Capítulo 27

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Cuando se percato de sus intenciones de alejarse, en un rápido acto, lo tomo de sus ropas y, como si la cercanía que tenían no fuera suficiente, lo jalo hacia él. 

—Hablas demasiado, maguito—murmullo.

—¿Ah sí? Ciérrame la boca—expuso en un tono demandante.

No se lo tuvieron que pedir dos veces, acató la petición en cuanto la recibió. Llevó sus manos a las mejillas del más alto y lo obligo, un poco dominante, a descender unos centímetros para que pudiera tener un mejor acceso a sus labios. Comenzó acercarse paulatinamente, cerrando los ojos en el camino. Sintió unas manos temblorosas en su cintura y como las yemas de sus dedos se hunden en esa parte, con la finalidad de desaparecer cualquier brecha de espacio entre ellos, hasta que...    


—Tony, amor...

Escucha que lo llaman constantemente de esa manera, a su vez, que lo agitan del hombro. Termino abriendo los ojos de golpe y al hacerlo, lo primero que vislumbro fue a una hermosa mujer de cabellera rubia y traje entallado, quien es otra que Pepper Potts.

Maldición, hasta en sus sueños lo interrumpen. Despertó colmado de frustración, demostrándolo en su expresión. 

—¿Estás bien?—interrogó preocupada y confundida—. ¿Tuviste un mal sueño?

Se sentó en la cama, sin salirse de ella, despabilándose en el proceso y sintiendo como gotas de sudor recorren su frente y su pulso cardíaco acelerado. No definiría aquello como un mal sueño, tampoco como uno bello, más bien, como uno extraño, igual que el sujeto protagonista de el. Vaya que cuando le dijo al mago que terminaría soñando con él, no era tan de broma después de todo.  

—¿Qué hora es?—ignoró la pregunta.

—Es medio día. 

—¡¿Medio día?! 

—Así es. No pudiste dormir bien, ¿verdad? 

—Anoche me costó trabajo conciliar el sueño.

—¿Hay algo que te preocupe?—estrechó su mano. 

—No, todo está bien. Súper súper bien.

—¿Quieres salir? Creo que te caería bien un poco de aire fresco. Estás muy pálido—acercó su tacto a la frente y mejillas de su pareja, examinándolo. 

—No, ahorita lo que me caería bien es estar solo.

—¿Seguro estás bien? 

—Sí, estoy perfecto. 

—De acuerdo, Tony. Te dejo solo, iré a la empresa—expresó llena de resignación—. Por cierto, no se te olvide la cena de esta noche.

—Ah sí, la cena, ¿cómo crees que lo voy a olvidar? Lo tengo aquí presente—mintió, lo había olvidado por completo y agradecía internamente que se lo recordará.


Finalizadas las clases, un inquieto Peter acudió al santuario del hechicero, en busca de respuestas por la actitud de su mentor y la ausencia de éste ayer. Está seguro que algo importante había pasado y sabe que por parte del castaño no obtendría nada si se atrevía a preguntar.

El doctor lo atendió, se sentaron en un sillón individual, uno en frente del otro, acompañados de galletitas y té.

—¿Qué tal la escuela?

—Bien, seguro tengo un diez en mi examen de Álgebra.

—Eres brillante, pero holgazán.

—Más de uno me lo ha dicho—mencionó entre risas nerviosas.

Una extraña relación (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora