Tiempo después.
Strange se alista en su habitación, de su nueva residencia ubicada en 177A Bleecker Street, un edificio conocido como Sanctum Sanctorum. Quedo con su colega y amigo, Wong, para ir a comer.
Después de su accidente, la vida de Strange dio un cambio abismal. Paso de ser un neurocirujano a un hechicero. Como hombre de ciencia, se vio obligado a creer en la magia, una transición que le costo mucho trabajo de asimilar al ahora maestro de las artes místicas.
A raíz de su accidente, en su desesperación de buscar una solución para sus manos, opto por técnicas alternativas. La medicina occidental lo había decepcionado. Viajo a Katmandú, Nepal, a un sitio conocido como Kamar-Taj. Ahí conoció un nuevo mundo. Conoció la magia y su mentora: Ancestral, que junto con Mordo, lo guiaron y lo enseñaron en las artes místicas. Claro que fue un camino difícil, lleno de retos que logro afrontar y resolver. Se volvió el mejor de todos y a la muerte de su mentora, se convirtió en el Hechicero Supremo y el guardián del ojo de Agamotto, un objeto que guarda en su interior una piedra color verde de singular poder, una Gema del Infinito: la del Tiempo.
En ese lapso, de aproximadamente dos años, le ocurrieron muchas cosas entre las que destaca su enfrentamiento con una entidad malévola de gran poder y gobernante de la Dimensión Oscura, de nombre Dormammu, un enfrentamiento en el cual murió unas cien veces y que consiguió resolver gracias a su astucia y su poder de negociación. Además, cabe resaltar, su encuentro con el Dios del trueno y el hermano de éste.
Todo marchaba bien para el ex neurocirujano. Encontró un nuevo modo de seguir adelante y de salvar vidas, sólo que más extraño y sin tanto reconocimiento y gloria como en el pasado con su antigua profesión.
Logro remediar las asperezas con su vieja amiga, Christine. Durante un enfrentamiento que tuvo con Kaecilius y sus secuaces, debido a una herida mortal, se vio obligado a recurrir a su ex colega. Consiguió disculparse y quedar en buenos términos con ella, aunque le hubiera gustado quedar a su lado. Ahora fue él quien termino con el corazón roto, mientras una capa roja, tiernamente, limpiaba sus lágrimas y le daba consuelo.
Casi todo estaba en orden y en paz, excepto por Tony Stark, con quien todavía no era capaz de disculparse. Su paso por Kamar-Taj le hizo ver sus errores del pasado, entre los cuales, esta el hombre detrás de Iron Man. Se dio cuenta de lo mal que actuó. A pesar de todo, siempre tuvo buenas intenciones con su persona y él, en cambio, se porto como un completo idiota. Recordaba las pláticas que tuvieron, las disculpas que, a diferencia de él, si ofreció, a pesar de ser un hombre de enorme ego, lo que le hacía sentir tan tonto y, principalmente, cobarde. Se quedaba pensando que de haber actuado diferente, pudieron haber sido muy buenos amigos, pero lo echo a perder.
Tenía deseos de remediar esa herida del pasado que a veces no lo dejaba tranquilo. Sin embargo, eso sólo se quedo en eso, en intenciones. Le costaba trabajo acercársele. Además, no lo veía necesario o, más bien, justo para el hombre de hierro. Sabía donde buscarlo, donde encontrarlo, pero no quería interrumpir en su vida, no ahora que, por fin, después de tanto, tiene paz y alegría. Que está dichosamente comprometido. Por supuesto, se entero de su compromiso y cuando eso sucedió, tuvo una mezcla extraña de sentimientos. Se sentía feliz por él y, a la vez, algo triste sin saber porqué, intentando a toda costa erradicar ese inusual sentimiento que no debía estar presente. Tony Stark merece ser feliz y el ahora hechicero es más que consciente de eso. No arruinaría su felicidad.
Es un buen día en el santuario de Nueva York. Cuando termino de arreglarse, de ese lugar bajo los escalones, seguido de su amigo, Wong.
—¿Es en serio? ¿No tienes nada de dinero?
—Apegarse a lo material es desapegarse de lo espiritual.
—Eso les diré en el Deli, tal vez ofrezcan un sándwich metafísico de jamón—dijo con las manos en los bolsillos.
—Ah, espera espera, creo que aquí tengo cien.
—¿Dólares?
—Rupias.
—Y equivale a...
—Aaa... Uno cincuenta.
—Ah—dejó escapar un suspiro—, ¿qué se te antoja?
—Bueno, no le diría que no a uno de atún con queso.
Terminada aquella oración, estando en la planta baja, se escucho un gran ruido, algo que sorprendió a los habitantes de la morada. Alguien cayo del cielo y se estrello contra las escaleras, dejando un gran agujero en el techo y destrozando los peldaños. Los hechiceros se pusieron en posición de ataque.
—Thanos ya viene, ya viene—alertó aquel sujeto un poco desubicado y apenas con aliento, no parecía una amenaza sino más bien una advertencia.
Strange miró un momento a su compañero y luego volvió la mirada al hombre que yacía tirado, semidesnudo.
—¿Quién? —frunció el ceño.
Ayudaron al sujeto, el cual no le hizo falta una presentación, sabían que se trata de un miembro de los Vengadores, específicamente, el doctor Bruce Banner o también conocido como Hulk. Explico la terrible situación que suscito en el espacio, todo lo relacionado a Thanos y sus planes. Strange sintió cierta pesadez y un poco de miedo, por muy hechicero que fuera ahora, sigue siendo humano. Toco ligeramente el ojo de Agamotto, una reliquia que guarda una Gema del Infinito, siendo consciente que ese tal Thanos, tarde o temprano, vendría por aquella piedra que carga cerca de su pecho y cuida celosamente.
—Necesitamos a Tony Stark—mencionó el doctor Banner.
Tony Stark... Ese nombre resonó en la cabeza del hechicero. Hacía tiempo que no escuchaba de él. Oír ese nombre no le hizo mucha gracia, no después de lo mal que terminaron. Sin embargo, a pesar de su enorme deseo de no querer volver a verlo y de haberse resistido de buscarlo antes, esta vez, no tuvo opción. Tuvo que ir en su búsqueda, no había otra alternativa y menos cuando el universo depende de ello... Cuando el peligro es inminente.
En el parque se encuentra el filántropo junto a su prometida, hablando de temas relacionados al futuro de su relación. Tony le comenta un sueño que tuvo y que se relaciona a formar una familia, a lo que Pepper responde incrédula, depositando un suave beso en los labios de su pareja. El romántico momento fue abruptamente interrumpido. Escucharon un sonido chispeante, al mismo tiempo, percibieron una luz de tono naranja. La mirada de ambos fue jalada hacia el portal que apareció y el hombre alto, de cabellos y ojos bicolor, vello facial y ropas extrañas que salió de el.
—Tony Stark, soy el doctor Stephen Strange, necesito que me acompañes—dijo con una imponente voz—. Ah y felicidades por la boda, por cierto.
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Una extraña relación (IronStrange)
Fiksi PenggemarPorque nuestra relación siempre fue como su apellido... Extraña.