Capítulo 40

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Después de años de espera, la novia no puede estar más ansiosa, está hecha un manojo de nervios, mas firme y convencida en su decisión. Feliz. Al fin el día ha llegado y ruega encarecidamente a el cielo que todo salga bien, que nada ni nadie eche a perder tan soñado día. La espera ha sido larga, por lo que es inevitablemente pensar que algo podría echarlo a perder, provocándole tremendos nervios en su interior. No obstante, tiene la seguridad y el pensamiento positivo de que todo saldrá bien, eso espera, de lo contrario, abandonaría a el inventor, aunque no tuviera la culpa de la causa, y le rogará en no hacerlo. La aún señorita Potts se arregla en compañía de unas cuantas amigas, emocionada y dichosa, típicas emociones de una mujer enamorada que está por unir su vida con el hombre de sus sueños.           

No se puede decir lo mismo del novio. A él, en cambio, todo le da igual. Luce demasiado tranquilo. Apático. No pareciera que se fuera a casar, ya que su actitud dista mucho a la de un hombre emocionado y feliz por enlazar su vida. Cualquiera de sus amigos alrededor suyo están por mucho, más feliz que él, especialmente Rhodey, quien es amigo cercano de la pareja y había deseado por mucho tiempo verlos juntos. Por fin se le haría realidad. Steve también es otros de los que están contentos por la boda, piensa, como muchos, que eso lo ayudará a sentar cabeza.

Rhodes, Rogers y Banner lo ayudan a arreglarse, mientras un pensativo Peter se mantiene al margen de la situación, sólo observando con un semblante aburrido y desganado, preguntándose: ¿por qué el doctor no ha hecho nada? ¿Acaso espero hasta este día para hacer algo? Su ausencia a el evento causa desconcierto e incertidumbre en su joven persona. 

—Estoy seguro, Tony, que el matrimonio te hará bien—comentó el rubio esbozando una sonrisa suave.

—¡Al fin nuestro playboy se nos casa!—clamó el moreno.

—Te vas a casar con una mujer maravillosa—añadió el doctor Banner. 

—¿Pueden cerrar sus picos por un momento?—estalló el ingeniero—. Gracias. Me están volviendo loco.

—Ay, alguien está nervioso—mencionó Rhodey socarrón.

—No estoy nervioso—contradijo velozmente—. Ustedes me irritan. No me dejan escuchar ni mis propios pensamientos.

—Huy, alguien está muy malhumorado—insistió su mejor amigo.

—Ustedes me ponen de mal humor. 

—Tranquilo, Tony—espetó el soldado colocando una mano en su hombro—. Casarte no es el fin del mundo.

—Necesito un momento a solas—llevó su mano al puente de su nariz, luciendo bastante... Frustrado. 

Los tres caballeros accedieron, dandole la privacidad que desea.

—¿Qué le pasa a Tony?—preguntó Steve un poco desconcertado ante esa actitud.

—¿No es obvio? Se está muriendo de nervios—respondió el coronel burlón. 

—No parece muy feliz.

—Ah, así se pone cuando está asustado. Pero está bien—le restó importancia—. Porque, aunque seguro lo niegue, está asustado. Es normal. 

—¿Y tú qué tienes, Bruce?—cuestionó Rogers al ver tan callado y pensativo al hombre.

—¿Y-yo? Nada. Estoy bien, sólo me quede pensando... cosas—sonrió nervioso, recordando, preocupado, las charlas que tuvo con el castaño respecto a el hombre que se dedica a las Artes Místicas.

El joven Parker fue el único que no abandono la habitación, le intranquiliza la decisión precipitada de su mentor. Apreciar su semblante irritable, no ayuda en nada a tener un pensamiento optimista.  

Una extraña relación (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora