EPÍLOGO

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(Un año después)

Respiré profundamente pero mi corazón seguía bombeando con fuerza. Llevaba varios minutos de pie en el altar y Bella no aparecía.

¿Se habrá arrepentido? ¿Tan malo fui en estos meses que vivimos juntos?

Habían sido días muy hermosos. Nosotros dos solos lejos de todo el mundo. Pensé que sería más difícil pero la verdad es que me había divertido cada día a su lado. Me hacía reír, pensar y hasta darme cuenta de algunas cosas que las daba por sentadas.

Bella miraba el mundo de una manera distinta a la mía. No era una mujer como las que conocía. Ella no hablaba de ropa, zapatos o maquillaje. En nuestras conversaciones siempre tratábamos temas cotidianos que analizábamos a fondo. Habíamos sido criados de manera muy diferente y me interesaba saber sus puntos de vista.

Pero no habíamos estado totalmente solos este tiempo, Alice y Jasper nos habían visitado y Bella no se pudo salvar del día de compras con mi hermana.

Emmett también había pasado a vernos. Él y Bella siempre estaban peleando. Mi enorme amigo le jugaba bromas que Bella contestaba sin demora. Se liaban en unos comentarios divertidísimos.

Me gustó saber que Emmett salía ahora con Rosalie. Vino hace dos semanas a pedirme consejo de cómo proponerle matrimonio.

¿Yo que podía decirle? No tenía experiencia es esto de la proposición, cuando Bella y yo nos casamos estábamos ebrios. Y en esta vez fue Bella la que me lo propuso.

—Charlie aún no se cree que estoy casada, debemos darle su foto de bodas— me sorprendió un día, después del desayuno.

— ¿Casarnos otra vez?— dije con poco entusiasmo. En verdad lo que me bajaba la moral era mi querido suegrito. Había venido a Jacksonville en dos oportunidades y ninguna quiso visitarnos en nuestra casa. Había buscado a Bella en su trabajo. Ni siquiera lo vi.

—Si no quieres casarte te puedes ir— me lanzó un dardo justo en el corazón. Sí, soy muy dramático a veces. No es cierto, sólo bromeo. Yo sabía perfectamente que era una de sus reacciones hoscas. Bella solía reaccionar a la defensiva generalmente.

— ¿Me puedo ir? ¿Hablas en serio?— pregunté haciéndome el resentido.

—Sí. Pero te mataré si lo haces— sonreí, eso en su lenguaje significaba "te amo", al menos en mi forma de interpretarlo.

Cómo adoraba sus amenazas y hasta sus insultos. Creo que soy masoquista. Ella tiene una muy particular forma de ofenderme, lejos de molestarme me causan gracia. "Cabeza de chorlito", "Tontin", "Caracol" "Inutilísimo", "nopal" eran calificativos que usaba conmigo cada vez que no hacía algo bien.

Debo reconocer que soy poco útil en casa. No sé cocinar, ni limpiar, ni lavar. Bueno, no sabía, ya aprendí. Y tampoco soy diestro reparando cosas.

— ¿Cullen no sabes cambiar una bombilla? De dónde eres para devolverte— me reprendió un día.

—Bella, esto no es una bombilla normal de rosca, es un dicroico, debe necesitar una especie de herramienta— me excusé.

— ¡Edward! ¿Por qué limpiaste el parquet con cloro?— me gritó otro día.

—Dijiste que estaba sucio— me crucé de brazos.

— ¡Dios dame paciencia, porque si me das fuerza, lo mato!— se fue vociferando.

Me encantaba su manera de bajarme la autoestima cuando me admiro en el espejo. Lo reconozco, a veces soy algo vanidoso.

—Ya deja ese espejo que se puede romper—me sorprendió en el baño.

ACOSADOR -Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora