Capítulo 45

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Todo cobro sentido para el Hechicero Supremo, logrando recordar que el día que sus pesadillas subieron de nivel fue el mismo en el que llegó la joven Maximoff, encontrando la respuesta al porqué los conjuros que realizaba cada noche antes de dormir no surtían efecto. 

Aunque reticente al principio, conociendo la naturaleza de sus poderes, no lo puso en tela de juicio. Eso, aunado a la cara de vergüenza de la chica y el hecho de que nunca lo refuto, le hicieron abrir los ojos y darse cuenta que, desgraciadamente, es verdad, la persona en la que deposito su confianza, lo lastimo. Llego a encariñarse tanto con ella, por lo que la decepción, el dolor de enterarse de la verdad es grande. No sólo se siente engañado, decepcionado y traicionado, sino sumamente estúpido por no haberse dado cuenta antes. Por haber sido tan ciego e ingenuo todo este tiempo. Quería llorar, mas se abstuvo de hacerlo, ya de por si su situación es lo bastante humillante como para empeorarla.

Creía que convertirse en su mentor y abrirle las puertas del santuario, hacía bien y ahora no sabe que pensar. Dormía con el enemigo siempre alegando que algo bueno veía en ella, pero en su actual situación ahora eso es difícil de discernir y de continuar sosteniendo.  


No confíes tanto en ella. Podría ser tu perdición.


Rememoro cada palabra de la discusión que sostuvo con Tony y como prefirió no escucharlo, cuando sólo deseaba su bienestar, mientras él se aferraba al peligro. Pensó lo dichoso que se sentiría por saber que tenía razón, por lo que una parte de su ser agradece que el ingeniero no se viera involucrado en esto, vaya que no se cansaría de restregarle en la cara un te lo dije. Ojalá lo hubiera escuchado. Tarde es para arrepentirse. No obstante, está dispuesto a pagar el precio, las consecuencias por sus decisiones.     

En todo momento permaneció callado, procesando la información, resignado a su suerte.     

—Puedes agradecerle en cuanto me vaya—agregó burlón, esfumándose del sitio. 

Wanda quedo inmóvil, en pleno silencio, cabizbaja, queriendo desaparecer en ese preciso instante. El hombre, si bien también quiere que desaparezca de su vista, antes desea obtener respuestas. La intriga es exorbitante.

—¿Por qué? No entiendo—ladeó la cabeza—. ¿Qué te hice para que me hicieras sufrir de esa manera?—formuló con una voz bastante afligida.

La interrogante sólo le causo sentirse peor y llorar irremediablemente, porque, en efecto, él no le hizo nada y vaya que le causo sufrimiento cuando entraba a su habitación y colocaba sus manos alrededor de su cabeza mientras sus dedos danzantes despedían estelas escarlatas; al contrario, le abrió las puertas de su casa, de su vida, de su tiempo, inclusive la defendió ante la persona que ama, le brindo ayuda cuando lo necesito. Pensar en todo aquello hacía crecer su sentimiento de culpabilidad, pero también sus ganas por salvarlo.   

No fue capaz de responder ni siquiera de verlo a los ojos.

—Mmh, nunca debí confiar en ti...—añadió decepcionado.

—Stephen...  

—¡Bien! Sea lo que te hayas propuesto, lo conseguiste... ¡Me hundiste hasta lo más profundo!—vociferó, dedicándole una mirada furiosa.

—Perdóname...—dijo entre lágrimas. 

—¿No crees que ya es un poco tarde para eso?—interrogó burlón—. El daño está hecho. ¿Acaso te burlas de mí?

Una extraña relación (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora