces Koi que nadaban alegremente. El solamente se quedo callado, y espero a que hablara, aunque hubiera sido mejor que no lo hiciera. 

 —Aomine-san, si le soy sincera estoy dispuesta a aceptar el matrimonio si usted esta de acuerdo...

La cara de espanto de Aomine pudo haberlo delatado, pero cuando estaba a punto de negarse o poner una excusa, el grito de uno de los empleados del Ryokan lo distrajo. 


Hacia el venia corriendo un chico de su estatura, que no dudo en lanzarse hacia el, aunque consiguió atrapar al chico, no pudo recobrar el equilibrio perdido y termino por caer de espaldas al estanque.



Ambos se sumergieron, y como si fuese una revelación, los rayos de luz iluminaron el agua y al chico que seguía aun entre sus brazos, los irises rojizos y el cabello de el parecían pequeñas flamas encendidas bajo el agua, su rostro a pesar de ser bastante masculino poseía una belleza poco común, el corazón de Daiki latió mas rápido en su pecho.


Los peces que los rodeaban y la vegetación del estanque le dieron un toque mágico al momento, sintió que había pasado toda una eternidad mirando los otros orbes. 


Al final se soltaron para poder salir a la superficie, donde ya los habían rodeado un grupo considerable de personas, entre ellos estaban sus padres, los de Akemi y algunos empleados del Ryokan, e incluido un pequeño perro que estaba entre los brazos de un muchacho bajito y de pelo celeste. 


Pero aun así, Aomine no podía dejar de ver a Kagami, quien le sonreía con vergüenza, e intentaba disculparse.


—Realmente lo siento, es solo que no soy muy bueno con los perros, y no pude evitar saltar sobre ti...—El discurso de disculpas se corto en cuanto Taiga sintio como sus manos eran agarradas por el cliente moreno, y acercaba su rostro hacia el, la vista de cercas al atractivo rostro del moreno lo puso nervioso, e hizo que se relamiera los labios, ya iba a preguntar que pasaba, cuando al final soltó  una pregunta. 


—¿Te casarías conmigo?—Los que estaban al rededor reaccionaron de distintas maneras, algunos empleados, incluido el mejor amigo y el hermano del pelirrojo se burlaban de la escena, los padres del moreno estaban horrorizados, los de Akemi estaban serios y desilusionados, y la chica estaba furiosa y ofendida. Oye, que la pregunta debería haber sido para ella. 


Y si la pregunta los soprendio, la respuesta termino por hacer a todos enloquecer. 


—Si—Taiga le miraba entre feliz y nervioso, Aomine festejo su triunfo dándole un pequeño beso. 


—¡¿QUE?!—Todos gritaron al unisono.



Los peces aun con toda la conmoción, siguieron nadando. 


Tinta y sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora