Capítulo I

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   Miré mi atuendo en el espejo, y sonreí al verme tan bonito. Yo le asentaba de maravilla al uniforme de la universidad.

   El mismo consistía en una camisa blanca de mangas largas, una corbata y pantalón negro, y un saco del mismo color con la insignia de la universidad estampado en el lado izquierdo. Era un sitio bastante prestigioso, y por ende solo los que contaba de buena posición económica podían acceder ahí.

   —Lindo, lindo, lindo.

   Y sí, mi cara de bebé y mis pestañas rizadas, y mis labios y mis ojos y todo yo era perfecto, hermoso...

   Un toque en la puerta de mi habitación me hizo rodar los ojos. Sin dar respuesta alguna, seguí acomodando la corbata.

   "Paul, su auto lo espera afuera", era el chófer de la familia, que solía llevarnos a toda hora. A pesar que papá y mamá tenían sus respectivos autos, la mayoría del tiempo ellos preferían usar su servicio porque iban respondiendo correos en el camino. "Le informo que tenemos menos de treinta minutos para llegar a su primer día de clases."

   Hacía buen trabajo, pero yo ni siquiera me había preocupado por saber su nombre o algo más de su vida privada. Era un hombre alto, de unos cuarenta años y con el cabello oscuro peinado hacia atrás.

   —Ya voy.

   Me dirigí hacia la cama donde tomé mi mochila y la colgué sobre mi hombro, para después agarrar el móvil y llevarlo a mi bolsillo. Antes me percaté de la hora y, en efecto, estaba un poco retrasado.

   Antes de salir le dediqué una mirada a mi cómoda y resplandeciente habitación que aguardaba consigo todo lo que yo necesitaba para estar cómodo y entretenerme cuando decidía quedarme en casa. Y como si fuera poco la pared principal era de vidrio cubierta por persianas, que le daban vista a la parte trasera de la casa, y consigo la piscina.

   Cuando cerré la puerta me encontré cara a cara con el chófer, que vestía un traje negro y lucía amable, como siempre. Mis padres siempre lo habían tomado a él —y al resto de los sirvientes— como parte de la familia.

   Súbitamente me di la vuelta y transité por el pasillo, cuyo suelo de madera tenía una alfombra de color crema que contrastaba con las paredes del mismo color, donde los retratos y uno que otro espejo o decoración no podían faltar. A mamá le encantaba tener la casa bonita, y las damas servicio le encantaban complacerla.

   Bajé por las escaleras de mármol hasta llegar al primer piso, donde me detuve a esperar a que el chófer se adelantara y me abriera la puerta de salida. Cuando lo hizo, salí de la casa y encaminé mis piernas hacia al garaje, que estaba adherido a la casa y tenía puerta automática. Aguardaba consigo tres autos, sin contar el que ya estaba afuera: ese tendría el honor de llevarme hasta la universidad.

   Cuando el chófer abrió la puerta trasera, subí y tomé asiento. Como mi móvil comenzó a vibrar, lo saqué de mi bolsillo y miré la pantalla: era papá. Contesté enseguida.

   —Hola, papá.

   —Paul —se escuchaba sonriente y de buen ánimo, como siempre. De fondo pude escuchar las risitas de mamá—, ¿cómo estás, hijo? ¿Dormiste bien anoche?

   James y Mary McCartney eran arquitectos de una de las empresas de construcción más grande de Londres. Como vivíamos en mi natal Liverpool, ellos tenían que viajar frecuentemente para allá para entregar los planos que se dedicaban hacer. Tenían un buen suelo, y eso les permitía darme la buena vida que merecía.

   —Bien, bien. ¿Y ustedes ya vienen? Yo voy a la uniersidad y salgo en la tarde... ¿A esa hora ya están ahí?

   —¡Sí, claro que sí! Vamos de camino para allá porque tenemos una reunión a las cuatro.

A Little Trace of Innocence ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora