🍁CAPÍTULO DIECISIETE

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Aníbal


¡Qué patético eres Eitan!

No comprendo cómo Eitan puede estar enamorado de una loba maldita como Talina. Ella está bajo una maldición.

Todo aquel humano que tenga un hijo con la raza de los lobos, tendrá una hija o hijo muy poderoso pero demente. No tendrán conciencia de sus acciones y son capaces de matar hasta a quienes aman.

Ahora estoy en el cuerpo de un sirviente. Estoy observando todo lo que ha pasado en esta ridícula boda desde hace un buen rato. Talina se marchó con Eitan pero el estúpido de Jeidan piensa que mi nieto se la ha robado. Aquí todo se ha convertido en un caos. Ahora este reino está armando su ejército para empezar una verdadera guerra con los vampiros.

No puedo permitir que este malnacido acabe con mi verdadero reino, con mi hija y mis nietos.

Tengo que llevar mis planes acabo.

Regreso a mi otro palacio y retomo la forma de Aníbal de nuevo. Cuando llego me encuentro con Rosalia en el jardín. Nunca pensé que me enamoraría de ella y tuve que matar a la bestia de su esposo Aníbal para poder alojarme aquí.

Una sonrisa se dibuja en mis labios al recordar esos momentos...

Estaba observando las infinidades de libros que había en la biblioteca, luego el título de un libro me llamó la atención y decidí leerlo.

«Colmillos de arrepentimiento», así se llamaba el libro.

Dejé encendida la fogata con mi poder y tomé asiento en un sofá negro, después crucé mis piernas. Comencé a leer el libro con intriga. Se trataba de un amor desenfrenado entre una humana y un vampiro.

—¿Qué haces despierto a estás horas Aníbal? —me preguntó una bella mujer de cabello castaño y ojos verdes.

Tenía puesta una bata blanca y su cabello ondulado estaba suelto. De inmediato pude intuir que ella es la esposa de Aníbal.

Yo me levanté del sofá negro y me puse de pie frente a ella.

—Es extraño verte leyendo un libro —dijo ella con frialdad.

—Es que me pareció interesante este libro —le comenté con una leve sonrisa.

Ella tomó el libro entre sus manos y sonrió. —Es mi libro favorito.

—¿Por qué no tomas asiento conmigo en el sofá? —le pregunté con amabilidad.

Ella me miró perpleja.

—Me dijiste que no me quieres tener cerca. Estás extraño hoy —habló la bella mujer con un semblante de confusión.

—Es que ahora soy un nuevo Aníbal —hice una breve pausa—,  y ahora seré el esposo que nunca fui.

Yo la tomé de la mano y la guíe hasta el sofá negro frente a la chimenea. Después me senté en el sofá y la senté a ella sobre mis piernas.

Ella se sonrojó y eso me hizo sentir feliz. No sabía lo que me pasaba. He sido un hombre cruel por milenios y esta es la primera mujer que me hace sentir así.

Yo sin poder evitarlo la tomé del cabello y la besé con locura.

—Me gusta este nuevo Aníbal —habló la bella mujer sentándose a horcajadas sobre mí.

Le arrebaté la bata de un jalón y la tiré sobre el piso, y después ella me ayudó a quitarme la ropa.

Nunca había sentido esto. Nuestro cuerpos se movían en sincronía; luego me puse de pie con ella sobre mí. Sus piernas desnudas rodeaban mi cintura.

La recosté de la alfombra roja que estaba cerca de la chimenea y puse uno de sus pies sobre mi hombro, luego incliné mis labios hasta los suyos y la besé con lentitud.

Le hice el amor una y otra vez como si no hubiese mañana...
 

Rosalia se acerca hacia mí y me regala una sonrisa. —Gracias por permitir que mi hija se casará con el hombre de sus sueños.

Rosalia cree que su hija ama a ese estúpido lobo.

—Sabes que nunca me agradó Talina porque no es mi hija, pero ya me reconcilié con ella —beso su mano—. Haría cualquier cosa por mi reina.

Rosalia me regala una sonrisa por segunda vez y después fija su mirada en Lirina. Ella está asomada en el balcón de la habitación de Talina.

La sonrisa de Rosalia se desvanece, tan sólo por ver a su hija triste.

—Lirina ya no será la misma joven alegre sin su hermana —Rosalia suelta un suspiro—, no crees que es tiempo de casarla, ya tiene veintidós.

—Sí Rosalia —acaricio su mejilla—, y te prometo que en unos días me encargaré de eso.

—Esposo mío, me retiraré. Ahora iré a descansar —Rosalia hace una pausa y me da una mirada de picardía—. Te gustaría acompañarme en la cama.

—Por supuesto que me encantaría, pero tengo asuntos que resolver —me niego.

—¡Está bien, esposo! —Ella me da un beso en la mejilla—, no vemos en la cena.

—Hoy no podré cenar con ustedes. Tardaré resolviendo unos asuntos pendientes del reino —le aviso mientras le doy un beso en la frente.

Ella me mira con tristeza pero se marcha sin decirme nada más.

Después de ver a Rosalia desaparecer por la puerta, me dirigo hacia el sótano para continuar con mi experimento.

Sin más preámbulos, le quito la sábana blanca al cuerpo congelado de mi yerno Eric.

Al mirarlo, no puedo evitar sonreír con malicia. Pues cuando él despierte a la primera persona que asesinará será a Talina.

Tengo todo planeado, ya que le haré creer que Talina mató a su amado hijo Eitan; Tengo muy claro, que a Eitan no le queda mucho tiempo de vida. Su cuerpo se está cansando y está perdiendo todo su poder.

Después que Talina sea eliminada de este mundo, pienso desaparecer sin dejar rastros de mí. Decido salir del sótano para buscar algo de comer; Llego a la cocina y tomo una manzana del frutero pero la manzana se me cae de la mano, tan solo por escuchar una puerta abriéndose.

Un joven de cabello azabache entra por una puerta secreta que nunca había visto. Su cabello azabache está desaliñado y su ropa está sucia.

Él se acerca hacia mí y me abraza con fuerza. De inmediato lo empujo del pecho.

—¿Quién eres? ¿Por qué me abrazas? —pregunto confundido.

—Papá soy yo, no me recuerdas —Sus ojos se iluminan a verme—. Soy yo Jeremy.

Me acerco hacia él y pongo una de mis manos sobre su hombro. —¡Ah, hijo! ¡Qué gusto verte de nuevo!

Él me escudriña de los pies a la cabeza y aprieta ambos puños a sus costados.

—Tú no eres mi padre —Sus ojos oscuros se entornaron a rojos—. Eres un maldito vampiro.

—No maldigas a tu raza hijo. No olvides que también eres un vampiro —le hablo con mi voz juguetona.

Jeremy se me rebela e intenta atacarme, pero yo lo sostengo del cuello y lo acorralo contra una pared.

—Te regresaré a donde debiste de estar —sentencio.

Con mi poder hago que Jeremy quede inconciente y después voy al jardín en donde yace su tumba hace años. Sin una pizca de piedad y remordimiento lo entierro vivo.

—Eso te pasa por rebelarte a un vampiro superior a ti, pequeño bastardo —musito en voz baja mientras echaba la arena con la pala en la tumba de Jeremy.

Al terminar y dejar la tumba como estaba, no puedo evitar sonreír con malicia. —Adiós Jeremy. Te dejo en compañia de los gusanos.

Hace tiempo que no hacía algo cruel.

Tres reinos en guerra 🍁Editando🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora