El hechicero se removió un poco de su lugar. Su rostro, en todo momento, se mantuvo inexpresivo, sin transmitir ninguna emoción en particular; no expresa confusión, sorpresa, consternación, enfado, felicidad o timidez... ¡Nada! Absolutamente nada, orillando al inventor a cerrar la boca, pensar lo peor y sentir una incertidumbre descomunal. Su corazón no da tregua, late aceleradamente. El discurso en su mente era más largo y romántico, habría querido expresarle en palabras elocuentes lo mucho que lo ama, lo importante que se ha vuelto en su vida y el lugar especial que ocupa en su corazón, pero se quedo sin habla. La imponente figura de Strange y su falta de reacción le está haciendo doblegarse, ocasionando que el hombre parlanchín enmudeciera inevitablemente, esperando expectante algún sonido, gesto o lo que sea por parte del caballero de ojos especiales que, para su gusto, parece bastante indiferente a las palabras pronunciadas. Sólo le queda esperar.
—Ehhh... ¿Me estás tomando el pelo?—cuestionó reticente a caer en esas palabras.
—¡¿Qué?!—clamó, sonriendo incrédulo—. Ay, no puede ser—musitó, saliendo de aquella cama para ponerse de pie.
—Escucha, si te estás vengando por alguna cosa que dije, déjame decirte que no caeré en tu bromita de muy mal gusto, por cierto, y que esto para nada es gracioso, señor bromista—advirtió escéptico.
—Oh... no... No es una broma—aseguró, controlado sus impulsos de golpear su cabeza en la pared—. Ha-hablo en serio.
—¡Ja!—sonrió socarrón—. No voy a caer en tu juego o... en lo que sea que trames—se puso a la defensiva.
—Ay, ¿es en serio, Strange?—suspiró intentando desistir en sus ganas de golpearlo—. ¡No me jodas! Es lo más verdadero que he dicho en mi vida... y... si no me crees...
Volvió a la cama. Apoyo su antebrazo izquierdo en la almohada y digirió su diestra en el cuello ajeno, hundiendo las yemas de sus dedos en esa zona. Todo el pudor, el miedo y la incertidumbre desapareció en ese agitado roce. Atrevido y seguro, ambiciona obtener un beso de esos labios acorazonados, no sólo para satisfacer su ansiado deseo y hacer realidad su fantasía, sino para demostrarle, transmitirle en ese acto tan necesitado de amor la sinceridad de sus palabras. Lamentablemente, lo único que consiguió fue que sus labios se estamparán cerca de la comisura de la boca del hechicero; se movió a tiempo para impedir aquella unión.
—¡Hey! Estás llevando demasiado lejos esto—pronunció severo.
Se quedo en blanco... helado ante lo dicho. Se levanto lo más rápido posible, colocándose en el marco de la puerta, sintiéndose un... enorme idiota. Nadie antes había logrado hacerlo sentir de esa forma, odiando ese nuevo sentir. No comprende porque se rehusa a creerle, si él piensa que ha sido demasiado obvio y ha enviado varias señales que al parecer el otro es tonto o se hace el tonto para captarlas, por tal motivo, había tomado la decisión, no sólo de ser sincero, sino directo. Nada salió como espero y cada vez todo se torna más confuso y más... Extraño.
—Sí, Strange, es una broma—terminó aceptando ante su incredulidad—. Eres difícil de engañar—fue lo último que menciono para salir huyendo de su habitación.
Stephen no hizo nada por detenerlo, permitió que se marchara. Se sentó en la orilla de su cama y una vez solo, esa expresión en su rostro se descompuso totalmente, sintiendo su corazón latir estrepitosamente. Más que estar sorprendido, está confundido. Es decir, no era tan tonto para no darse cuenta de los evidentes coqueteos del ingeniero, los cuales pasaba de largo, no le tomaba la importancia ni la seriedad al venir de una persona de tal naturaleza. Lo tomaba como un juego, nada más. Por el bien propio, prefería ignorar las muestras afectivas y poner una dura coraza para protegerse a si mismo por ese constante miedo a... ser lastimado.
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Una extraña relación (IronStrange)
Fiksi PenggemarPorque nuestra relación siempre fue como su apellido... Extraña.