Capítulo 49

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Advertencia: Contenido adulto.


Todo su cuerpo se estremeció por lo inesperado del acto y, en especial, por lo apasionado que es el hombre de cabellera marrón para besarlo, cuyos feroces besos recibió encantado, con el mismo fervor que su amante. 

Cerró sus ojos aguamarina, dejándose llevar por la deleitosa experiencia, envolviendo la ancha espalda del ingeniero con sus brazos, apretándolo, sintiéndolo... Amándolo.

En un momento dado, Tony detuvo el beso, separándose un poco para encontrarse con un rostro colorado.  

—Nada mal, eh—susurró con un ademán presumido.

—Mmh, un poco empalagoso—apenas con aliento, bromeó el hombre que se dedica a las Artes Místicas, sonriendo burlón.

Por un alargado intervalo de minutos, con sus respiraciones un poco agitadas, se mantuvieron viendo fijamente a los ojos en pleno silencio. A ambos les fascina la mirada del otro, les produce sensaciones difíciles de explicar con simples palabras. 

El inventor ágilmente rompió el calmo momento para abrazarlo, acurrucando su rostro entre el hombro y el cuello de su pareja, extasiando su sentido del olfato al aspirar el particular y embriagador aroma de su amado. Este último, siente el cálido aliento golpear suave sobre su piel. En un intento por corresponder la efusividad de su pareja, con sus titubeantes manos y cierta tímidez, se dedicó a acariciar su espalda. 

No permaneció mucho tiempo en estado de quietud, ansioso y juguetón, como si no hubiera un mañana, sin que nadie, por fin, se lo impidiera, lo lleno de castos besos, empezando por sus mejillas, siguiendo por sus labios y deteniendo su camino en aquel elegante cuello, donde consiguió erizar la piel de dicha zona. 

—Siento si... soy empalagoso, pero... moría por besarte... por tenerte cerca de mi... por tenerte así, entre mis brazos—expresó un Stark ligeramente sonrojado. 

Strange quiso colocar una de sus temblorosas manos en la mejilla ajena, pero la enorme inseguridad que le provoca esa parte de su cuerpo, le hizo frenarse. El ingeniero, reconociendo lo vacilante en sus acciones, estrechó ambas manos para besarlas con devoción y cariño, conoce la falta de confianza que sus manos le genera y lo tanto que le avergüenzan. 

—Amo tus manos—declaró dulce para darle seguridad al hombre, dedicándole un suave beso a cada una—. No tienes porque avergonzarte y menos conmigo—llevó la palma de la diestra de su contrario y la ubico en su mejilla—. No sabes como deseo que con estas manos, acaricies cada parte de mi ser—aceptó, restregando esa parte de su rostro en aquella mano, como si de un gatito se tratará, sólo le faltaba ronronear.

Tragó saliva ante las palabras que esos labios tono cereza pronunciaron. Tony se levantó, jalando a su contrario por la corbata que porta, encaminándolo a otro sitio que el hechicero desconocía, pero que ya intuía por el previo juego de besos y caricias que tuvieron en el sofá. Aunque no fue explícito en sus deseos, a los cuales no se negaría, es consciente del tipo de encuentro que su pequeño quiere y que no se va a conformar con simplicidades, lo que altero su estado nervioso, al pensar lo poco experimentado que está en la materia, en la inexperiencia que tiene para tocar un cuerpo masculino y la falta de sexo lo orilla a hundirse más en esa clase de pensamientos, tensándose por el miedo a no poder ser capaz de seguirle el ritmo, por el miedo de no cumplir sus expectativas, por decepcionarlo. Tiene la sensación de no estar a la altura del experto Tony Stark, quien seguramente es un maestro que domina el arte de la seducción. 

Aunque está hecho un manojo de nervios, trato de no evidenciarlo, luciendo un rostro seguro y neutral, manteniendo su distinguido porte.  

Llegaron a una habitación "casualmente" decorada para la ocasión, detalle que no paso desapercibido para los ojos del más alto. No pudo evitar jalar el cuello de su camisa por el repentino calor que sintió al visualizar detenidamente aquella extensa cama donde, seguramente, tarde o temprano terminarían.

Una extraña relación (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora