Capítulo 4

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Le dio tremendo golpe en el rostro que lo dejo tumbado en el suelo y con la nariz llena de sangre. A el doctor le costo trabajo reincorporarse y al hacerlo no se quedo de brazos cruzados, sin pensarlo y lleno de furia se abalanzo contra él, dándole un golpe en la cara que le dejo su ojo izquierdo morado. Así comenzaron a dar todo un espectáculo en aquella fiesta. Aprovechando la situación no falto quien grabo y saco fotos con el celular.

La pelea resulta poco favorecedora para el neurocirujano, quien no tiene tanta experiencia en peleas y dar golpes como el ingeniero, el cual, cabe destacar, está fuera de sí, mezclando la realidad con la fantasía, dejándose llevar por todas sus emociones negativas. Su mente cada vez esta más ofuscada. De un instante a otro, le pareció ver la cara de Steve Rogers en vez de la del médico, lo que desato más su furia al recordar como el Capitán América enterró el escudo en su reactor.

—Tony, ya basta—intervino una aterrada Pepper para fortuna del neurocirujano y sacando de aquel trance al castaño.

Con ayuda de otras personas consiguió finalizar la pelea que termino con un Strange bastante maltrecho, con una nariz llena de sangre, una herida en la ceja, un labio roto y hematomas por doquier.

—No es posible contigo—gritó una vez alejada—. No puedo dejarte unos minutos sin que ocasiones líos.

—Dejaría de ser Tony Stark.

—Ya cállate—se lo llevo lejos.

Por otro lado, Christine, realmente asustada, ayudo a poner de pie a su colega.

—¿Si puedes pararte?—cuestionó preocupada.

—Por supuesto que sí—puso mucho esfuerzo en levantarse—. Ay, auch—se quejo en voz bajita, intentando no evidenciar el dolor—. Con cuidado—susurró.

—¿Qué diablos hiciste? ¡Por Dios! Mira como estás.

—Luego me regañas. Vámonos—mencionó caminando con dificultad.

—Antes, vamos al hospital, mira como estás...

—No seas exagerada, no es para tanto—dijo con un pañuelo en su nariz y restándole importancia al tema.

Pese a las objeciones del azabache, hicieron una parada en el hospital donde trabajan. Strange se mantuvo sentado y quieto en la camilla de su oficina, mirando hacia la pared llena de sus reconocimientos, lastimado y enojado por haber cedido a sus impulsos, con un único pensamiento en su mente: Maldito seas, Tony Stark.

—Me vas a decir que paso—habló mientras cura sus heridas.

—Noo.

—Ay, Stephen—rió.

—¿Qué es lo que te da tanta risa? —alzo una ceja, un tanto indignado.

—Tú. Siempre tan centrado con esa temple fría e inquebrantable, no creí que fueras capaz de irte a golpes con otro hombre y menos con el mismísimo Iron Man. Te pudo haber hecho papilla.

—Ese idiota no es nada sin su armadura.

—Un genio, multimillonario, playboy, filántropo, sí, es nada.

—Ay, no empieces—rodó los ojos—. No estoy humor para tonterías. ¡Oye!, ten más cuidado—se quejo—. Auch, ¿acaso te estás vengando de mí?

—No seas llorón y quédate quieto.

La doctora termino de curar sus heridas y se marcharon.


A la mañana siguiente, en el complejo Avenger, Tony amaneció bastante malhumorado, como ya era costumbre los últimos días, aunque hoy peor que nunca por el incidente de anoche. Aunque fue algo que deseaba desde el primero momento que lo conoció, no le hizo para nada feliz, todo lo contrario, pensar en eso no lo dejo descansar. 

Una extraña relación (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora