Capítulo 48

3.3K 314 266
                                    

El de cabellera azabache correspondió gratamente con la muestra de amor, colocando una de sus temblorosas manos en el brazo ajeno, apretándolo tiernamente para acercarlo más a su persona. En contraste a su primer beso, este resulto más lento, delicado y suave. 

Al separarse, se miraron fijamente por unos minutos. A ambos todavía les cuesta asimilar lo sucedido, les parece increíble. Se sienten atrapados en una especie de sueño, tan hermoso para ser real.    

—Perdóname, Tony—hablo de repente.

—¿Por qué?

—Por no escucharte cuando me dijiste que...

—¡Ah ya!—lo interrumpió veloz—. Sobre eso... No seas tan duro con ella.

Stephen lo miro perplejo, engrandeciendo los ojos y entreabriendo la boca, jamás se espero tal respuesta. Estaba más que preparado para escuchar un te lo dije.  

—¿Quién eres tú y qué hiciste con Tony?—interrogó ligeramente burlón.

—Ya que estamos en la hora de las confesiones, tengo que admitir que... yo no tenía ninguna intención de verte o visitarte. Sé que ella te empujo al peligro, pero por alguna razón, se detuvo. Creo que si no hubiera una pizca de bondad en su persona, definitivamente hubiera conseguido lo que se propuso. El caso es que... tú también tenías razón.

—Aún así, lo siento mucho.

—De acuerdo, si insistes. Te disculpo... con una condición.

—Que te escuche y no te oculte las cosas.

—Que me aceptes una cita, Stephen—dijo esto entrelazando su mano con la contraria.

Los labios del hechicero al instante formaron una sonrisa bella y nerviosa. De golpe recordó una de las razones por las que siempre mostró una actitud reticente y defensiva. La sonrisa se fue desdibujando de su rostro, alejando su mano.

—No lo sé—poso la mano en su nuca—, si antes la idea de estar con un hombre comprometido me parecía mala, ahora que estás casado, yo... 

—¿Y qué tal con un hombre divorciado?—cuestionó y en el acto recibió una mirada incrédula—. Te vas a reír de mi... ¡No duré ni un día de casado! Ni la mujer más paciente del mundo me soporto. ¿Aún sigues creyendo que eres mala opción?

—Oh, lástima. Hacían bonita pareja—admitió honesto.

—No esperes la misma respuesta de mi parte con respecto a la bruja...

—Ay—dejo escapar un suspiro de fastidio—. ¿Cuántas veces debo decir que entre Wanda y yo nunca...?

—...porque tú te ves mejor conmigo, a mi lado—completó, causando un marcado rubor en las mejillas contrarias—. Entonces... ¿Me concedes el placer de tu compañía?

Calló por unos segundos, debatiéndose mentalmente si debía acceder. 

—No sé si deba...—dudó.

—¿Por qué? ¡Háblame con la verdad!

—Tengo miedo... de involucrar mis sentimientos más allá contigo.

—¿Y tú crees que yo no tengo miedo?—lo encaró firme y audaz—. ¡Mierda! ¡Lo tengo! ¡Siempre!—alzó la voz agitado—. Todo mundo cree que no sufro, que una persona como yo tiene la vida resuelta, que por ser Iron Man debo de tener también el jodido corazón de hierro. ¡No! Soy sólo un hombre en una lata que se la pasa dudado todo el maldito tiempo. Pero de lo único que no dudo es de querer estar contigo. 

—Mi amor por ti es tan grande que... mi miedo a perderte es abismal. No... no-o quiero que mis enemigos te usen en mi contra o te lastimen por mi causa. ¿Entiendes? 

Una extraña relación (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora