Una extraña relación (IronStrange)

Capítulo 37

El oriental entro a la biblioteca, hallando a el Hechicero Supremo durmiendo en una silla, apoyando su cara en la superficie de la mesa y su capa cubriéndolo como si fuera una cobija. A un lado, observó una pila de libros de varios grosores. Una pequeña lámpara provee de luz a el sombrío espacio. 

—Stephen—lo llamó, sacudiéndole del hombro.

—¿Mmh?—se removió un poco, abriendo un ojo.

—¡Stephen!

—¿Qué sucede, Wong?—abrió finalmente los dos ojos, bostezando. En su mente, ya oye los regaños de su colega por dormirse en la biblioteca, asegurando que ese debe ser el motivo de su presencia—. Ya sé que tengo una habitación para dormir, así que...—añadió sin poder concluir.

—Te buscan—lo detuvo abruptamente.

Con esas palabras, termino por despertar.

—¿A estas horas?—cuestionó extrañado. Nadie lo busca tan tarde. Bueno, en realidad, tampoco es como si medio mundo lo buscará, por lo usual siempre es un sujeto en particular. 

—Sí—asintió serio. 

Se levantó de golpe acomodando su ropa y cabello para dar una imagen presentable. Sabía que tarde o temprano ese hombre lo visitaría. Ay, ese loco, pensó. 

—Ya voy—asintió resignado.

—No es quien tú piensas—advirtió, al percibir que daba por sentado de quien se trata. 

—¿Eh?—giró bruscamente la cabeza.

—No es Tony Stark.

—Ash, en mi mente ni paso que fuera él—negó rápidamente al verse descubierto—. ¿Quién llego?—inquirió lleno de curiosidad.

—Steve Rogers.

Engrandeció los ojos en señal de asombro. No se pregunta como lo localizo, él mismo en alguna ocasión le dio la información para cualquier emergencia, obsequiándole una tarjetita. Más bien, se cuestiona el motivo de su inesperada visita. Pronto su mente se pregunto, si su visita tiene que ver con Tony. ¿Le habrá pasado algo? Alejo esos pensamientos negativos de su cabeza y salió presuroso a atenderlo que, por la hora de su visita, piensa que debe ser importante. 

Hizo acto de presencia disimulando la preocupación que le suscitaron los pensamientos que su mente formaron, mostrándose serio y formal. 

—Capitán—lo nombró para llamar su atención.

—Ah, doctor. Disculpe que llegue así... sin avisar y a estas horas de la noche—expresó con la rectitud que lo caracteriza.

—¿Paso algo?—interrogó, ocultando su preocupación.

—No, no—negó velozmente, acompañado de una sonrisa para garantizar que no se trata de un asunto grave—. No hay nada de qué preocuparse. Sólo... necesito hablar con usted.  

—Seguro. Adelante—entraron a una sala, tomando asiento frente a uno del otro—. ¿Té?

—No, gracias.

—¿A qué se debe la visita? ¿Qué necesita?

—Un favor. 

—Ok, lo escucho.

—Cuando le pedí ser parte de los Vengadores, declino la invitación, pero me comento que puedo contar con usted como un aliado.

—Oh sí, lo recuerdo—rememoró la primera vez que entablo diálogo con el hombre que se hace llamar Capitán América y como ese detalle molesto bastante a Tony, por lo que, inconscientemente, esbozo una sutil sonrisa—. Me mantengo firme en lo dicho, Capitán. Cuéntame como un aliado para lo que sea que necesiten. Estoy dispuesto a brindar mi ayuda.